Verba volant, scripta manent

jueves, 30 de octubre de 2014

El túnel del Mont Blanc



Las dos cuadrillas de obreros trabajaban frenéticamente viendo cerca la culminación de varios años de trabajo. Llevaban excavando más de tres años en sentidos opuestos, así que cuando por fin las últimas rocas cayeron y ambas excavaciones se comunicaron, los dos grupos, uno de franceses y otro de italianos, lo celebraron alborozados. Además, la precisión de los trabajos era más que notable; entre ambas excavaciones la desviación no llegaba a los 13 centímetros. Era el 14 de agosto de 1962 y, aunque pasarían todavía otros tres años para que se abriera al tráfico, supuso un momento histórico para una de las obras de ingeniería más importantes del siglo XX: el túnel bajo el Mont Blanc.

14 de agosto de 1962
La idea de construir un túnel a través de los Alpes que comunicase Francia e Italia había empezado a discutirse a mediados del siglo XIX, pero hubo de pasar un siglo antes de que se dieran los primeros pasos. En 1946 comenzó la excavación en el lado italiano: apenas 100 metros para comprobar la viabilidad de los trabajos. En 1949 se firmó un acuerdo entre las autoridades de ambos países para la continuación de las obras. En 1953 se firmó el tratado definitivo que sería ratificado posteriormente por los parlamentos francés (en 1954) e italiano (1957).
Para la realización de los trabajos y la posterior gestión del túnel se constituyeron sendas compañías en ambos países para encargarse de sus respectivos tramos: la STMB (Société du Tunnel du Mont Blanc) en Francia y la SITMB (Società Italiana per il Traforo del Monte Bianco) en Italia. Las obras comenzaron oficialmente en 1959, el 8 de enero en el lado italiano y el 30 de mayo en el francés. Tres años después, se producía el ansiado encuentro entre las excavaciones de unos y otros, aunque el túnel no sería inaugurado por los presidentes de Francia, el mariscal Charles de Gaulle, y de Italia, Giuseppe Saragat, el 16 de julio de 1965, y abierto al tráfico tres días después.


Tras su puesta en funcionamiento, el túnel se convirtió en la única vía de comunicación por carretera entre ambos países practicable durante el invierno, evitando así el tráfico por los peligrosos pasos de montaña de los Alpes, como el Gran San Bernardo y el Pequeño San Bernardo, cubiertos a menudo por la nieve. Una situación que se mantuvo hasta 1980, en que se inauguró el túnel de Fréjus. Aún hoy en día, por el túnel circula un tercio de las exportaciones italianas hacia el norte de Europa.
La entrada francesa del túnel se encuentra en las proximidades de la ciudad de Chamonix (Alta Saboya), y la italiana cerca de Courmayeur (Valle d'Aosta). El túnel en si consta de una galería única con dos sentidos de circulación, y mide un total de 11600 metros, de los cuales 7640 están en territorio francés y 3960 en Italia. Pese a su menor longitud, fue la parte italiana la más complicada y que más problemas presentó: desprendimientos, filtraciones de agua e incluso un alud que se llevó por delante varias casas construidas para dar alojamiento a los obreros. Hasta la apertura en 1978 del túnel austríaco de Arlberg (13976 metros), el túnel bajo el Mont Blanc fue el más largo del mundo.


La fecha más negra de la historia del túnel fue el 24 de marzo de 1999. Ese día, aproximadamente a las once de la mañana, un camión belga cargado de harina y margarina se incendió a unos siete kilómetros de la entrada francesa del túnel. El virulento incendio tardó mas de dos días en ser sofocado y costó la vida a 39 personas, además de calcinar numerosos coches y dañar la estructura del túnel. Tras el incendio, el túnel estuvo cerrado durante tres años y se acometió una profunda reforma de las medidas de seguridad de todos los túneles alpinos. Una vez reabierto en 2002, su gestión pasó a depender de una única entidad, el Grupo Europeo de Interés Económico TMB, controlado y supervisado por sendos comités ministeriales francés e italiano.


El juicio, celebrado entre enero y abril de 2005, sentó en el banquillo a doce personas y a cuatro empresas como responsables de lo sucedido. Finalmente, resultaron condenados Gérard Roncoli (responsable de seguridad del tramo francés del túnel), condenado a 30 meses de cárcel; Michel Charlet (alcalde de Chamonix) a seis meses (aunque luego apelaría y quedaría absuelto); y Gilbert Degrave, el conductor del camión incendiado, a cuatro meses de prisión.

lunes, 27 de octubre de 2014

La ruta de Urdaneta

Andrés de Urdaneta y Cerain (1508-1568)

