Verba volant, scripta manent

martes, 1 de enero de 2013

La Carta de Toledo


Seguramente todos os habéis enterado de que hemos vivido un nuevo fin del mundo. Y como en los demás, "fuese y no hubo nada", como dijo Cervantes. No es una gran novedad: las profecías apocalípticas existen desde que el hombre es hombre. En prácticamente todas las civilizaciones hallamos leyendas que aluden de una manera u otra al fin del mundo. Y también son numerosas, por supuesto, durante la era cristiana. Desde que un obispo sirio, cuando el Imperio romano todavía no había caído, se internó con sus feligreses en el desierto a esperar el inminente (según él) regreso de Jesucristo y el subsiguiente fin del mundo, no han faltado agoreros, visionarios, profetas que auguraban el fin de los días. La Carta de Toledo fué uno de estos avisos, de entre los más famosos.
La Carta de Toledo comenzó a circular por Europa en 1184. Escrita supuestamente por varios astrólogos toledanos (Toledo tenía fama por entonces de ser una ciudad abundante en misterios y saberes ocultos, donde estaría escondida la mismísima Mesa del rey Salomón) y dirigida al papa Lucio III, anunciaba el fin del mundo en septiembre de 1186, coincidiendo con una poco común conjunción astronómica, en la que los cinco planetas conocidos entonces se alinearían con la cola de la constelación del Dragón, en la casa de Libra. Según la carta, en ese momento se desatarían una serie de espantosas tormentas, que arrasarían ciudades y cosechas, las villas costeras se hundirían en el mar, se extenderían el hambre y la peste, se producirían violentos terremotos, el aire se oscurecería y una horrible voz se oiría y mataría a quienes la escuchasen. Mucha gente huyó de las ciudades para buscar refugio en el campo o incluso en cuevas.
La Carta alcanzó gran difusión por toda Europa. El mismísimo arzobispo de Canterbury organizó una ceremonia de tres días para evitar el apocalipsis. Y llegó septiembre, se produjo la conjunción... y no hubo nada. Algunos atribuyen al desasosiego y perturbación creada por la profecía el inicio de la Tercera Cruzada (1189)... aunque su verdadero origen sea la conquista de Jerusalén por Saladino en 1187.
Pero la Carta de Toledo no terminó ahí su recorrido. A lo largo de los siguientes siglos, variantes del mismo texto, con nombres y fechas cambiadas, siguieron circulando. Una versión de 1214, atribuída a un tal cardenal Johannes Toletanus, predecía el fin del mundo para 1229, coincidiendo con una nueva conjunción planetaria. A finales del siglo XIV circuló una nueva versión atribuída a unos supuestos "Maestros de París", aunque el resto de la carta apenas había variado. Hasta en una fecha tan avanzada como 1480 seguía circulando una versión, supuestamente escrita por un ermitaño del Monte Sinaí y un adivino persa, que fechaba el fin del mundo en 1510.

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