Verba volant, scripta manent

domingo, 28 de diciembre de 2014

Especial Día de los Inocentes: Horace de Vere Cole, el gran bromista

William Horace de Vere Cole (1881-1936)

Nacido en el seno de una acaudalada familia angloirlandesa, William Horace de Vere Cole (1881-1936) mostró desde muy joven un carácter excéntrico y teatral y un extravagante sentido del humor que le convertirían en uno de los más legendarios bromistas de la historia del Reino Unido.
Su primera gran "obra" tuvo lugar en 1905, cuando todavía era estudiante en la Universidad de Cambridge. Cole se enteró por casualidad de que el sultán de Zanzíbar, Sayyid Ali bin Hamud Al-Busaid, se hallaba de visita en Londres. Ni corto ni perezoso, envió un telegrama al rector anunciándole que el sultán acudiría a visitar la famosa universidad. Entonces, Cole, su mejor amigo, Adrian Stephen, y otros dos compañeros (Bowen Colthurst y Leland Buxton) viajaron a Londres, se maquillaron, se vistieron con ropas exóticas y tomaron el tren a Cambridge, donde les esperaba un comité de bienvenida. Stephen (haciéndose pasar por el sultán), Cole (como su traductor) y sus cómplices hicieron una visita guiada a su propia universidad e incluso compartieron mesa y mantel con las autoridades locales. El momento más peliagudo de su visita fue cuando una dama local, que había sido misionera, intentó hablar con el supuesto sultán en su propio idioma. La rapidez de reflejos de Cole les permitió salir del apuro; el falso traductor puso como excusa que "el sultán sólo hablaría con ella si accedía a entrar a formar parte de su harén". La broma continuó hasta que el sultán tomó el tren de vuelta a Londres entre los saludos de las personas allí congregadas. La verdad sobre la visita saldría a la luz días después, cuando se confirmó que el verdadero sultán no había salido de Londres; pero Cole y Stephen no revelarían que habían sido ellos hasta que dejaron la Universidad.
Una broma así habría sido suficiente para casi cualquier persona. Para Cole, aquello no fue sino el comienzo de una serie de bromas que le harían célebre. En una ocasión, se encontró en la calle con un antiguo condiscípulo de sus días en el elitista colegio de Eton, Oliver Locker-Lampson, por aquel entonces miembro del Parlamento. Mientras conversaban, Cole se las arregló para deslizarse en el bolsillo su reloj. Luego de despedirse y así que Locker se hubo alejado algo, Cole salió corriendo tras él gritando "¡Al ladrón, al ladrón!" provocando la intervención de un policía, que arrestó al asombrado parlamentario. Ambos acabaron en comisaría y el asunto se zanjó con una multa de cinco libras para Cole por alterar el orden público.
Otra broma que dio mucho que hablar fue cuando, sin motivo aparente, comenzó a regalar entradas para una obra de teatro a todos los transeúntes calvos con los que se encontraba. El motivo se pudo ver cuando comenzó la función y los sorprendidos espectadores de la platea pudieron contemplar cómo aquellas cabezas calvas y brillantes situadas en asientos estratégicamente elegidos deletreaban una palabra obscena en el patio de butacas. En otra ocasión organizó una fiesta en la que los invitados acabaron por descubrir que todos ellos tenían apellidos terminados en -bottom (que en inglés se traduce como fondo, cola o, vulgarmente, culo).
En ocasiones, fingía ser un topógrafo y amablemente, pedía a un viandante que le sujetase durante un momento el extremo de una cuerda. Luego, doblaba la esquina y hacía la misma petición a otro amable transeúnte y se iba, dejando a las dos víctimas agarrando ambos extremos de la cuerda. Pero no todas sus chanzas eran premeditadas; Cole tenía una enorme capacidad de improvisación. Una vez se cruzó con una cuadrilla de trabajadores municipales que no tenían capataz, y los convenció de que era un alto cargo del ayuntamiento. Los llevó a Piccadilly Circus, en pleno centro de Londres, y los hizo cavar una zanja en mitad de una de las calles más transitadas de la capital, obligando a desviar el tráfico. Las autoridades tardaron varias horas en averiguar que nadie había ordenado cavar aquel agujero.