Septiembre de 1559. El rey Felipe II envía una carta a Luis de Velasco y Ruiz de Alarcón, virrey de Nueva España, encargándole una delicada y secreta misión: disponer una expedición que se dirigiese hacia las Filipinas cruzando el Pacífico. Quiere que sean exploradas aquellas tierras, descubiertas durante el viaje de circunnavegación de Magallanes y Elcano, y reclamada su propiedad. Y quiere que se haga con toda la discreción posible, ya que ese viaje podría considerarse una violación del tratado de Tordesillas, que asigna esos territorios a Portugal. Pero no es su único interés; también quiere que la expedición busque una ruta de vuelta a América (el llamado tornaviaje), algo en lo que han fracasado otras cinco expediciones previas. Una ruta que sería muy beneficiosa para las colonias: permitiría el comercio directo entre América y Extremo Oriente, sin tener que pasar por las costas de las islas Molucas, de la India y de África, controladas por los portugueses. Y si de paso logran encontrar a los supervivientes de la expedición de Ruy López de Villalobos (1542-44), parte de los cuales permanecían retenidos por los portugueses en Malasia, mejor todavía. En su carta, además, el joven rey Austria indica quien debe ser el cosmógrafo de la misión, el encargado de fijar la ruta que seguirían las naves: Andrés de Urdaneta, navegante, explorador, geógrafo, que además conocía bien aquellas regiones. Velasco responde al rey: Urdaneta se halla retirado de la vida pública, ya que seis años atrás ha tomado los hábitos de la orden de los agustinos y vive en un monasterio de Ciudad de México. El siguiente mensaje del rey va dirigido al propio Urdaneta, pidiéndole que aceptara el encargo porque "según de mucha noticia que dizque tenéis de las cosas de aquella tierra y entender, como entendéis bien, la navegación della y ser buen cosmógrafo, sería de gran efecto que vos fuesedes en dichos navíos, así por lo que toca a la dicha navegación, como para el servicio de Dios Nuestro Señor".
Andrés de Urdaneta y Cerain, nacido en Ordizia en torno a 1508, en una familia distinguida (su padre llegó a ser alcalde de la villa), se había embarcado muy joven en la expedición de García Jofre de Loaisa, que partió del puerto de A Coruña el 24 de julio de 1525 rumbo a las Molucas. Siete naves, con unos 450 tripulantes, que llevaban como piloto al mismísimo Juan Sebastián Elcano. Naufragios, deserciones, tempestades, muertes (incluidas las del almirante Loaisa y de Elcano) y desapariciones (de la carabela San Lesmes nunca mas se supo y se dice que sus tripulantes pudieron ser los primeros europeos en pisar Australia y Nueva Zelanda) hicieron que sólo la nao Santa María de la Victoria, con un puñado de hombres, llegara a las Molucas en 1526, donde se las tuvieron con los portugueses, que también reclamaban su posesión. Los españoles se atrincheraron en la pequeña isla de Tidore y allí resistieron hasta que tuvieron que rendirse en 1529... para descubrir que todo había sido en vano: no fue hasta 1532 en que supieron que Carlos V había cedido los derechos sobre las Molucas a los portugueses en el Tratado de Zaragoza (1529).
Urdaneta había demostrado sus cualidades durante el viaje. Pese a que había embarcado como un simple sobresaliente (voluntario para aprender navegación y ganar experiencia militar), las muchas bajas y su propio talento le acabaron convirtiendo en el segundo al mando de la expedición. Además, aprovechó el tiempo del viaje y el que estuvo prisionero para aprender malayo y varios idiomas más de la zona, y redactar un minucioso informe sobre aquellas regiones (incluidos datos sobre las corrientes y los vientos de los mares de la zona), que le fue incautado por los portugueses cuando Urdaneta y sus compañeros fueron devueltos a Europa en 1536, aunque logró rehacer buena parte de él de memoria.
En 1539, Urdaneta abandonó España rumbo a México, dejando a cargo de su hermano a su hija, una niña mestiza nacida en las Molucas. En México le esperaba Pedro de Alvarado, que preparaba una nueva expedición a las Molucas. Dicha expedición no llegó a producirse por la muerte de Alvarado en 1541, pero Urdaneta se instaló en México, donde se ganó la confianza del virrey Velasco y ostentó, con habilidad y criterio, distintos cargos políticos hasta que, en 1553, llegó su inesperado ingreso en la orden de San Agustín.
Urdaneta terminó por aceptar el encargo real, aunque era de la opinión de que la expedición debería dirigirse a Nueva Guinea y no a las Filipinas. Con la colaboración de Velasco, comenzó a preparar minuciosamente el viaje. Como comandante de la flota, se eligió a Miguel López de Legazpi, escribano mayor del ayuntamiento de México, que no tenía experiencia marina previa, pero era un hombre honesto, inteligente y muy capaz (además, era pariente de Urdaneta, por parte de madre). Andrés de Urdaneta supervisó personalmente la mayor parte de los detalles del viaje. En lugar de comprar barcos, los hizo construir ex-profeso para la misión, en la costa oeste de México (para evitar tener que rodear todo el continente y cruzar el peligroso Estrecho de Magallanes). Se construyeron cinco navíos: las naos San Pedro (que era la capitana) y San Pablo, los pataches San Juan y San Lucas y el pequeño bergantín Espíritu Santo. También se encargó de que los barcos llevasen a bordo una generosa provisión de cocos y piñas para paliar los efectos del escorbuto, que Urdaneta conocía bien de la expedición de Loaisa. Asimismo, procuró alistar a una tripulación homogénea, con muchos marineros de origen común (un tercio de ellos eran guipuzcoanos) para evitar roces, y se ocupó de que estuvieran bien pagados, para evitar descontentos. En total, unos 380 hombres, entre los que estaban el sobrino de Urdaneta, Andrés de Mirandaola; el nieto de Legazpi, Felipe de Salcedo (que contaba tan sólo 18 años); y un indígena filipino converso, llamado Gerónimo Pacheco, como guía e intérprete.
La escuadra partió del puerto mexicano de Barra de Navidad el 21 de noviembre de 1564, aprovechando la ruta de los vientos alisios, y llegó a las Filipinas apenas dos meses después, tras recorrer casi 8000 millas y pasar por los archipiélagos de las Marshall y las Marianas. El secretismo de la misión era tal, que la mayor parte de la tripulación y los oficiales no supieron el verdadero destino de su viaje hasta que Legazpi abrió el sobre lacrado con las órdenes del rey, cuando se hallaban ya 300 millas mar adentro. Tras unos meses en las islas, Urdaneta, a bordo de la San Pedro, capitaneada por Salcedo, partió el 1 de julio de 1565 del puerto filipino de San Miguel para tratar de encontrar la ruta de vuelta a América, mientras el resto de la expedición continuaba la exploración y colonización del archipiélago. Aprovechando los vientos del monzón, tomó rumbo nordeste y su habilidad como navegante le permitió encontrar en torno a los 40º de latitud norte la llamada corriente de Kuroshio o Kuro-Shivo. Esta corriente, que nace en Taiwan y se dirige hacia el este hasta las costas norteamericanas, le permitió volver a México tras un largo y penoso viaje de cinco meses sin escalas, llegando a Acapulco el 8 de octubre (de la treintena de hombres que llegaron, apenas la mitad estaban en condiciones de trabajar). Allí supieron que se les habían adelantado: el patache San Lucas, al mando del capitán Alonso de Arellano, que se había separado del resto de la expedición el 1 de diciembre de 1564 y había sido dado por perdido, había llegado a México en agosto. No obstante, pese a haber sido el primero, Arellano fue acusado de desertor y traidor (él siempre defendió que se había separado de la partida de Legazpi a causa de una tormenta y no había sido capaz de volver a encontrarla), pasó cierto tiempo en prisión y quedó totalmente desacreditado. Además, Arellano apenas había recogido datos en sus diarios y mapas, que estaban llenos de errores e inexactitudes, y ni siquiera había registrado el itinerario de vuelta, mientras que Urdaneta y los pilotos del San Pedro si llevaron a cabo un registro minucioso de su rumbo y sus posiciones.

Itinerario de Urdaneta
Urdaneta continuó viaje hacia España, donde fue recibido en audiencia por el rey en mayo de 1566. Urdaneta presentó a Felipe II un informe detallado de sus descubrimientos (sus cartas y derroteros habían quedado en posesión de la Real Audiencia de México). Cumplida su misión, regresó a su convento de México, donde permanecería hasta su muerte, en 1568. La ruta de vuelta a América pasó a llamarse ruta de Urdaneta y permitió los viajes regulares del llamado Galeón de Manila durante más de dos siglos. Todavía hoy en día sigue siendo una de las rutas marítimas más utilizadas del mundo.

lunes, 20 de octubre de 2014

Escritores y criminales (y III)

Edward Bunker

Edward Bunker (1933-2005) fue un niño inteligente pero problemático, que pasó por varios orfanatos y casas de acogida y comenzó muy joven su carrera criminal. Pasó largas temporadas en prisión por delitos como robo, falsificación, tráfico de drogas y extorsión. Todo cambió cuando publicó (estando todavía encarcelado) su primera novela, No Beast so Fierce, en 1973. Tras salir de prisión en 1975, se reformó y se convirtió en escritor de novelas policíacas, guionista y actor ocasional (el director Quentin Tarantino, admirador suyo, lo homenajeó dándole el papel de Señor Azul en su película Reservoir Dogs).

Anne Perry


La escritora Anne Perry, afincada en Escocia, se hizo popular por sus novelas de misterio, especialmente con dos series: las protagonizadas por el inspector Thomas Pitt y su esposa Charlotte, y las protagonizadas por el inspector William Monk (ambientadas ambas en la época victoriana). Sin embargo, cuando ya era popular se supo que su verdadero nombre es Juliet Marion Hulme, y que en 1954, cuando contaba quince años, había asesinado junto a su mejor amiga, Pauline Parker, a la madre de ésta, con la intención de evitar que ambas fueran separadas. Al ser menores de edad, permanecieron en prisión sólo cinco años, y fueron luego liberadas a condición de que no volvieran a mantener contacto. El suceso, ocurrido en Nueva Zelanda, fue llevado al cine por Peter Jackson en la película Criaturas celestiales.

