Verba volant, scripta manent

martes, 25 de marzo de 2014

El último ejecutado en la Torre de Londres

La Torre de Londres

La fortaleza de la Torre de Londres es sin duda uno de los monumentos emblemáticos de la capital inglesa. Su construcción, ordenada por Guillermo el Conquistador, comenzó en 1066 (aunque la mayoría de las torres que se conservan son del siglo XIII) y a lo largo de su historia, entre otros usos, ha sido fortaleza militar, armería, tesorería, Real Casa de la Moneda e incluso casa de fieras para las colecciones reales de animales exóticos. Hoy en día, además de un atractivo turístico de primer orden, es el lugar donde se custodian y exhiben las famosas Joyas de la Corona. Sin embargo, la mayor fama del castillo viene dada por su papel como prisión real. Prácticamente desde su construcción, entre sus muros han sido encarcelados muchos de los prisioneros más nobles o célebres de las Islas Británicas, muchos de los cuales perdieron la vida allí, ejecutados o asesinados. Entre los ilustres huéspedes que murieron en aquel lugar figuran santo Tomás Moro, el rebelde escocés William Wallace, las esposas de Enrique VIII Ana Bolena y Catalina Howard, incluso reyes como Enrique VI, Eduardo V y su hermano menor Ricardo, o la joven reina Jane Grey; todos ellos fueron ajusticiados en la Torre. También estuvieron confinados en ella durante algún tiempo Carlos de Orleans (sobrino del rey de Francia Carlos VI), la princesa Isabel (futura Isabel I), el explorador y político sir Walter Raleigh o lord George Gordon (instigador de las Gordon's Riots); hasta Rudolf Hess, secretario de Adolf Hitler, pasó unos días en ella, tras ser capturado. Y aunque la Torre, como prisión y fortaleza militar, cayó en desuso a partir del siglo XIX, la última ejecución que tuvo lugar en ella es mucho más reciente; data de 1941, y el ejecutado fue un espía alemán llamado Josef Jakobs.
Josef Jakobs (1898-1941)
Josef Jakobs nació en Luxemburgo el 30 de junio de 1898, hijo de un matrimonio de inmigrantes alemanes, Kaspar y Emma. En 1905, los Jakobs y sus tres hijos (Josef y sus dos hermanas, Maria y Therese) regresaron a Alemania y se instalaron en Wilmersdorf, una localidad cercana a Berlín, donde Kaspar dirigió una escuela privada.
Cuando en 1914 estalló la Primera Guerra Mundial, un todavía adolescente Josef se apresuró a alistarse en el ejército alemán, pero fue declarado no apto en el examen médico. En 1916 lo volvió a intentar, esta vez con éxito, y fue enviado al frente occidental con la 4ª Guardia de Infantería. Herido en Francia en abril del 18, terminó el conflicto con el rango de teniente y la Cruz de Hierro de Primera Clase.
Tras la guerra, estudió odontología en Berlín, perfeccionando sus estudios durante tres años (1920-23) en Argentina, y comenzó a ejercer en Berlín en 1924. En 1926 se casó con Margarete Knoeffler, también dentista, con la que tendría dos hijos y una hija.
En 1932, Josef y su esposa se vieron obligados a cerrar su consulta debido a problemas económicos, y Josef buscó un nuevo trabajo como vendedor de libros y máquinas de escribir, que tampoco le permitía vivir con demasiado desahogo. En 1933 tuvo sus primeros roces con la ley; un negocio con unos bonos mexicanos que había comprado, con los que pretendía financiar la importación de alimentos procedentes de España; al final, las autoridades alemanas le denegaron el permiso de importación y le confiscaron los bonos.
En 1934, viajó a Suiza con un amigo para un negocio de venta de oro que tampoco acabó bien; Jakobs fue acusado de estafa por vender oro falso y permaneció en prisión hasta junio de 1937, en que fue liberado y devuelto a Alemania. Y de vuelta en casa, siguió metido en negocios turbios, ya que un asunto de venta de pasaportes en el mercado negro hizo que a finales de 1938 fuera de nuevo arrestado y enviado al campo de concentración de Sachsenhausen, donde eran enviados todo tipo de "indeseables" como judíos, gitanos, izquierdistas, homosexuales, delincuentes comunes, etc.
