Verba volant, scripta manent

lunes, 4 de agosto de 2014

Dora Ratjen, la atleta olímpica que resultó ser un hombre

Heinrich "Dora" Ratjen (1918-2008)

Dora Ratjen nació en Erischoff, cerca de Bremen, el 20 de noviembre de 1918, en el seno de una familia de gente humilde. Ya cuando nació hubo ciertas dudas sobre su sexo: la partera anunció que había sido niño y luego rectificó y dijo que era una niña. Por ello fue bautizada como Dora e inscrita como mujer en el Registro Civil. Cuando tenía nueve meses de edad, un médico le hizo un chequeo y no fue muy claro en sus conclusiones, aunque les dijo a sus padres que "podían hacer lo que quisiesen", así que siguieron tratándola como una niña.
La pequeña Dora, sin embargo, sabía que algo no estaba bien. Desde muy corta edad se dio cuenta de que no se sentía una niña en absoluto, y le disgustaba tener que vestirse con ropas femeninas; sin embargo, jamás se atrevió a hablar de ello con sus padres.
Muy pronto comenzó a destacar en los deportes; poseía una musculatura muy desarrollada y se le daba especialmente bien el atletismo, y dentro de él, su especialidad favorita era el salto de altura. Sus buenos resultados y la exclusión de Gretel Bergmann, la entonces poseedora del récord de Alemania, por su condición de judía, la llevaron a participar en las Olimpiadas de Berlín de 1936, donde terminó en cuarta posición con una marca de 1'58, tras la húngara Ibolya Csák (que, por cierto, era judía), la británica Dorothy Odam y la alemana Elfriede Kaun. Sin embargo, en su siguiente cita de importancia, los Campeonatos Europeos de 1938, celebrados en Viena cuando Austria ya había sido anexionada por Alemania, quedó campeona en una brillante competición en la que incluso batió el récord mundial con un salto de 1'67 metros.
A algunas de sus compañeras de equipo les llamaba la atención que Dora jamás se mostrase desnuda, ni en las competiciones ni en los entrenamientos. Nunca se duchaba con las demás atletas, ni dejaba que la vieran sin ropa, lo que atribuían a algo más que una extrema timidez. No obstante, y pese a los rasgos marcadamente masculinos de Dora, a ninguna de ellas se le ocurrió poner en duda su condición de mujer.
Poco después de vencer en los europeos, el 21 de septiembre de 1938, Dora tomó en Viena un tren con destino a Colonia. Durante una parada en Magdeburgo, un revisor avisó a la policía de que en el tren viajaba un hombre vestido de mujer. Por aquel entonces comportamientos "desviados" como la homosexualidad o el travestismo eran severamente penados por el régimen nazi y Dora fue arrestada e interrogada. Pese a que se identificó y entregó a los agentes su documentación e incluso les mostró la medalla que acababa de ganar, éstos no quedaron satisfechos y continuaron interrogándola. Sobrepasada por la presión, Dora se derrumbó y acabó por confesar que, pese a lo que todos creían, era un hombre. De inmediato fue encarcelada y sometida a un minucioso examen médico que concluyó que, efectivamente, Dora Ratjen era un hombre. Dora padecía una serie de malformaciones de nacimiento: micropene, criptorquidia (los testículos no descienden cuando se forman los órganos sexuales y se quedan alojados en el abdomen) e hipospadias (el meato urinario no se localiza en el extremo del pene, sino más atrás). A consecuencia de ellas, sus genitales podían parecer femeninos (aunque hiperdesarrollados) a ojos de alguien poco experto.
Dora Ratjen pasó los siguientes seis meses encerrada en un sanatorio mental y se la sometió a juicio acusada de fraude, que culminó el 10 de marzo de 1939, cuando el fiscal desestimó la acusación alegando que todo era fruto de una confusión y que Dora no había buscado beneficiarse económicamente. Posiblemente, las autoridades nazis buscaban echar tierra sobre un asunto que les resultaba vergonzoso. No obstante, se le prohibió seguir compitiendo, se le retiraron todas las medallas que había ganado y se borraron sus récords, además de obligarla a inscribirse en el Registro Civil como hombre. Aunque su padre se opuso a tal medida y pidió que pudiese seguir siendo considerada mujer, finalmente aceptó la decisión y Dora se convirtió oficialmente en Heinrich Rajten.
A partir de ese momento, poco más se sabe de Heinrich. Según algunas fuentes, trabajó durante un tiempo en Hannover formando parte del Reichsarbeitsdienst (un cuerpo auxiliar de trabajadores que durante la Segunda Guerra Mundial realizó trabajos de logística para el ejército) antes de hacerse cargo del bar que sus padres tenían en Bremen. Nunca volvió a conceder entrevistas y murió en 2008.
En 1966, la revista Time publicó un artículo en el que supuestamente Heinrich confesaba que todo había formado parte de un plan de los nazis para hacer competir a hombres en las pruebas femeninas y así lograr más medallas para la delegación alemana. Sin embargo, esta teoría es muy poco creíble; no existen fuentes que la respalden y es probable que se trate de una invención y que ni siquiera hubiesen hablado con él.

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