Jeffrey Archer

El británico Jeffrey Archer, escritor de best-sellers de intriga, político (fue miembro del parlamento y de la Cámara de los Lores y vicepresidente del Partido Conservador), aristócrata, ha sido protagonista de varios escándalos y juicios. En 1975 fue arrestado en Toronto acusado de robar tres trajes en unos grandes almacenes. En 1987, el periódico Daily Star le acusó de haber contratado los servicios de una prostituta. Archer demandó al periódico y logró una indemnización de medio millón de libras. Sin embargo, en el año 2000, siendo candidato conservador a la alcadía de Londres, fue acusado de haber cometido perjurio en el juicio del 87 y condenado a cuatro años de cárcel (de los que sólo cumpliría dos). Tras su encarcelamiento, se le acusó de haber malversado millones de libras de Simple Truth, una asociación benéfica que había creado para ayudar al pueblo kurdo, aunque nunca se pudo probar. También se comprobó que muchas de las cosas que contaba sobre su vida eran mentira: ni su abuelo era aristócrata, ni su padre era un héroe de guerra (en realidad, había sido condenado por estafa y bigamia), ni se había graduado con excelentes notas en la Universidad de Oxford, ni había sido el parlamentario más joven de la historia.

Jack H. Abbott


La historia de Jack Henry Abbott es similar a la de muchos otros criminales: nacido en un ambiente marginal, con problemas con la justicia desde muy joven, pasó la mayor parte de su vida entre rejas. Fue un prisionero indisciplinado y violento, que mató a otro preso en una pelea y se pasó largas temporadas en aislamiento. Sin embargo, en 1977, comenzó a intercambiar correspondencia con el reputado escritor Norman Mailer, el cual, impresionado con el estilo directo y descarnado de Abbott, le ayudó a publicar su primer libro, In the Belly of the Beast, basado en sus experiencias carcelarias. Además, también le apoyó a la hora de obtener la libertad condicional, pese a la oposición de las autoridades carcelarias, que lo consideraban un sujeto peligroso y desequilibrado. Abbott fue liberado en junio de 1981; apenas seis semanas después, mató a puñaladas a un camarero durante una discusión en un café. Fue devuelto a prisión, donde pasaría el resto de su vida, hasta su suicidio en 2002, a los 58 años de edad.

Jack Unterweger


Uno de los casos más terribles de literatos criminales es el del austríaco Jack Unterweger (1950-1992). Nacido y criado en un ambiente de pobreza y marginalidad, arrestado por pequeños delitos desde muy joven, en 1974 fue condenado a cadena perpetua por el asesinato de una chica de 18 años. Ya en prisión, comenzó a escribir relatos, poemas, obras de teatro e incluso su autobiografía (que fue llevada al cine). Su obra atrajo la atención de numerosos intelectuales que iniciaron una campaña pidiendo su puesta en libertad por considerarlo rehabilitado. Pese a que las autoridades le denegaron el indulto en un primer momento, la campaña en su favor obtuvo numerosos apoyos: escritores (incluidos los futuros premios Nobel Günter Grass y Elfriede Jelinek), artistas, periodistas, políticos (sobre todo de izquierdas), y finalmente Unterweger fue liberado en 1990, convertido en un personaje popular. No obstante, en los dos siguientes años, estranguló a once prostitutas en tres países distintos (siete en Austria, tres en Estados Unidos y una en Checoslovaquia). Tras ser acusado, huyó de la justicia proclamándose inocente, pero fue capturado en Miami y juzgado en Viena. Declarado culpable de nueve de los once crímenes y condenado a cadena perpetua, se ahorcó en su celda esa misma noche.

Hugh Collins

Hugh Collins (nacido en 1952) llegó a ser definido en su día como "el hombre más violento de Escocia". Contaba con un largo historial de agresiones, robos, consumo de alcohol y drogas y fue sospechoso de varios homicidios, de los que sólo se le pudo probar uno, por el que fue condenado en 1977. En la cárcel se comportó de manera igualmente violenta y feroz hasta que descubrió la escritura en un programa de reinserción para presos violentos. Fue liberado en 1992 y publicó su primera obra, Autobiografía de un asesino, en 1998. No ha vuelto a delinquir y se halla completamente reinsertado.

Krystian Bala

En el año 2000, un pescador polaco halló flotando en el río Oder el cadáver de un hombre atado y con señales de tortura. La policía no halló al culpable y el caso quedó archivado durante varios años. En 2003, un escritor y fotógrafo llamado Krystian Bala publicó una novela llamada Amok, en la que un hombre secuestra, tortura y asesina al amante de su mujer. La novela fue un éxito de ventas, pero los policías que habían investigado el caso se sorprendieron al descubrir que el crimen narrado en el libro era idéntico en todos los aspectos al caso del 2000, incluidos detalles que sólo ellos conocían. Tras investigar a Bala descubrieron que éste había llamado al fallecido antes de su desaparición y que la víctima había sido, efectivamente, amante de su mujer. Bala fue arrestado y, pese a que alegó que era todo invención suya y que conocía los detalles del caso por la prensa, fue declarado culpable y condenado a 25 años de cárcel.

Vlado Tanevski


Vlado Tanevski (1952-2008) era un veterano periodista especializado en sucesos y escritor de novelas policíacas en su tiempo libre. En 2008 realizó una serie de artículos sobre los asesinatos de tres mujeres de edad avanzada que habían sido estranguladas y violadas a partir de 2005 en la ciudad de Kičevo. Sin embargo, la policía se dio cuenta de que aquellos artículos eran demasiado detallados e incluso mencionaban detalles que sólo la policía conocía. Tras ser arrestado, los análisis de ADN confirmaron su culpabilidad. Pero antes de poder ser llevado a juicio, Tanevski apareció muerto en su celda en extrañas circunstancias (ahogado en un cubo de agua) en lo que se dictaminó oficialmente como "suicidio".

sábado, 18 de octubre de 2014

Escritores y criminales (II)


Maurice Sachs

Este escritor francés de origen judío nacido en 1906 en el seno de una acomodada familia de joyeros, estuvo vinculado con numerosos negocios de dudosa legalidad, cometió estafas haciéndose pasar por marchante de arte y robó a varias destacadas personalidades para las que trabajó, entre ellas Coco Chanel y Jean Cocteau. Durante la guerra ganó mucho dinero ayudando a escapar de los nazis a familias judías, aunque luego también fue confidente de la Gestapo. Murió en prisión en 1945.



Chester Himes


El escritor afroamericano de novela negra y policíaca Chester Himes (1909-1984) tuvo una juventud un tanto turbulenta y se relacionó con elementos delictivos que le arrastraron al mundo del crimen. Arrestado por primera vez en 1926, cuando tenía 17 años, en 1928 fue condenado por el robo a mano armada en una joyería a una pena de 20 años de cárcel, aunque sólo cumplió ocho y fue puesto en libertad condicional en 1936. Fue en prisión donde comenzó a escribir sus primeros relatos (publicados antes de su liberación), y en su experiencia criminal tiene origen la inspiración de muchas de sus historias.




