Verba volant, scripta manent

domingo, 12 de enero de 2014

Aretino, el azote de los príncipes

Retrato de Pietro Aretino (Tiziano, 1545)

Cuando hoy veo a cierto tipo de periodistas dedicarse a criticar y discutir pormenorizadamente sobre la vida de personajes famosos, no puedo pensar mas que no son sino vulgares aprendices, burdos imitadores de los auténticos maestros en el arte de despellejar (de palabra) al prójimo. Hoy voy a hablaros de un escritor de lengua mordaz y afilada, brillante y sarcástico hasta la crueldad, de un poeta que fue a la vez temido y admirado por muchos de los hombres mas poderosos de su época: Pietro Aretino.
Pietro Aretino, nació en Arezzo (Italia) en 1492, hijo de un zapatero remendón llamado Luca (su apellido, según las fuentes, podría ser Del Tura o Del Buta) y una prostituta llamada Margherita "Tita" dei Bonci, que también hacía de modelo para pintores y escultores. Sin embargo, Pietro siempre fue conocido por el gentilicio de su ciudad natal, "Aretino". Con apenas trece años, se fue de su casa a Perugia, donde se formó como pintor, aunque como también le llamaba la carrera literaria, asistió a clases en la Universidad. Nunca renegó del oficio de su madre (se definía a si mismo como Hijo de cortesana, con alma de rey). En 1517 dejó Perugia (dicen que desterrado por haber escrito un soneto satírico sobre las indulgencias papales). Acabó en Roma, bajo la protección del banquero Agostino Chigi, primero, y al servicio del cardenal Julio de Medici, después. Gracias al cardenal pudo frecuentar la corte vaticana, haciéndose amigo del papa León X. Fue entonces cuando empezó a tener cierta fama e influencia por su ingenio.
Tras la muerte del Papa, en 1521, Aretino escribe su primera obra mientras tiene lugar el cónclave sucesorio: las Pasquinadas, una serie de poemas satíricos que colocó (anónimamente) en Il Pasquino, una estatua romana donde era costumbre colocar poemas y libelos satíricos, muchas veces criticando a la curia.
En el cónclave sale elegido Adrian Florenszoon, preceptor del emperador Carlos V. Una elección que desagrada profundamente a Aretino, quien apoda al nuevo pontífice "la tiña alemana". Era tal la ojeriza que tenía al Papa (nombrado Adriano VI), que abandona Roma y viaja por Italia. Durante un tiempo, se instala en Mantua y sirve a Giovanni de Medici, llamado Giovanni dalle Bande Nere, famoso jefe de mercenarios y mecenas de las artes.
En 1523 muere Adriano VI y Aretino vuelve a Roma. Su afilada pluma trabaja a destajo, y en varios frentes. Por un lado, se muestra un maestro consumado de la poesía erótica, casi pornográfica. Obras como los Sonetos lujuriosos, La cortesana o Las 16 posiciones (con explícitos grabados) son más que representativas de esta tendencia. Pero las que sin duda lo hacen famoso son sus composiciones satíricas, en las que caricaturiza sin piedad los defectos de los grandes hombres de su época. Reyes, nobles, papas, cardenales, son ridiculizados por los cortantes versos del poeta italiano, que actúa de manera casi periodística. Aretino está al cabo de todos los vicios, escándalos, secretos vergonzosos, que incomodaban a las principales figuras de Europa, y no tiene ningún problema en hacerlos públicos adornados con su enorme talento literario y su corrosivo sentido del humor. Unos versos que en cuanto salen de la imprenta no tardan nada en llegar a todos los rincones de Europa, para escarnio de sus protagonistas. Su amigo el poeta Ariosto llegó a calificarlo como "el azote de los príncipes", aunque él prefería definirse como "el secretario del mundo". Estas obras suyas le trajeron no pocos problemas con el Vaticano, por lo que, de cuando en cuando, para congraciarse con el clero, escribía y publicaba biografías de santos y obras moralizantes en defensa de la virtud y la decencia (!).
Su obra le hizo también un hombre acomodado. No sólo por el éxito de sus obras; también había destacados prohombres que le hacían llegar obsequios o pensiones para congraciarse con él, temerosos de verse reflejados en sus obras. Francisco I de Francia le regaló un brazalete compuesto de lenguas de oro, Carlos V le protegió, la reina Bona Sforza de Polonia le daba generosas propinas, Enrique VIII de Inglaterra le pasaba una pensión... Lo que no quitaba que Aretino escribiera sobre ellos si el presente tardaba o no era lo suficientemente valioso, lo que le ha valido a menudo el calificativo de "chantajista". Eso si, a sus amigos los trataba muy generosamente: dio a conocer en toda Europa las obras de su gran amigo Tiziano, a Giovanni de Medici le acompañó en su lecho de muerte y escribió un emotivo relato alabando su nobleza y coraje ante la muerte...
En 1527 deja Roma, por sus malas relaciones con el Vaticano, y se instala en Venecia. Aretino se halla en su elemento; Venecia, ciudad comercial y cosmopolita, tiene fama de ser una de las más disolutas de Europa. Allí encontraría abundante material para sus composiciones eróticas, sobre todo inspirándose en las andanzas de las monjas venecianas: muchas de ellas eran hijas de familias acomodadas que no querían casarlas para no tener que dar una dote, y las metían en conventos contra su voluntad... algo a lo que pocas se resignaban, dedicándose a menesteres muy poco piadosos. Obras como La vida secreta de las monjas surgen de la fértil inspiración del poeta. También probó fortuna con el teatro, escribiendo cinco comedias e incluso una tragedia, Orazia (para los expertos, la mejor tragedia italiana del siglo XVI)
En Venecia siguió escribiendo y disfrutando de la vida hasta su muerte, en 1556, a causa de una apoplejía (según algunos, provocada por un ataque de risa). En su honor, se le llamó aretinos a un tipo de vasos, a una raza de caballos (porque él poseía uno, regalo del papa Clemente VII) e incluso a un arroyo que pasaba cerca de su casa veneciana.

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