Verba volant, scripta manent

domingo, 24 de marzo de 2013

El origen de Moby Dick



Llamadme Ismael. Hace unos años -no importa cuánto hace exactamente-, teniendo poco o ningún dinero en el bolsillo, y nada en particular que me interesara en tierra, pensé que me iría a navegar un poco por ahí, para ver la parte acuática del mundo... Así comienza Moby Dick, una de las obras cumbres de la literatura universal, escrita por Herman Melville y publicada por en 1851. Las historia es bien conocida: un joven embarcado en un ballenero asiste a la obsesión de su capitán, Achab, por acabar con Moby Dick, un gigantesco cachalote blanco responsable de la pérdida de su pierna, en un viaje que conducirá al capitán y a los que lo acompañan a la perdición. Una historia que está, como los telefilmes de sobremesa, "basada en un hecho real".
El Essex era un hermoso barco ballenero, de 27 metros de eslora y 238 toneladas de peso. Partió de Nantucket (Massachusetts) en 1819, a las órdenes de George Pollard Jr., de apenas 28 años y recién nombrado capitán. La tripulación ascendía a 21 hombres, si bien uno desertó en septiembre de 1820 durante una escala en Ecuador.
El 20 de noviembre de 1820, a más de 2000 millas marinas de la costa sudamericana, mientras estaban ocupados capturando varias pequeñas ballenas, fueron sorprendidos por la aparición de un enorme cachalote, de unos 26 metros (lo normal es que los individuos de mayor tamaño no superen los 20) que embistió en dos ocasiones al Essex, causándole graves daños que provocaron su hundimiento. Los 20 hombres se subieron a los tres botes que tenía el barco, con la poca comida que pudieron salvar, y trataron de llegar a tierra. La más cercana eran las Marquesas (a 1200 millas) pero temiendo que estuviesen habitadas por caníbales, prefirieron intentar llegar a Sudamérica... lo que les obligaba a evitar los vientos alisios, navegando 1000 millas hacia el sur y luego otras 3000 hacia la costa. Días después llegaron a la isla Henderson, del archipiélago de las Pitcairn; pudieron aprovisionarse y recuperar fuerzas, pero la isla era demasiado pequeña y si se quedaban allí morirían de hambre. Por eso, salvo tres marineros que decidieron quedarse, los hombres del Essex decidieron volver al mar. Sin saberlo, habían estado muy cerca de la salvación, porque a apenas 100 millas estaba Pitcairn, la isla donde se habían ocultado los amotinados del Bounty, cuyos descendientes habitaban la isla y les habrían ayudado.
Pero las provisiones que llevaban eran insuficientes. Muy pronto el hambre azotó a los náufragos, y por encima uno de los botes se separó de los demás durante una tempestad. Poco a poco aquellos hombres empezaron a morir, y los que quedaban con vida se vieron obligados a recurrir al canibalismo para sobrevivir. Uno de los botes fue rescatado el 18 de febrero por el India, un ballenero británico. A bordo, tres supervivientes: Owen Chase (primer oficial), Benjamin Lawrence (arponero) y Thomas Nickerson (grumete). Unos días después, cerca ya de la costa, otro de los botes era recogido con otros dos supervivientes (el capitán Pollard y el marinero Charles Ramsdell) por otro ballenero de Nantucket, el Dauphin. El tercer bote, con tres hombres, se perdió y nunca volvió a saberse de él. Los cinco se reunieron posteriormente en Valparaíso (Chile) y poco después, un barco mercante rescataba en Henderson a los tres náufragos (el arponero Thomas Chapple y los marineros William Wright y Seth Weeks), casi muertos de inanición. Doce hombres habían muerto, casi todos de hambre (alguno murió a manos de sus compañeros), de los cuales siete acabaron devorados por sus compañeros.
La espantosa tragedia marcó de por vida a los supervivientes. El capitán Pollard volvió a la mar en 1822, capitaneando el Two Brothers, otro ballenero que acabó mal: encalló en un arrecife en Hawái y se hundió. Después de eso, Pollard no quiso saber nada más del océano: tras un único viaje como capitán de un mercante, acabó sus días trabajando como vigilante nocturno, torturado por el recuerdo de su primo Owen Coffin, de sólo 17 años, que había sido "sacrificado" para alimentar a los demás, incluído el propio Pollard.
El grumete Nickerson (con sólo 15 años era el más joven de la tripulación) llegó a ser capitán de la marina mercante.
Owen Chase llegó a ser propietario de un ballenero, el Charles Carrol. Enviudó dos veces estando en el mar, se divorció de su tercera esposa, que había tenido un hermoso niño... cuando Chase llevaba 16 meses embarcado, y se casó aún una cuarta vez... dos meses después del divorcio. Sufrió terribles pesadillas y migrañas el resto de su vida, y acabó medio loco, escondiendo comida en el desván de su casa.
Charles Ramsdell y Benjamin Lawrence acabaron siendo capitanes de balleneros. William Wright se ahogó durante un huracán en el Caribe, Seth Weeks se retiró y Thomas Chapple se hizo misionero.
Owen Chase y Thomas Nickerson, escribieron sendos relatos sobre lo sucedido. Así conoció Melville el caso; estando embarcado en el ballenero Acushnet, conoció a uno de los hijos de Chase, embarcado en otro ballenero, que le facilitó una copia del manuscrito de su padre. En él se inspiró Melville para escribir su novela (también en la historia de un enorme cachalote albino apodado Mocha Dick, responsable de hundir varios botes arponeros, y capturado en 1838; aunque no hay pruebas de que fuera el responsable del hundimiento del Essex).
Y un último detalle: Melville estudió al detalle el relato de los hechos, y concluyó que si los náufragos se hubieran dirigido al oeste, como quería Pollard, seguramente se habrían salvado todos.

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