Jean Genet

Nacido en 1910 en un ambiente marginal, el francés Jean Genet tuvo una infancia plagada de pequeños delitos, fundamentalmente robos, pese a ser un estudiante brillante y vivir con una familia de acogida que se preocupaba por él. Tras huir de casa, pasó su adolescencia entrando y saliendo de reformatorios y cometiendo todo tipo de delitos. Tras un breve paso por el ejército, de donde fue expulsado, pasó varios años vagabundeando por Europa, robando y prostituyéndose para sobrevivir. Fue estando encarcelado cuando escribió sus primeras obras, el poema Le condamnè a mort (El condenado a muerte) y la novela Notre Dame des Fleurs (Nuestra Señora de las Flores), a principios de los años cuarenta. Arrestado una vez mas y bajo la amenaza de ser condenado a cadena perpetua por su reincidencia, destacados intelectuales como Jean-Paul Sartre, Jean Cocteau y Pablo Picasso intercedieron por él ante el presidente de la República, Vincent Auriol, quien le indultó en 1948. No volvió a ser arrestado.

William Burroughs

Uno de los escritores "malditos" de la literatura norteamericana y una de las cumbres de la llamada Generación Beat, William S. Burroughs (1914-1997) fue protagonista de un truculento suceso ocurrido en México en 1951. Burroughs y su segunda esposa, Joan Vollmer (ambos adictos al alcohol y las drogas) se encontraban en su apartamento de México D. F. cuando, totalmente ebrios, decidieron "jugar a Guillermo Tell". Joan se colocó un vaso de ginebra sobre la cabeza y William trató de acertarle con un revolver del calibre 38. Desgraciadamente, el disparo alcanzó a Joan en la cabeza, matándola en el acto. Burroughs fue detenido y encarcelado durante dos semanas, antes de ser puesto en libertad acusado de homicidio. Durante el juicio, alegó que el arma se le había disparado accidentalmente, pero, como el proceso sufría continuos retrasos, decidió huir del país, con la ayuda del dinero de su familia, y volver a Estados Unidos. Finalmente, sería condenado en rebeldía a dos años de prisión. El propio Burroughs acabaría por admitir más adelante que aquel suceso marcaría decisivamente su vida y su obra.

Louis Althusser

Filósofo francés (1918-1990) que partiendo del pensamiento cristiano acabó en el marxismo, se le diagnosticó en 1947 una psicosis maníaco-depresiva que provocó su ingreso en distintas instituciones en al menos una veintena de ocasiones. En 1980, durante un brote psicótico, estranguló a su esposa Heléne. El juez lo declaró mentalmente irresponsable y no fue juzgado, pero pasó el resto de su vida en un psiquiátrico.




José Giovanni


El francés de origen corso José Giovanni (1923-2004) se dedicó siendo joven a extorsionar, en compañía de varios cómplices, a personas con dinero aprovechando los turbulentos tiempos de la ocupación alemana y la posterior liberación. Varios de esos chantajes acabaron en asesinato y Giovanni fue condenado a muerte en 1948, pena que luego sería conmutada por veinte años de trabajos forzados (entre otros, limpiar de minas las playas francesas). En 1956 fue puesto en libertad y ese mismo año publicó su primera novela: Le Trou (El agujero), inspirada en un intento de fuga en el que había participado. La novela fue llevada al cine por Jacques Becker, con guión del propio Giovanni, en 1959. Fue el inicio de una fructífera carrera como novelista, guionista y director de cine que le convertiría en uno de los principales exponentes del género negro en Francia.

Álvaro Mutis

El escritor colombiano Álvaro Mutis (1923-2013), creador del personaje Maqroll el Gaviero, fue denunciado en 1955 por la multinacional petrolífera ESSO, para la que trabajaba como jefe de relaciones públicas, que lo acusaba de malversar una importante cantidad de dinero. Para eludir a la justicia, Mutis se instaló en México DF en 1956; pero, tres años después, fue arrestado por la Interpol y pasó quince meses internado en el penal mexicano de Lecumberri. Tras ser liberado, publicaría el Diario de Lecumberri, en el que narró sus vivencias en presidio.

Neal Cassady


Aunque la obra de Cassady es mas bien escasa (apenas unos centenares de cartas y fragmentos de una autobiografía), su importancia radica en que fue un elemento fundamental en el surgimiento de la llamada Generación Beat. Amigo íntimo de Jack Kerouac y Allen Ginsberg, en cuyas obras aparece retratado y sobre los que tuvo una influencia decisiva, antes de su temprana muerte en 1968, a los 42 años de edad, le dio tiempo a acumular una larga lista de antecedentes penales, primero como delincuente juvenil (sobre todo, por robos de coches) y más tarde como consecuencia del consumo de drogas y el impago de numerosas multas de tráfico.

jueves, 16 de octubre de 2014

Escritores y criminales (I)

Miguel de Cervantes

Una de las cumbres de la literatura hispana se las vio con la justicia en un par de ocasiones. En 1592 fue brevemente encarcelado en Córdoba por haber vendido trigo sin autorización y en 1597 pasó varios meses encarcelado en Sevilla, cuando era comisario de abastos, por irregularidades en sus cuentas y por haber depositado dinero público en un banco que luego quebró. Según él mismo cuenta en el prólogo del Quijote, fue precisamente en este cautiverio en el que tuvo su origen la obra capital de la literatura española.


Thomas Griffiths Wainewright

Thomas Griffiths Wainewright, nacido en 1794 en una familia adinerada, recibió una esmerada educación y se convirtió en escritor, poeta y pintor. Pero también era un dandy elegante y derrochador que dilapidó el dinero despreocupadamente, hasta quedar en una situación económica precaria. En 1828, un tío suyo con el que Thomas y su esposa acababan de instalarse murió repentinamente, dejándole una importante herencia. En 1830, su suegra también murió de improviso, al poco tiempo de cambiar su testamento para favorecer a la esposa del escritor. Poco después, las dos cuñadas de Wainewright se iban a vivir con el matrimonio y, antes de que pasara un año, una de ellas, Helene, moría también, justo después de que Thomas hubiese asegurado su vida por una importante suma. Tantas muertes repentinas hicieron crecer las sospechas y las autoridades de la ciudad italiana de Bolonia, donde el escritor se había instalado, lo arrestaron, encontrándole en posesión de una importante cantidad de estricnina. Pasó seis meses en prisión pero, al no probársele los asesinatos, lo dejaron libre. Pero al volver a Inglaterra fue arrestado, no por las muertes, sino por varios cargos antiguos de falsificación y fue desterrado a Australia, donde murió en 1846.

Karl May

El alemán Karl May (1842-1912) sumó varias condenas en su juventud por robos y estafas (en los que a menudo se inventaba identidades ficticias) hasta que, ya pasados los treinta, consiguió trabajo como periodista. Más tarde se haría tremendamente popular gracias a sus novelas de aventuras destinadas al público juvenil.







Knut Hamsun


El escritor noruego Knut Hamsun (1859-1952), premio Nobel de Literatura en 1920 y autor de obras capitales de la literatura nórdica como Hambre o Pan, fue uno de los escritores más influyentes de su época. Thomas Mann, Franz Kafka, Charles Bukowski, Ernest Hemingway, H. G. Wells, Stefan Zweig, entre otros, dejaron clara su admiración por su obra. Sin embargo, sus simpatías por los movimientos fascistas, su manifiesta admiración por el régimen nazi y por la figura de Adolf Hitler (llegó a entrevistarse personalmente con él y escribió un vibrante panegírico tras su muerte) y su apoyo al gobierno títere de Vidkun Quisling que los nazis impusieron en Noruega provocaron su caída en desgracia. Tras la guerra, fue internado en un psiquiátrico y acusado de traición, aunque se le declaró "con sus facultades mentales deterioradas" y fue absuelto. Murió en la pobreza, solo, olvidado y casi ciego, y hoy en día, pese a su importancia literaria, no hay en toda Noruega ni una sola calle que lleve su nombre.

