Verba volant, scripta manent

viernes, 23 de enero de 2015

Animales devoradores de personas (IV)

Hace algún tiempo (han pasado cuatro años ya, tempus fugit) escribí tres artículos (1, 2 y 3) relatando algunos de los más conocidos casos de animales devoradores de personas. En aquel momento se quedaron algunos casos en el tintero que ahora recupero a modo de epílogo.

Kesagake, el oso de Sankebetsu
Ursus arctos lasiotus

La aldea de Sankebetsu Rokusen-sawa fue fundada a principios del siglo XX en la isla japonesa de Hokkaido, en un terreno ganado al bosque, y contaba con apenas 15 casas. A mediados de noviembre de 1915, la familia Ikeda descubrió a un gran oso pardo Ussuri (Ursus arctos lasiotus) devorando sus reservas de maíz. El oso huyó al ver a los humanos, pero volvió pocos días después. El señor Ikeda, temiendo que el oso hiciera daño a su familia o a los animales de la granja, decidió que era mejor matarlo. Y esperó a que volviera, acompañado de su hijo Kametaro y dos cazadores contratados. Cuando el oso reapareció, abrieron fuego contra él, hiriéndolo en un hombro. Siguieron su rastro hacia el monte Onishika para rematarlo, pero una inoportuna tormenta de nieve los obligó a regresar, pensando que seguramente el oso moriría por sus heridas. Sin embargo, el oso (al que luego apodaron Kesagake, que significa "herida en el hombro") logró sobrevivir, a pesar de que la herida le impedía cazar, pescar y alimentarse convenientemente, algo que, en vísperas del período de hibernación suponía la muerte. Por ello, el hambriento oso volvió al único lugar donde sabía que podía conseguir alimento: Sankebetsu. La mañana del 9 de diciembre entró en la granja de la familia Ota, vecina de los Ikeda, donde sólo estaban Mayu Abe, la esposa del señor Ota, y Mikio Hasumi, el bebé de una familia vecina al que Mayu estaba cuidando. Tras devorar parte de sus reservas de cereal el oso, frenético por alimentarse, derribó una de las frágiles paredes de la casa y atacó a los ocupantes. Mató primero al niño y luego atrapó a Mayu cuando trataba de huir, llevándose su cuerpo al bosque. Tras descubrirse la tragedia, se formó una partida de treinta hombres armados, que se internó en el bosque, donde no tardaron en dar con el oso; sin embargo, éste logró huir y las posteriores batidas sólo consiguieron encontrar el cadáver semidevorado de Mayu. Al día siguiente, la partida, aumentada ya a 50 hombres, salió de nuevo en busca del oso. Desgraciadamente, Kagesake aprovechó para volver a la aldea y atacó la granja de Yasutaro Miyoke, uno de los líderes de la partida. En la granja, además de la esposa de Miyoke, Yayo, y sus cuatro hijos, estaba también Take, la esposa embarazada de Ishigoro Saito (el otro líder de la partida de caza) y sus dos hijos, además de un leñador llamado Yukichi Nagamatsu. Cuando se dio la alarma, rápidamente acudieron varios hombres armados, que no fueron capaces de evitar la huida del oso. El escenario dentro de la casa era tan dantesco que sólo algunos vecinos, veteranos de guerra, se atrevieron a entrar. Take Saito, su hijo Haruo y el pequeño Kinzo Miyoke habían muerto. Iwao Saito y el hijo menor de los Miyoke, Umekichi, gravemente heridos, morirían poco después. Yayo Miyoke, su hijo Yujiro y Yukichi Nagamatsu (que se suicidaría la siguiente primavera arrojándose a un río) estaban heridos. Sólo los hijos mayores de los Miyoke, Riziko y Hisano, habían salido ilesos.
El día 11 llegaron a la aldea refuerzos: un grupo de policías de la ciudad de Tomamae, bajo el mando del inspector Suga, fuertemente armados. También llegó Heikichi Yamamoto, un antiguo oficial del ejército dedicado ahora a cazar osos. Todo el día y toda la noche, los cazadores montaron guardia en los tejados de la aldea, pero el oso no apareció. Al día siguiente, trataron de atraerlo usando como cebo el cadáver de una  de sus víctimas; el oso apareció alrededor de medianoche, pero algo le hizo desconfiar y volvió a huir. Sin embargo, al amanecer del día 13, se descubrió que el oso había estado merodeando por la aldea (cuyos habitantes, afortunadamente, no habían sido atacados): había devorado parte del grano de la granja de la familia Ota y luego había estado curioseando en al menos otras ocho casas. El inspector Suga decidió entonces levantar un muro de hielo y nieve a lo largo del río, que el oso cruzaba para entrar en la aldea, dejando libre únicamente el puente. Esa noche, el oso volvió a tratar de llegar a la aldea, pero fue recibido a tiros y huyó herido.
Un grupo de hombres salió en su persecución. Como el señor Ikeda pudo comprobar, el oso de nuevo se dirigía hacia el monte Onishika. Yamamoto, que iba en vanguardia, descubrió a Kesagake descansando en un hayedo; se aproximó en silencio, apuntó con cuidado y le disparó dos veces, acertándole en la cabeza y el pecho. El cuerpo del oso fue llevado a la aldea, donde se comprobó que medía 2'7 metros de largo y pesaba 380 kilos.