Jakobs fue liberado el 22 de marzo de 1940. Al parecer, se alistó en la Wehrtmacht con el rango de teniente primero, pero al descubrirse sus antecedentes penales, fue degradado a sargento primero y enviado a un destino secundario como era el Servicio Meteorológico. No está muy claro cómo, pero poco después logró ser admitido en el Abwehr, el servicio de inteligencia del Estado Mayor del ejército alemán. En septiembre de 1940 comenzó su entrenamiento en Hamburgo, y en enero del 41 fue enviado a Holanda, donde recibiría su último entrenamiento y sus instrucciones. La noche del 31 de enero al 1 de febrero de 1941, partió del aeropuerto de Schipol en Amsterdam a bordo de un avión hacia Inglaterra, donde debía saltar en paracaídas para luego infiltrarse como espía.
Resulta curioso que los alemanes enviaran a una misión tan arriesgada a un agente con tan poca preparación. Quizá confiaban mucho en sus habilidades, o quizá lo consideraban prescindible. No sabían que un agente doble había avisado al MI5 de la llegada de Jakobs, por lo que se había extremado la vigilancia.
El espía logró saltar en paracaídas pero tuvo la mala suerte de romperse un tobillo al golpearse con el fuselaje del avión durante el salto, lo que le impidió huir, y a la mañana siguiente, al ser incapaz de moverse, se vio obligado a pedir ayuda disparando al aire su revólver. De este modo fue descubierto por dos trabajadores de una granja cercana al pueblo de Ramsey (Huntingdonshire). Al ser registrado, se le encontró encima, además del revolver y munición, una radio, anotaciones sobre códigos de transmisión, documentación británica falsificada, 500 £ y -dato curioso- una salchicha. Encerrado primero en la comisaría local, fue luego trasladado a un hospital para ser atendido y posteriormente encarcelado en la prisión londinense de Wandsworth. El MI5 lo interrogó durante varios días en el llamado Campo 020, un centro de detención e interrogatorio de espías alemanes situado en Latchmere House, un caserón victoriano del sudoeste de Londres. Tras descartar la posibilidad de convertirlo en un agente doble, en julio de 1941 se le acusó formalmente en virtud de la Treachery Act de 1940.
El juicio, llevado a cabo por un tribunal militar los días 4 y 5 de agosto, se celebró en un lugar poco habitual en estas ocasiones, el Cuartel General Duque de York, en el barrio de Chelsea, y con toda la discreción posible (el juicio se celebró in camera, a puerta cerrada). ¿El motivo? Los británicos querían evitar que los detalles más comprometidos del caso se hicieran públicos. Y es que el agente doble que había dado el chivatazo de la llegada de Jakobs era ni mas ni menos que Arthur Owens, uno de los agentes dobles británicos más importantes, conocido como "Johnny" por el Abwehr y "Snow" por el MI5, y se quería evitar que los alemanes tuvieran la más mínima sospecha de su intervención.
La corte, presidida por el general de división B. T. Wilson, declaró a Jakobs culpable de espionaje y lo sentenció a muerte. La ejecución tuvo lugar a las 7.12 de la mañana del 15 de agosto, por fusilamiento, y tras los muros de la Torre de Londres para no llamar la atención. El pelotón de fusilamiento estuvo formado por ocho soldados de la Guardia Escocesa, armados con fusiles .303 Lee-Enfield, y como Jakobs todavía no se había restablecido totalmente de sus heridas y apenas podía tenerse en pie, fue fusilado sentado en una silla Windsor, que todavía se conserva en la Torre. El cadáver de Jakobs fue sepultado en una tumba sin nombre en el Cementerio Católico de St. Mary, en el barrio de Kensal Green (distrito londinense de Brent) aunque luego la sepultura sería trasladada y en la actualidad se desconoce el punto exacto donde está enterrado.
Josef Jakobs se convirtió así en el último prisionero ejecutado en la histórica Torre. Habría más espías alemanes ejecutados en Londres durante la guerra, pero ya no serían fusilados en la Torre; los demás acabaron sus días ahorcados en las prisiones de Pentonville y Wandsworth.
Cementerio Católico Romano de St. Mary, donde fue enterrado Jakobs

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