O. Henry


Considerado uno de los maestros del relato breve de la literatura inglesa, de nombre real William Sydney Porter (1862-1910), fue acusado en 1895 de un desfalco en el First National Bank, donde trabajaba como cajero. Para evitar a la justicia, huyó a Honduras, pero al saber que su esposa estaba gravemente enferma, regresó a Estados Unidos en 1897. Poco después fue arrestado y encarcelado. Condenado en 1898 a cinco años de cárcel, cumplió tres años antes de ser liberado por buena conducta.





Alfonso Vidal y Planas

Dramaturgo, escritor, poeta y periodista, Alfonso Vidal y Planas (1891-1965) fue uno de los artistas habituales de la bohemia madrileña de principios del siglo XX. El mayor éxito de su carrera fue la novela Santa Isabel de Ceres, que sería luego adaptada al teatro y al cine. Sin embargo, Planas también era conocido por su carácter impulsivo y violento. El 2 de marzo de 1923, Planas disparó en el Saloncillo del madrileño Teatro Eslava contra Luís Antón del Olmet, periodista hasta entonces amigo suyo, sin que estén claros los motivos (se habló de un asunto de faldas o de una discusión política). Planas fue condenado por homicidio a doce años de cárcel, de los que sólo cumplió tres.

Sergiusz Piasecki

Sergiusz Piasecki, escritor de padre polaco nacido en territorio ruso en 1899 o 1901, tuvo una vida un tanto turbulenta. Se alistó en el ejército polaco siendo todavía un adolescente, más tarde trabajó para el servicio secreto polaco, de donde fue despedido (algunos dicen que por ser un agente doble al servicio de los soviéticos). Después fue contrabandista y asaltante de caminos, lo que le llevó a ser arrestado y condenado a muerte en 1926, pena que luego sería conmutada por la de 15 años de cárcel. Mientras estaba en prisión, escribió su obra más famosa, El enamorado de la Osa Mayor (1937), una novela de carácter fuertemente autobiográfico que narra la historia de un joven que se hace contrabandista y aprende a guiarse tomando como referencia la Osa Mayor.

Arthur Koestler

El escritor y periodista húngaro Arthur Koestler (1905-1983), que vivió buena parte de su vida exiliado en el Reino Unido, fue un intelectual brillante que combatió el comunismo (pese a haber sido militante comunista en su juventud) y que alcanzó una notable fama y prestigio en el ambiente intelectual británico. Sin embargo, tras su muerte, se publicaron varias biografías que sacaron a la luz su lado más oscuro: alcohólico, violento, antisemita (pese a ser él mismo de origen judío), sádico, cruel, maltratador habitual de varias de sus parejas e incluso responsable de varias violaciones.

lunes, 13 de octubre de 2014

La Batalla por el Castillo de Itter

Castillo de Itter

El Castillo de Itter (en alemán, Schloss Itter) es un pequeño castillo situado en una elevación cercana al pueblo de Itter, en el valle austríaco de Brixental. La actual edificación data de finales del siglo XIX, y se levantó sobre los restos de un castillo del siglo XVI que a su vez se construyó sobre las ruinas de otro castillo más antiguo, anterior al siglo XIII, destruido en las revueltas campesinas de 1524-25. Aunque el castillo en si no tuvo demasiada relevancia a lo largo de su historia, si fue el escenario de uno de los combates más singulares de la Segunda Guerra Mundial: la Batalla por el Castillo de Itter.
Poco después del Anschluss, la anexión forzosa de Austria por Alemania, el gobierno nazi alquiló el castillo a su entonces propietario, el político y escritor austríaco Franz Grüner. En 1943, ya con la guerra muy avanzada, el castillo fue expropiado por orden directa de Heinrich Himmler y reformado para convertirlo en una prisión especial, administrativamente dependiente del campo de concentración de Dachau. La nueva prisión pasó a albergar a un grupo de prisioneros selectos, la mayoría franceses, de especial interés para el Reich. Entre ellos estaban Édouard Daladier, antiguo primer ministro francés; Marie-Agnès Cailliau, hermana mayor del general De Gaulle, y su marido el ingeniero belga Alfred Cailliau; Jean Borotra, político y antigua estrella del tenis; o el antiguo comandante en jefe del ejército galo, Maxime Weygand. Además, también había un pequeño grupo de prisioneros procedentes de Dachau, en su mayor parte oriundos de Europa del Este, encargados del mantenimiento y las labores cotidianas del castillo. De la custodia del castillo y sus ocupantes se encargaba un pelotón de las SS-Totenkopfverbände (unidades especiales de las SS encargadas de la vigilancia y administración de los campos de prisioneros).

Emblema de las unidades SS-Totenkopfverbände
A finales de abril de 1945, ante la inminente llegada de las tropas norteamericanas, el último comandante de Dachau, Eduard Weiter, abandonó su puesto y buscó refugio en Itter, donde moriría el 2 de mayo (dependiendo de las fuentes, se suicidó o fue asesinado por un compañero de las SS por su cobardía). El día 4 el oficial al mando del Castillo de Itter, Sebastian Wimmer, se dio a la fuga, y poco después lo hizo el resto de los guardianes de las SS, permitiendo que los prisioneros se hicieran con el control de la prisión. Dos días antes uno de los prisioneros, un partisano yugoslavo llamado Zvonimir Čučković, había logrado escapar para buscar ayuda, hasta encontrarse cerca de Innsbruck con la 103ª División de Infantería del ejército norteamericano, a los que pidió ayuda para rescatar a los prisioneros de Itter. Pero no eran los únicos que se estaban moviendo para ir en ayuda de los cautivos; un pequeño grupo de soldados del ejército alemán, al mando del mayor austríaco Josef Gangl, había planeado tomar el control del castillo y liberar a los prisioneros allí retenidos, aunque finalmente decidieron entregarse a las tropas aliadas.
Josef Gangl era un reconocido antinazi que en su día se había opuesto rotundamente al Anschluss, y aún mantenía contacto con la resistencia austríaca. Tras saber que los norteamericanos iban a enviar un grupo de hombres a Itter, se ofreció para acompañarlos. El grupo finalmente estaba compuesto por catorce soldados norteamericanos, diez alemanes, dos tanques Sherman, un camión y un automóvil Volkswagen Kübelwagen, aunque por el camino dejaron uno de los Sherman custodiando un puente. El oficial al mando era el teniente John C. "Jack" Lee jr., que se había ofrecido voluntario.

De izquierda a derecha, los tenientes John Powell, Harry Basse y Jack Lee, del 23º Batallón de Tanques, que formaba parte de la 12ª División Acorazada del ejército norteamericano

Pero la expedición de rescate iba a ser más complicada de lo que pensaban. A seis kilómetros del castillo se encontraron con un pequeño grupo de SS que intentaba poner una barricada en la carretera. Aún no lo sabían, pero un pequeño contingente de las Waffen-SS, perteneciente a la 17ª División de SS-Panzergrenadier "Götz von Berlichingen" se dirigía al castillo con la intención de retomar el control del lugar y ejecutar a los prisioneros. Tras poner en fuga a los SS, el convoy llegó a la prisión, donde los prisioneros se mostraron un tanto decepcionados por el pequeño número de sus rescatadores. Sin embargo, Lee, desconfiando de la presencia de enemigos, decidió atrincherarse en el castillo y colocar a sus hombres en posiciones defensivas, con el Sherman (apodado Besotten Jenny) cubriendo la entrada principal. Poco después, se les unía un oficial de las SS llamado Kurt-Siegfried Schrader, que se encontraba en Itter convaleciente de sus heridas recibidas en combate y que se puso a las órdenes de Lee. Además, Gangl pudo ponerse en contacto telefónico con Alois Mayr, el líder local de la resistencia austríaca, quien le envió como refuerzos a dos soldados alemanes y un miembro de la resistencia llamado Hans Waltl.