El tiburón de Nueva Jersey

Uno de los casos que más despertó el interés del público fue el provocado por una serie de ataques producidos en la costa del estado norteamericano de Nueva Jersey en el verano de 1916. Por aquel entonces, era mucho lo que se desconocía sobre los tiburones, e incluso los expertos trabajaban a menudo con hipótesis y datos sin confirmar. Aquel verano del 16 fue extremadamente caluroso y, además, coincidió con una epidemia de poliomielitis en el noroeste de EEUU, lo que hizo que los balnearios costeros y las playas de Jersey tuvieran una enorme afluencia de visitantes. El 1 de julio, un turista de Philadelphia llamado Charles Vansant, que se bañaba en Beach Haven con su perro, muy cerca de la orilla, fue atacado por un tiburón, que le desgarró el muslo izquierdo. Pese a que fue rescatado por un salvavidas, murió desangrado poco después. El día 6, un joven inmigrante suizo llamado Charles Bruder, que trabajaba como botones en el Hotel Essex & Sussex, fue atacado y devorado parcialmente cuando nadaba en Spring Lake. El siguiente ataque tuvo lugar el día 12 en el río Matawan, cerca de la ciudad de Keyport: un tiburón atacó a varios niños que se estaban bañando y se llevó al pequeño Lester Stillwell, de 11 años. Varios hombres del pueblo, creyendo que quizá Lester había sufrido una indisposición (era epiléptico) se metieron en el río para buscarlo; uno de ellos, Watson Stanley Fisher, fue atacado también y, al igual que Vansant, sufrió graves desgarros en un muslo que provocaron que muriera desangrado. Apenas media hora después, un joven de 14 años llamado Joseph Dunn, que nadaba junto a su hermano y un amigo no muy lejos de allí, fue mordido en una pierna, pero pudo ser salvado por sus acompañantes y llevado a un hospital, conde se recuperaría de sus heridas. Se ofreció entonces una recompensa por el tiburón y se colocaron mallas de alambre en la desembocadura del río para evitar que el tiburón volviera al mar. El cuerpo del pequeño Lester fue hallado dos días después, a la vez que se descubría un gran agujero en la malla. Los ataques, ayudados por la amplia cobertura que les dio la prensa, hicieron cundir el pánico, provocando un éxodo masivo de los veraneantes. Docenas de tiburones fueron capturados por pescadores que buscaban la recompensa ofrecida, pero ninguno resultó ser el que buscaban. Sin embargo, el día 14, un pescador aficionado llamado Michael Schleisser mató a un tiburón blanco (Carcharodon carcharias) que había quedado enredado en la red que usaba para pescar pegándole con un remo. Llevado a tierra, resultó ser una hembra joven que medía unos 2'3 metros de largo y pesaba 147 kilos. En su estómago se hallaron restos humanos, con lo que se dio por sentado que era el responsable de los ataques. Así se anunció públicamente, y como no volvió a haber ataques (aunque en eso también influyó el hecho de que las playas ahora estaban desiertas) la gente acabó por calmarse. No obstante, el caso quedó profundamente grabado en el imaginario popular, que empezó a ver a los tiburones como devoradores de personas, e inspiró la novela de Peter Benchley Tiburón, que más tarde Steven Spielberg llevaría al cine. Hoy en día, no obstante, la mayoría de los expertos creen que, si bien fueron tiburones oceánicos como el blanco los responsables de las dos primeras muertes, los ataques del río Matawan fueron obra de uno o varios tiburones diferentes, posiblemente tiburones toro (Carcharhinus leucas), una de las pocas especies de tiburón capaces de adaptar su metabolismo para permanecer períodos prolongados en agua dulce.

El leopardo de Panar
El leopardo de Panar

Uno de los más prolíficos devoradores de personas de que se tienen noticia fue un leopardo que durante años, en los comienzos del siglo XX, aterrorizó la región de Panar, en el distrito de Almora (en lo que hoy en día es el estado indio de Uttarakhand). Se le atribuyen no menos de 400 víctimas, a pesar de que en su época la prensa británica apenas se hizo eco de él (seguramente, por la remota y aislada localización de Almora). El famoso cazador Jim Corbett supo de él en 1907, mientras daba caza a la tigresa de Champawat, y en 1910 salió en su persecución, hasta dar con él y lograr abatirlo. En este caso, Corbett creía que el animal tenía alguna herida o enfermedad que le impedía cazar sus presas habituales y se había aficionado a cazar seres humanos haciendo presa en los cadáveres y moribundos abandonados en la jungla durante una epidemia de cólera sucedida poco antes de los primeros ataques del leopardo. Años más tarde, Corbett volvería a la región para dar caza a otro famoso leopardo asesino: el leopardo de Rudraprayag.

