Verba volant, scripta manent

sábado, 6 de abril de 2013

El piloto que se derribó a si mismo

 
                                               Grumman F-11 Tiger

El Grumman F-11 Tiger es un caza a reacción monoplaza norteamericano, el primer caza supersónico que tuvo la marina yanqui. Fué fabricado por la compañía aeronáutica Grumman Aircraft Engineering Corporation entre 1954, en que se construyeron los primeros prototipos, y 1959, en que terminó su producción. Era un proyecto muy ambicioso destinado a servir preferentemente en portaaviones, y sus primeras unidades entraron en servicio en 1957; lamentablemente, nunca dió el resultado esperado y se retiró del servicio activo en 1961, aunque siguió siendo usado varios años más como avión de entrenamiento y hasta 1969 fue utilizado por el escuadrón de vuelo acrobático de la Armada, los Blue Angels. Sólo se fabricaron 199 unidades. Pero además, este avión fue protagonista de un suceso peculiar: fue el primer avión a reacción que consiguió derribarse a si mismo.
El 21 de septiembre de 1956, un equipo conjunto de técnicos de la Grumman y las Fuerzas Aéreas norteamericanas llevaban a cabo una serie de pruebas para comprobar el rendimiento y maniobrabilidad del F-11, en la costa del Atlántico, cerca de Long Island. Unas pruebas que incluían también test de armamento. El F-11 de matrícula 138620 estaba pilotado por Thomas W. Attridge Jr., un piloto de 33 años, veterano de la Segunda Guerra Mundial recién contratado como piloto de pruebas por la Grumman. En un determinado momento del ensayo, cuando realizaba un descenso a gran velocidad, Attridge realizó varios disparos con los cañones de 20 mm del Tiger a unos 3900 metros de altitud. A continuación, aceleró el descenso hasta casi un picado utilizando el posquemador del motor, hasta estabilizarlo a unos 2100 metros para realizar una nueva serie de disparos. Pero en ese momento, Attridge notó un impacto en el avión. En un principio creyó haber chocado con un ave, pero enseguida el motor empezó a perder potencia y el avión perdió estabilidad. Attridge no pudo llegar a su base en Peconic River (Nueva York) en esas condiciones y tuvo que realizar un aterrizaje forzoso en una zona de bosque, a menos de un kilómetro de la pista de aterrizaje. El avión quedó destrozado y se incendió, pero Attridge salió con vida, aunque con una pierna y tres vértebras rotas.
Como es de rigor en estos casos, se abrió una investigación para determinar las causas del accidente. El resultado no pudo ser más sorprendente: el informe final concluía que el F-11 había caído derribado por el impacto de al menos tres de los proyectiles de 20 mm que el propio Attridge había disparado apenas once segundos antes, uno de los cuales fue hallado en el interior de un compresor del motor (los otros dos habían impactado en el parabrisas y en el morro). Si los proyectiles hubieran sido explosivos y no convencionales, posiblemente Attridge no lo hubiera contado.
Una serie de desafortunadas coincidencias se habían sucedido: la fricción del aire y la gravedad habían imprimido a los proyectiles una trayectoria parabólica que acabó cruzándose con la del descenso del Tiger, y aunque las balas habían perdido buena parte de su energía, los daños causados fueron suficientes para dejar fuera de combate al avión. El incidente sirvió, al menos, como advertencia a los pilotos de los nuevos cazas, para que tomaran algunas medidas de precaución como no mantener la misma trayectoria o elevarse tras efectuar disparos. Hay que entender que aquellos aviones tenían unas características tan novedosas en cuanto a velocidad y potencia que su rendimiento sorprendía incluso a veteranos curtidos como Attridge.
Y aunque parezca mentira, no fue la única vez que un avión de la Grumman sufrió un incidente parecido. El 20 de junio de 1973, en un vuelo de prueba cerca de Point Mugu (California), un F-14 Tomcat fue derribado por un misil AIM-7E "Sparrow" que acababa de disparar (el vuelo estaba destinado, precisamente, a probar los sistemas de lanzamiento del Tomcat). Afortunadamente, el piloto Samuel "Pete" Purvis y su oficial de sistemas, William Sherman, lograron saltar en paracaídas antes de que el avión se estrellase. Purvis se lo tomó con filosofía e incluso con algo de humor: http://www.f-14association.com/tales/the-day-i-shot-myself-down.html
Tom Attridge permaneció en la Grumman muchos años. Fue director del proyecto LM-3, el primer módulo lunar tripulado, conocido como "Spider" y que probó en órbita la tripulación del Apolo IX; y acabó siendo vicepresidente de una de las filiales de Grumman.

3 comentarios:

  1. Muy buena historia.
    Aprovecho para hacer un poco de autopropaganda de mi blog. Una historia anterior, en este caso fueron dos los aviones que se derribaron a sí mismos:
    http://nonsei2gm.blogspot.com.es/2013/02/los-aviones-que-se-derribaron-si-mismos.html
    Un saludo.

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    1. Gracias, me pareció una historia muy curiosa cuando la leí. Y tu post también es muy bueno, ya lo leí en su día (he enlazado a tu blog)

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  2. Ósea que los pasó a los proyectiles y se pegó el solo....faa

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