Tanque M4 Sherman
La madrugada del día 5 comenzó el asalto por parte de las SS. El combate se prolongó durante más de seis horas. Pese a que Lee había ordenado a los prisioneros que se pusieran a cubierto, éstos prefirieron tomar parte en la defensa del castillo, incluso acompañados por algunas de sus esposas. El Sherman fue destruido por el fuego de los atacantes y Gangl murió alcanzado por un francotirador. Finalmente, una columna del 142º Regimiento de Infantería acudió en ayuda de los sitiados y puso en fuga a los atacantes. Los prisioneros fueron evacuados a Innsbruck y serían trasladados de vuelta a Francia el día 9 de mayo.
La llamada Batalla por el Castillo de Itter fue el único episodio de la Segunda Guerra Mundial en el que tropas estadounidenses y alemanas lucharon juntas. El teniente Lee recibió la Cruz de Servicios Distinguidos por su brillante actuación y Gangl fue nombrado postumamente Héroe Nacional austríaco y se puso su nombre a una calle en Wörgl, a menos de seis kilómetros de Itter. Tras la guerra, el castillo pasó a manos de una compañía hotelera suiza y funcionó durante algún tiempo como hotel. Actualmente está declarado monumento nacional y está en manos privadas.

viernes, 10 de octubre de 2014

La Matanza de Boston

La Matanza de Boston (grabado de Paul Revere)

En el año de 1763, tras nueve años de guerra, terminaba oficialmente la llamada Guerra franco-india, que había enfrentado a las colonias norteamericanas de Francia e Inglaterra en el marco de la Guerra de los Siete Años, que ambas potencias dirimían en Europa. Como resultado, Francia perdió todas sus colonias norteamericanas: sus territorios canadienses pasaron a estar bajo dominio británico y Luisiana fue cedida a España.
La guerra, sangrienta y costosa, había dejado exhaustas las arcas de ambos países. Para evitar la bancarrota, el rey Jorge III de Inglaterra ordenó una enorme subida de los impuestos en las colonias norteamericanas, una decisión que soliviantó a los colonos, que veían cómo esta subida amenazaba con estrangular su economía. Esto dio lugar a una serie de protestas que las autoridades británicas trataron de silenciar trasladando varios regimientos de infantería a las colonias, algo que tuvo el efecto contrario al deseado; fue visto por la población como un intento de intimidación y extendió todavía mas el sentimiento antibritánico. Y como tras la derrota francesa los colonos no tenían ningún gran enemigo que los amenazara, por lo que no sentían necesidad de la presencia del ejército británico, y además muchos de los colonos habían adquirido experiencia militar durante los combates, la semilla de una revuelta estaba ya plantada en la sociedad norteamericana.
Uno de los lugares en los que habían sido estacionadas las tropas británicas fue Boston, la capital de la colonia de Massachusetts Bay, una de las ciudades donde más se habían dejado oir los que se oponían a la política impositiva británica (la Cámara de Representantes de Massachusetts había incluso enviado una petición a Jorge III para que anulase la subida de los impuestos). Los roces y las tensiones entre militares y ciudadanos fueron constantes, hasta desembocar en la llamada Matanza de Boston.
Todo comenzó en la tarde del 5 de marzo de 1770, un día gélido y con abundante nieve en las calles. Al edificio de la Aduana, situado en King Street, llegó un joven llamado Edward Garrick, aprendiz de un fabricante de pelucas, para reclamar al teniente John Goldfinch el pago de una factura que éste había dejado a deber a su maestro. Goldfinch se negó a abonarla, y cuando Garrick insistió, el soldado que estaba de guardia en el edificio, llamado Hugh White, sacó al joven con malos modos a la calle y lo golpeó con su mosquete en la cabeza. Ante este abuso, un amigo de Garrick llamado Bartholomew Broaders empezó a discutir con White. La discusión atrajo a los viandantes y pronto se formó un nutrido grupo que empezó a insultar a White e incluso a arrojarle piedras y bolas de nieve. Ante el cariz que estaba tomando la situación, White pidió ayuda y no tardó en presentarse el jefe de la guardia, el capitán Thomas Preston, acompañado de un cabo y seis soldados del 29º Regimiento de Infantería quienes, con los mosquetes cargados y las bayonetas caladas, formaron en semicírculo alrededor de las escaleras de la Aduana. Preston se dirigió entonces a la muchedumbre (que ya contaba con tres o cuatrocientas personas) y les pidió que se dispersaran, sin éxito.
Pese a sus intentos de calmar los ánimos, la multitud, muy enojada, seguía protestando y arrojando bolas de nieve, piedras, trozos de madera, etc. a los soldados. En un determinado momento, una piedra alcanzó al soldado Hugh Montgomery haciéndole caer al suelo. Enfurecido, Montgomery recogió su mosquete y, sin que Preston se lo ordenara, disparó contra la multitud. Hubo entonces una pequeña pausa, en la que ni soldados ni civiles parecían saber como reaccionar; pero pasados unos segundos, los demás soldados abrieron fuego contra el gentío.
Once personas fueron alcanzadas por los disparos de los soldados británicos. Tres de ellas (un fabricante de cuerdas llamado Samuel Gray, un marinero llamado James Caldwell y un esclavo huido llamado Crispus Attucks) murieron en el acto. Samuel Maverick, un aprendiz de sólo diecisiete años, moría de sus heridas a la mañana siguiente. Y Patrick Carr, un inmigrante irlandés, falleció pasadas dos semanas. Los otros seis resultaron heridos de diversa gravedad.
La muchedumbre se dispersó tras el ataque, mientras Preston daba aviso al resto del Regimiento, que tomó posiciones defensivas alrededor de la Aduana. No obstante, el tumulto, lejos de disolverse, se recompuso formando varios grupos en las calles aledañas, que se dirigieron a la sede del Parlamento, donde el gobernador Thomas Hutchinson, en vista de lo caldeado que estaba el ambiente, tuvo que salir al balcón de la cámara del consejo para prometerles que habría un juicio para dirimir las responsabilidades de lo ocurrido si se iban a sus casas.
Para calmar los ánimos de los bostonianos, se tomó la decisión de retirar de Boston a los dos regimientos que había en ella, el 14º y el 29º, y acantonarlos en la fortaleza de Castle Island, al sur de la ciudad. El entierro de las cuatro primeras víctimas, celebrado el 8 de marzo, fue un acto multitudinario donde se volvió a pedir la marcha de las tropas británicas. El 27 de marzo se acusó formalmente de homicidio a Preston, a los ocho soldados (que permanecían bajo arresto) y a cuatro civiles que estaban en la Aduana y a los que algunos acusaban de haber disparado también contra la multitud.
El juicio se retrasó varios meses, hasta que se hubo rebajado la tensión existente. Curiosamente, el encargado de defender a Preston y a sus hombres fue John Adams, un destacado líder de los independentistas y que años más tarde se convertiría en el segundo presidente de los Estados Unidos. El capitán Preston, juzgado en octubre de 1770, fue absuelto de todos los cargos, tras demostrarse que no sólo no había ordenado abrir fuego, sino que se encontraba delante de sus hombres en el momento del tiroteo intentando evitar que éstos dispararan. El juicio de los ocho soldados comenzó el 27 de noviembre. Adams alegó que los soldados habían disparado en defensa propia, para defenderse de una masa furiosa que los amenazaba, y que debían ser absueltos o ser acusados de homicidio y no de asesinato. Finalmente, seis de ellos fueron absueltos y otros dos (Hugh Montgomery y Matthew Killroy) declarados culpables por haberse probado que dispararon directamente contra los civiles. Sin embargo, sus condenas se vieron enormemente reducidas gracias al llamado Benefit of clergy, una figura del derecho británico que originariamente era un privilegio que los clérigos podían reclamar para ser juzgados por un tribunal eclesiástico en lugar de uno secular, pero que en la época se había transformado en la práctica en un recurso para que los condenados por primera vez pudieran ver reducida su pena. Así, Montgomery y Killroy pasaron de una condena a muerte a recibir únicamente el castigo de ser marcados en el dedo pulgar. Los cuatro civiles fueron absueltos en diciembre, tras probarse que el único testigo que los acusaba (que acabó juzgado por perjurio, azotado y desterrado) había mentido. Preston dejó el ejército poco después del juicio y se instaló en Irlanda, de donde era originario.
La repercusión de estos sucesos acabó trascendiendo su importancia original. Para los partidarios de la independencia, la que sería bautizada como Masacre de Boston se convirtió en un recurso propangandístico de primer orden. Los patriotas norteamericanos la presentaron como una muestra de la tiranía, la crueldad y la injusticia del gobierno y el ejército británicos, contribuyendo a extender el sentimiento antibritánico y a que, cuando habían pasado apenas cinco años, estallase la rebelión que terminaría provocando la independencia de las colonias y el nacimiento de los Estados Unidos.

