Verba volant, scripta manent

lunes, 27 de enero de 2014

Los devaneos de Luis II y el problema sucesorio monegasco

Luis II de Mónaco con su hija Charlotte, su yerno Pierre y sus nietos, Rainiero y Antoinette

Luis, hijo del príncipe de Mónaco Alberto I y de su primera esposa, Lady Mary Victoria Douglas-Hamilton, nació en Baden-Baden el 12 de julio de 1870. Sus padres se separaron al año siguiente de su nacimiento y el pequeño Luis vivió con su madre en Alemania hasta que cumplió los 11 años, cuando fue reclamado por su padre para que completara su formación como futuro príncipe de Mónaco.
Como era (y es) habitual en las casas reales europeas, el joven Luis recibió instrucción militar como parte de su educación. Sirvió en el ejército francés (su padre estudió en la Academia Naval Española y alcanzó el rango de capitán de navío, y luego sirvió en la Marina francesa): primero, en la Escuela Militar de Saint-Cyr (1891-93) y luego en la Escuela de Caballería de Cadre Noir (1893-95). Posteriormente, se alistó en la Legión Extranjera, donde sirvió de 1895 a 1899, alcanzando el grado de teniente.
Fue precisamente durante su estancia en la Legión, estando destinado en Constantina (Argelia), cuando el futuro príncipe Luis tuvo unos amoríos con una lavandera (otras versiones dicen que era cabaretera y "modelo de fotos artísticas") llamada Marie Juliette Louvet, fruto de los cuales nacería el 30 de noviembre de 1898 una niña: Charlotte Louise Juliette Louvet.
Luis volvió a Mónaco en 1899 para asumir sus responsabilidades como heredero, sin reconocer a su hija hasta 1911, al parecer por insistencia de su padre. En 1914, con el inicio de la Primera Guerra Mundial, se volvió a alistar en el ejército francés, donde se distinguió en combate, licenciándose en 1922 como coronel (sería nombrado general de división honorario en 1939).
Llegamos a 1918. La avanzada edad de Alberto I y la falta de herederos de Luis, que sigue soltero, preocupan en el principado. Pero inquietan más todavía al Gobierno francés, ya que, si Luis muere sin descendientes, el trono irá a parar al primo de su padre, Wilhelm Karl, duque de Urach y conde de Württemberg. Y aunque Wilhelm había nacido y se había criado en Mónaco, los franceses no querían ni oír hablar de un príncipe alemán en el trono monegasco (a apenas 150 kilómetros de una de sus bases navales más importantes, la de Toulon); un príncipe que además había sido comandante de la 26ª División del Ejército alemán (recordemos que la Primera Guerra Mundial todavía no había concluido). Por eso, ante el temor de que los franceses tomaran algún tipo de medida unilateral contra la soberanía de Mónaco, la familia real comenzó una serie de delicadas negociaciones diplomáticas que cristalizaron en el Tratado franco-monegasco de París (17 de julio de 1918). En él, la familia real monegasca hacía una serie de concesiones a los franceses: a partir de ese momento, sólo se admitirían como herederos al trono súbditos de Mónaco o de Francia, debiendo de dar además el gobierno francés su aprobación a los enlaces matrimoniales y a los cambios en la línea sucesoria. Y si el trono quedaba vacante, Francia tendría derecho a asumir la soberanía del enclave, que se convertiría en un protectorado francés.
Pero aún seguía haciendo falta un heredero. Porque, aunque Charlotte había sido reconocida por ley en 1911 como hija de Luis, miembro de la familia Grimaldi y heredera al trono, pronto se descubrió que esta ley entraba en contradicción con los Estatutos de 1882 y tuvo que ser anulada. Para evitar mas confusiones, los monegascos recurrieron a una especie de rodeo o trampa legal: en octubre de 1918 aprobaron una ley que permitía al heredero al trono adoptar un hijo y que éste recibiese todos los derechos sucesorios. Y en París, el 16 de mayo de 1919, Luis adoptaba a su propia hija, que pasaba a llamarse Charlotte Louise Juliette Grimaldi, duquesa de Valentinois. Menos de un año después, el 18 de marzo de 1920, la duquesa Charlotte se casaba con el conde francés Pierre de Polignac, en un matrimonio organizado por su padre. El matrimonio no fue demasiado feliz; tuvo dos hijos, Antoinette (1920-2011) y Rainiero (1923-2005) y se separaría en 1930 (cuando Charlotte abandonó a Pierre para irse con su amante italiano); el divorcio se consumó en 1933.
El príncipe Wilhelm Karl de Württemberg renunció a sus derechos dinásticos al tono de Mónaco en 1924; no notó mucho la pérdida porque a lo largo de su vida fue candidato al trono de Albania, al ducado de Lorena e incluso reinó brevemente en Lituania en 1918 con el nombre de Mindaugas II. Los derechos pasaron a unos primos lejanos suyos franceses, los marqueses de Chabrillan, uno de los cuales, Aynard Guigues de Moreton de Chabrillan, reclamó en 1925 el trono monegasco alegando que la adopción de Charlotte había sido ilegal, sin éxito; volvería a reclamarlo en 1949, tras la muerte de Luis II.
Alberto I murió el 26 de junio de 1922; su hijo le sucedió como Luis II y Charlotte se convirtió en heredera del trono. En 1944, Charlotte renunció a sus derechos dinásticos en favor de su hijo, Rainiero. En sus últimos años, Luis II apenas se ocupaba del gobierno de su principado y vivía en Paris, donde se casó en julio de 1946 con una actriz llamada Ghislaine Dommanget (él tenía 76 años y ella, 46). Finalmente, Luis II falleció el 9 de mayo de 1949 y su nieto subió al trono con el nombre de Rainiero III.

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