El leopardo del Valle de Mulher
Leopardo indio (Panthera pardus fusca)

En 1903, un empleado del Imperial Forestry Service llamado L. S. Osmaston anunció haber abatido a un leopardo que se había cobrado la vida de al menos treinta personas en el valle de Mulher, en el distrito indio de Nashik, entre 1901 y 1902. Osmaston realizó varias batidas, sin éxito, hasta que en marzo de 1902 tuvo que dejar la región por motivos de trabajo. Volvió a la zona en noviembre de ese año y reanudó sus intentos de acabar con el animal. El 3 de diciembre, el leopardo mató en Wadai a un chico de 15 años que ya había sobrevivido a un ataque suyo y se llevó su cuerpo a una zona de hierba alta, donde comenzó a devorarlo. Osmaston siguió su rastro hasta dar con el cuerpo y preparó una emboscada, escondiéndose en una carreta cubierta de maleza  en cuyo interior esperó pacientemente que el animal volviera a devorar el resto del cadáver. El cazador oyó al leopardo acercarse al caer la tarde, pero no fue hasta que hubo oscurecido cuando el animal se acercó al cuerpo. Entonces, en cuanto lo tuvo a tiro, Osmaston disparó los dos cañones de su rifle, hiriendo al animal. Ya de día, siguió su rastro, hasta hallarlo, herido pero vivo, y pudo rematarlo. Osmaston creía que el animal se había aficionado a cazar personas tras la hambruna que asoló la región en los años 1899 y 1900, y que seguramente había comenzado alimentándose de enfermos y moribundos. Además, también sospechaba que, aparte de los treinta muertos y once heridos de Nashik, también era el responsable de otros ataques en los vecinos distritos de Dhule y Dhang.

El oso de Mysore
Melursus ursinus

El oso bezudo o perezoso (Melursus ursinus), presente en todo el subcontinente indio, no es un animal que destaque por su ferocidad. Aunque a veces se le ha visto cazando, suelen preferir las frutas y las hormigas. Los casos de ataques a humanos son rarísimos, pero sin embargo, en 1957, uno de estos osos aterrorizó el distrito hindú de Mysore. No se sabe a ciencia cierta qué convirtió a este oso en un cazador de personas. Los aldeanos de la región contaban que el oso trató de llevarse a una joven de una aldea para convertirla en su esposa y que al impedírselo los demás aldeanos se enfureció y empezó a atacar a las personas. Posiblemente se tratase de un ejemplar herido o hambriento, o de una hembra que hubiese perdido a sus cachorros. Los primeros ataques tuvieron lugar en las colinas de Navgara, al oeste de la ciudad de Arsikere. El oso se escondía en las colinas de la zona y bajaba a la llanura en busca de presas. Poco a poco, sus ataques se volvieron más y más osados. Además, destacaba su insólita ferocidad: la mayoría de las víctimas eran atacadas en rostro y cabeza; a menudo las que sobrevivían quedaban horriblemente desfiguradas. Fue un habitante de la zona, un anciano llamado Alam Bux, el que solicitó la ayuda del afamado cazador Kenneth Anderson, después de que el oso hubiese matado a su hijo. Anderson creyó que la caza del oso iba a ser sencilla y se presentó en el lugar sin apenas equipo; pero después de toda una noche buscando al animal sin resultado, volvió a Bangalore pidiendo que le avisasen en caso de un nuevo ataque. Un mes después, el oso atacó a dos leñadores del pueblo de Sakrepatna (uno de los cuales murió) y Anderson fue de nuevo requerido. Tras desplazarse a la zona y ser notificado de un nuevo ataque, se internó sólo en la selva siguiendo el rastro del oso, pero al encontrar a la otra víctima del ataque, gravemente herida, desistió de la persecución y trató de salvarlo. Lamentablemente, el hombre murió y Anderson, con un fuerte esguince de tobillo, tuvo de nuevo que darse por vencido. Una semana después, ya recuperado, Anderson volvió a Sakrepatna, donde le informaron de que el oso había sido visto en unos campos de cultivo a unas tres millas del pueblo. Pasada la medianoche del día siguiente, tras hacer guardia durante varias horas, Anderson lo mató disparándole en el pecho. El oso había matado a doce personas (a tres de ellas además las devoró parcialmente) y herido a dos docenas más. En su libro Man-Eaters and Jungle Killers, Anderson dedicaría un capítulo al oso de Mysore, inclinándose por la teoría de que el oso había sido previamente herido por humanos, lo que había alterado su comportamiento. Por cierto, Baloo, el oso de El libro de la selva, también era un bezudo.

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