martes, 7 de octubre de 2014

¿Sabías que...

-... originariamente la Coca Cola era verde?
-... en el primer borrador del guión de El retorno del Jedi, Luke Skywalker se ponía la máscara de Darth Vader tras la muerte de éste y se pasaba al lado oscuro??
-... el nombre Jeep procede de las siglas GP, abreviatura de General Purpose vehicle?
-... el idioma pirahã, hablado en la selva amazónica, carece de palabras para los colores, números y términos de cuantificación (muchos, algunos, todos)?.
-... la vida media de una pelota de béisbol en la Liga Profesional es de siete lanzamientos?
-... el galinstano es una aleación de galio, indio y estaño cuyo punto de fusión es de -19º C? Al ser líquido a temperatura ambiente, se usa como sustituto no tóxico del mercurio en numerosas aplicaciones.
-... la palabra "cementerio" procede del griego koimetirion, que significa "dormitorio".
-... los dos porteros suplentes de la selección de la URSS que jugó el mundial de fútbol de España en 1982 eran hermanos? Se trataba de Vyacheslav y Viktor Chanov.
-... la conocida bagatela para piano Für Elise (Para Elisa), compuesta por Ludwig van Beethoven, se titulaba originariamente Für Therese (Para Teresa), pero la pésima letra del compositor provocó que el copista se equivocase a la hora de transcribir la partitura original?
-... el emperador Constantino I (272-337) promulgó una ley según la cual un hombre podía divorciarse libremente de su mujer por adulterio, proxenetismo o intento de envenenamiento? Si se divorciaba por otro motivo, estaba obligado a devolverle la dote a su esposa y se le prohibía volver a casarse hasta dos años después. Por su parte, la mujer podía divorciarse si demostraba que su marido era un asesino, envenenador o saqueador de tumbas; si lo hacía por otros motivos, podía ser procesada e incluso deportada.
-... cada rey de la baraja francesa representa a un gran rey de la historia? El de espadas es el rey David, el de tréboles Alejandro Magno, el de corazones Carlomagno y el de diamantes, Julio César.
- ... la película George de la Jungla se estrenó en China con el título El gran hombre mono idiota sigue golpeando los árboles con los genitales? Otras traducciones memorables fueron las de Babe, el cerdito valiente (El feliz futura-comida que habla y resuelve un problema agrícola) y Batman y Robin (Ven a mi cueva y ponte esta coquilla de goma, guapo).

sábado, 4 de octubre de 2014

Los siete niños de Écija



Durante el primer cuarto del siglo XIX, se hizo famosa en toda España una partida de bandoleros andaluces que se hacían llamar Los siete niños de Écija. Originariamente, esta banda había sido una partida guerrillera que luchaba contra las tropas napoleónicas, pero tras la marcha de los franceses y la restauración monárquica en la figura de Fernando VII algunos de sus miembros, como muchos otros bandoleros, habían preferido mantenerse al margen de la ley, por ser opuestos al absolutismo de Fernando, por haber sido proscritos, o simplemente porque no tenían otra forma de ganarse la vida. En un primer momento los llamaron la Cuadrilla del Padilla, por ser su primer líder Antonio Padilla; no pasarían a ser llamados Los siete niños de Écija hasta más adelante.
En realidad, ni eran siete ni eran de Écija (sólo algunos), aunque si se movían por las cercanías de dicha localidad sevillana. Cuando actuaban, lo hacían en partidas de siete personas, pero la banda tenía un número mayor de miembros, y tenían además una amplia red de colaboradores y aspirantes (se llegó a decir que hasta un centenar de hombres esperaban su turno para entrar en la banda), por lo que cuando se producía alguna baja en el grupo (por muerte, abandono o apresamiento por la justicia) siempre había alguien dispuesto para ocupar su lugar. La mayoría procedían de Écija, Carmona, Osuna y otros pueblos cercanos.
Es difícil hacer un recuento de todos los bandidos que alguna vez actuaron como miembros de la partida, pero algunos alcanzaron mucha fama. Por ejemplo, Pablo Aroca, el Ojitos, líder del grupo durante varios años, que moriría en una pelea a navaja con otro bandolero apodado el Tirrias, y su segundo al mando, el Cara de Hereje, así llamado por su fealdad. O Fray Antonio de Legama, el Fraile, un sacerdote que se había unido al grupo para luchar contra los franceses y le había cogido tanta afición a aquella vida que siguió formando parte de la banda tras el final de la guerra. Francisco Huertas procedía de una familia de alta alcurnia; tanto es así que, tras ser apresado y ejecutado, a su entierro acudieron numerosas personalidades e incluso el arzobispo de Sevilla. Y también fue muy popular José Ulloa el Tragabuches, con fama de violento y sanguinario, que había alcanzado cierto renombre como torero y que se había convertido en un proscrito tras asesinar a su esposa, una bailaora apodada la Nena, y al amante de ésta. Otros que pasaron por la banda fueron el Pintado, Diego García el Hornero, José Escalera, Alonso de Osuna...
Sus fechorías empezaron en torno a 1812 y continuaron durante años sin que las sucesivas partidas de búsqueda enviadas por las autoridades pudieran encontrarlos. En sus momentos de mayor auge, llegaron a controlar el tráfico de la principal carretera entre Córdoba y Sevilla, llevando a cabo osadas acciones como el saqueo de una caravana que, procedente de Cádiz, se dirigía a Madrid cargada de valiosos regalos llegados de América para el rey Fernando VII. O el asalto al marqués de Guadalcanal, quien para que lo protegieran en su viaje de Écija a Sevilla había contratado a siete hombres armados... que resultaron ser los miembros de la banda.
Pero finalmente, la buena estrella de la banda de los siete acabó por declinar. Las autoridades lanzaron una ambiciosa operación para acabar con la cuadrilla en 1817, poniendo precio a sus cabezas y prometiendo el perdón a aquellos que hubiesen colaborado con ellos. Una sentencia de la Audiencia de Sevilla hecha pública el 1 de julio de 1817 condena en rebeldía a Pablo Aroca el Ojitos, Francisco Narejo el Becerra, Juan Antonio Gutiérrez el Cojo, Diego Meléndez, José Martínez el Portugués y Fray Antonio de Legama y pide su captura y la de todos los demás salteadores de la cuadrilla. Durante un enfrentamiento que tiene lugar entre los bandoleros y una tropa de escopeteros y voluntarios a las órdenes del coronel Vergara el 24 de julio de ese año en Santaella (Córdoba), el Portugués es abatido y Sebastián Martín el Hornerillo es capturado. Al día siguiente, son capturados Fray Antonio, el Cojo, Antonio de la Fuente Minos, José Alonso Rojo el Rojo, Manuel Remacho el Granadino y Antonio Quirós el Curita. Por los pelos logran zafarse de la persecución el Ojitos, Meléndez, el Becerra y Fernando Bermudo el Candiles. Entre agosto y septiembre de 1817, fueron ajusticiados por pertenecer a la banda Luís López, Fray Antonio, Antonio Fernández y el Rojo; y en febrero de 1818, el Cojo. El Ojitos y el Candiles morirían al año siguiente.
Habiendo perdido a sus principales componentes y estando los demás acosados por la justicia, la banda de los siete niños de Écija se disolvió en 1819, y los supervivientes buscaron refugio en otros grupos de salteadores o desaparecieron del mapa, como Tragabuches, del que no volvió a saberse. Algunos de ellos serían capturados años más tarde, como Pedro Villalba el Manco (capturado en 1820) o Bonifacio el Manchego (arrestado en enero de 1823)