HMS Dreadnought
Pero sin duda la broma que más fama le dio fue la del Dreadnought. En febrero de 1910, el acorazado HMS Dreadnought, orgullo de la marina británica, se encontraba anclado en el puerto de Weymouth. cuando se recibió a bordo un telegrama firmado por el subsecretario de Asuntos Exteriores, sir Charles Hardinge, en el que se anunciaba la llegada de varios miembros de la familia real de Abisinia con la intención de visitar el buque. Os suena, ¿verdad? Cole había recuperado aquella vieja broma del sultán de Zanzíbar, renovándola y perfeccionándola.
Por aquel entonces, Horace de Vere Cole era un apreciado poeta que formaba parte del llamado Círculo de Bloomsbury, un grupo de intelectuales británicos caracterizados por su rechazo hacia la sociedad victoriana y su puritana moral. Fue precisamente en el seno de este grupo en el que se gestó la broma del Dreadnought, como protesta hacia la Marina, una institución profundamente conservadora y clasista. Seis miembros del grupo llevaron a cabo la carnavalada: Cole, su amigo Adrian Stephen, la hermana mayor de Adrian, Virginia Stephen (que luego sería famosa como escritora con el apellido de su esposo, Woolf), el abogado Guy Ridley, el artista Duncan Grant y el naturalista Anthony Buxton. Los cuatro últimos, maquillados y disfrazados, se hicieron pasar por los príncipes abisinios, mientras que Adrian Stephen fingía ser su intérprete, un alemán llamado "Herr Kauffmann" y Cole, un miembro del Foreign Office llamado "Herbert Cholmondeley".
Los seis partieron de la estación londinense de Paddington (donde Cole, con su descaro e inventiva, logró que se habilitase para ellos un tren especial) y llegó a Weymouth, donde les esperaba un recibimiento de gala de la Marina, con escolta oficial, banda de música y coche privado, para luego ser llevados a bordo del acorazado, donde fueron recibidos por el almirante sir William Henry May, comandante de la Home Fleet, que les rindió honores (por equivocación, fueron recibidos con la bandera y el himno de Zanzíbar y no de Abisinia, pero nadie pareció notarlo) y les guió en su visita al barco, que duró unos tres cuartos de hora. Los "príncipes" se mostraron encantados, hablando entre ellos y con el "intérprete" en un swahili irreconocible trufado con citas clásicas en latín y griego, y cuando algo les llamaba la atención, exclamaban entusiasmados "¡Bunga bunga!". Tras la visita, declinando amablemente una invitación a comer, la comitiva volvió a la estación y regresó a Londres. Siempre se ha discutido hasta qué punto los oficiales presentes fueron de verdad engañados o si algunos sólo fingían serlo; varios de ellos conocían a los miembros del Círculo e incluso uno de los presentes, el comandante Willie Fischer, era primo carnal de los Stephen.
La broma se hizo pública días más tarde, cuando Cole envió una fotografía de la "visita" al Daily Mirror. La noticia enseguida se extendió y supuso una profunda humillación para la Royal Navy, que se convirtió en objeto de las burlas del país. El engaño fue incluso objeto de debate en el Parlamento británico y algunos altos cargos de la Marina exigieron que Cole y los demás fueran arrestados y procesados; pero tuvieron que desechar la idea porque, siendo estrictos, ninguno de los seis había hecho nada ilegal. Lo único ilegal era el telegrama falso firmado por sir Charles Hardinge, pero se pudo probar que fue enviado después de que la comitiva partiera de Paddington (el nombre del cómplice que lo envió nunca se supo). La expresión "Bunga bunga" se hizo enormemente célebre; durante años se siguió utilizando para burlarse de la tripulación del Dreadnought y de sus oficiales, e incluso años más tarde, cuando el verdadero emperador de Etiopía visitó Inglaterra, tuvo que escuchar ese grito en algunas de sus apariciones.

La falsa comitiva abisinia: de izquierda a derecha, Virginia Woolf, Duncan Grant, Adrian Stephen, Anthony Buxton, Guy Ridley y Horace de Vere Cole
Después de esto, Cole siguió con sus bromas. Aprovechando cierto parecido físico con el líder del Partido Laborista Ramsay MacDonald (que llegaría a ser primer ministro), se hacía pasar por él para dar discursos en público donde causaba un profundo desconcierto entre sus oyentes al criticar virulentamente las políticas que el propio MacDonald defendía y proponer otras totalmente opuestas. Otras veces se disfrazaba de obrero y solicitaba la ayuda de la policía para cortar el tráfico en alguna calle, con la excusa de que se iba a llevar a cabo algún trabajo urgente. También conducía llevando a su lado un maniquí con el que fingía discutir para luego arrojarlo a la calle. Y en una ocasión condujo un rebaño de vacas a través de Picadilly hasta Leicester Square, donde celebró un picnic rodeado por ellas.
La fiebre bromista de Cole no se detuvo ni durante su luna de miel. En 1919 se casó con una joven heredera irlandesa. Parte de su viaje de novios discurrió por Italia y coincidió que el 1 de abril (el April's Fools Day, la versión anglosajona del Día de los Inocentes) estaban en Venecia. La noche del 31 de marzo al 1 de abril, Cole se escabulló del lecho conyugal y, con la complicidad de un barquero al que había contratado previamente, viajó al continente donde cargaron una gran cantidad de estiércol de caballo, que luego distribuyeron por toda la Plaza de San Marcos. La mañana del 1 de abril, los sorprendidos venecianos se despertaron para ver cómo su plaza más emblemática amanecía como si toda una manada de caballos se hubieran puesto de acuerdo para aliviarse a la vez en ella (en una ciudad en la que no hay caballo alguno).

Plaza de San Marcos (Venecia)
Aquel matrimonio acabaría fracasando; su mujer se hartó de sus continuas bromas y le abandonó. Tampoco su segundo matrimonio llegó a buen término; descubrió que el verdadero padre de su hijo era el amante de su mujer, un pintor llamado Augustus John. Horace de Vere acabaría sus días totalmente arruinado y murió en París de un ataque al corazón, el 25 de febrero de 1936. Su fama se mantuvo tras su muerte; cuando se descubrió que el famoso hombre de Piltdown era un fraude, se sospechó de él como uno de los responsables.
Apenas un año después de su muerte, su cuñado, Neville Chamberlain (casado con Anne de Vere Cole) se convertiría en primer ministro del Reino Unido. Cabe imaginarse las posibilidades de nuevas bromas que este parentesco le habría proporcionado al incorregible Horace de haber seguido vivo.

2 comentarios:

  1. Desde luego, le habría cuadrado ser uno de los autores del fraude del Hombre de Piltdown, porque aquél montaje fue absolutamente un disparate digno de alguien así.

    Saludos, y feliz año nuevo. Que nos sigas deleitando con personajes e historias como esta.

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    1. Uno de esos personajes excéntricos y tan típicamente británicos que no podrían haber nacido en otro país. Saludos, feliz año nuevo y gracias por pasarte por aquí, Rodericus. Espero seguir leyéndote mucho tiempo

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