miércoles, 1 de octubre de 2014

Los renos de Saint Matthew

Isla de Saint Matthew (60º24'31'' N, 172º43'12'' O) 

La isla de Saint Matthew es una isla aislada del mar de Bering, situada a unos 300 kilómetros al oeste de la isla de Nunivak y a unos 400 de la costa de Alaska. Su extensión es de unos 350 km2, posee un par de lagos (el North Lake y el Big Lake) y el tipo de ecosistema predominante es la tundra.
Saint Matthew estuvo en la prehistoria habitada por la tribu de los aleutas y albergó en el siglo XIX una estación comercial rusa. Después de eso la isla ha estado deshabitada salvo por un breve período de apenas dos años. A principios de 1944, en plena Segunda Guerra Mundial, el Servicio de Guardacostas norteamericano instaló en la isla un LORAN (Long Range Navigation), un sistema de navegación y posicionamiento por radio, con un pequeño grupo de 19 soldados para su mantenimiento. Meses más tarde, ante la posibilidad de que por el discurrir de la guerra o por causa del clima la estación quedase aislada, los Guardacostas decidieron trasladar a la isla un rebaño de 29 renos procedentes de Nunivak, para que sirvieran como alimento en caso de que escasearan los víveres. Los renos fueron desembarcados en la isla en agosto del 44.

Reno de Alaska (Rangifer tarandus granti)
Sin embargo, al año siguiente la guerra terminó y los altos mandos decidieron que la estación de radio ya no era necesaria, así que fue desmantelada y los soldados que la atendían evacuados. Pero dejaron en la isla a los renos. Aunque a los animales no les importó. Con abundante vegetación, un clima suave, y sobre todo una absoluta carencia de competidores y depredadores, aquellos renos estaban en la gloria. O casi.
La isla permaneció deshabitada y aislada hasta 1957. Ese año, David Klein, un biólogo que trabajaba para el Servicio de Caza y Vida Salvaje de los Estados Unidos, desembarcó en la isla acompañado de su ayudante, Jim Wishenhant. Ambos descubrieron asombrados que aquellos 29 renos originales se habían multiplicado hasta alcanzar los 1350 ejemplares.
Y si eso ya parecía una barbaridad, Klein volvió a la isla en 1963, ya como investigador de la Universidad de Alaska, para encontrarse con que la manada había crecido hasta alcanzar los ¡6000 ejemplares!, con una densidad de población de casi diecisiete renos por kilómetro cuadrado (en ese periodo de 1957-63, se estima que unos 100 ejemplares fueron capturados para ser estudiados o cazados por miembros de los Guardacostas). Un crecimiento tan desaforado preocupó a Klein, por los efectos que podía tener sobre el ecosistema de la isla. El tiempo le daría la razón.
En agosto de 1965, varios guardacostas desembarcaron en la isla para cazar y se sorprendieron al ver numerosos restos de renos. Comunicaron su hallazgo a Klein, quien no pudo desplazarse a la isla hasta el verano de 1966. Cuando el biólogo, acompañado por otro biólogo y un botánico, desembarcó en Saint Matthew, contempló estupefacto los esqueletos de centenares de renos esparcidos por toda la isla. Tras explorar concienzudamente toda su extensión, sólo lograron encontrar con vida a 41 hembras y un único macho (probablemente, estéril).


¿Qué les había pasado a los renos? En el estudio que Klein publicaría en 1968, atribuía la muerte de los animales a una suma de factores ecológicos, poblacionales y climáticos. El crecimiento sin control de la manada de renos había esquilmado la vegetación de la isla. La población había llegado al límite máximo que podía soportar Saint Matthew, provocando una considerable disminución de los alimentos disponibles. En ese estado de precario equilibrio, bastaba con cualquier elemento desestabilizador para causar un desastre. Y ese empujón se lo dio el clima.
El invierno de 1963-64 fue uno de los más extremos que se hayan registrado en el Pacífico norte. Vientos huracanados, olas de frío polar, tormentas de nieve de varios días de duración. La isla quedó cubierta durante semanas por una capa de nieve de hasta un metro de espesor. Centenares de renos murieron por causa directa de las tormentas. Y los que sobrevivieron tuvieron que enfrentarse a una hambruna de grandes proporciones: la vegetación de la isla había prácticamente desaparecido y la poca que quedaba era de difícil acceso. El hambre acabó con la mayoría de los renos que quedaban, y cuando el tiempo mejoró y la vegetación empezó a crecer de nuevo, únicamente aquellos 42 renos quedaban como triste vestigio de los miles de ejemplares que antes recorrían la isla.
La revista especializada en meteorología Weatherwise publicó en su número de noviembre/diciembre de 2009 un estudio firmado por Klein y dos climatólogos, Martha Shuslki y John Walsh, analizando las condiciones extremas alcanzadas en aquel invierno y su posible influencia en la muerte masiva de los renos.

Dave Klein, en su última visita a Saint Matthew en 2012, ya con 85 años

El último de los renos de Saint Matthew murió en torno a 1980. Hoy en día, la isla está protegida y forma parte del Refugio Nacional de Vida Salvaje Marítimo de Alaska. El animal de mayor tamaño que vive en ella en la actualidad es el zorro ártico (Alopex lagopus). La historia de su población de renos se ha convertido en un ejemplo clásico en ecología y dinámica de poblaciones acerca de los peligros de la superpoblación e incluso se han hecho paralelismos con las poblaciones humanas.

Zorros árticos en Saint Matthew