Verba volant, scripta manent

viernes, 31 de julio de 2015

El cementerio que no existe

El Cementerio Americano de Oise-Aisne

Cerca del pueblo de Fère-en-Tardenois, en la Picardía francesa, se encuentra el Cementerio y Memorial Americano de Oise-Aisne, en el que yacen los restos de 6012 soldados norteamericanos (entre ellos, los de 597 que jamás fueron identificados) caídos en combate durante la Primera Guerra Mundial, además de un monumento en recuerdo de otros 241 soldados dados por desaparecidos en combate y cuyos cuerpos no fueron recuperados. Creado en 1918 en un terreno cedido por el gobierno francés, ocupa unas 15 hectáreas de terreno y es un lugar muy agradable, cuidado con esmero, con paseos arbolados y dividido en cuatro parcelas: A, B, C y D.
A no mucha distancia, separado de la sección principal, existe otro cementerio de soldados norteamericanos, mucho más modesto, de apenas 400 metros cuadrados, que se conoce como Parcela E y que, oficialmente, no existe: no se menciona en documentos oficiales del ejército, ni en la web de la Comisión Americana de Monumentos de Guerra, ni siquiera en los folletos y mapas editados para los visitantes del cementerio de Oise-Aisne. El motivo de tal encubrimiento es la particular condición de los hombres que yacen allí enterrados: se trata de soldados condenados a muerte y ejecutados durante la Segunda Guerra Mundial por haber cometido graves crímenes (asesinato y violación) contra otros soldados del ejército norteamericano o contra civiles de los países en los que se encontraban.
Durante la Segunda Guerra Mundial, 98 soldados norteamericanos fueron condenados a muerte y ejecutados, por ahorcamiento o fusilados, en el frente europeo, todos ellos acusados de asesinato o violación, con una única excepción: el soldado Eddie Slovik, ejecutado por desertor en Francia el 31 de enero de 1945 (se trata del único soldado estadounidense ejecutado por deserción desde la Guerra de Secesión). Mucho se ha hablado del sesgo racista de estas condenas: 80 de los 98 ejecutados eran negros o hispanos. Sus cuerpos fueron enterrados cerca de donde habían sido ajusticiados, en distintos cementerios de Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia, Polonia y Argelia hasta que, en 1949, se decidió trasladar a 96 de ellos a este nuevo cementerio creado ex-profeso para los que habían sufrido lo que en los registros oficiales figura como "muerte deshonrosa". Muchas de las familias de estos soldados no fueron informadas de las circunstancias de sus muertes hasta años o décadas más tarde, limitándose a informarlos de que habían muerto debido a "mala conducta intencionada".
Es tal el secretismo que rodea este cementerio que aún hoy no se sabe de quién o quienes partió la orden de su creación ni sus motivos; quizá buscaban esconder una página vergonzosa de su historia militar, o quizá consideraban inmerecido que estos hombres estuviesen enterrados junto a otros soldados caídos en combate. Sea como fuere, se tomaron muchas molestias para construir este lugar y mantenerlo oculto.

La Parcela E
La Parcela E está a varios cientos de metros de las otras cuatro, separada de ellas por una carretera, escondida en medio de una zona arbolada y rodeada de setos que impiden la visión desde el exterior. Sólo se accede a ella a través de una puerta en el despacho del superintendente del cementerio. No se permite el acceso al público en general y es complicado obtener permiso para visitarla. Las tumbas carecen de lápidas: tienen sólo un pequeño rótulo de piedra, del tamaño de una tarjeta de crédito, en el que figura únicamente el número de la tumba; ni nombres, ni fechas, ni dato alguno sobre quién está allí enterrado. Una sencilla cruz de granito es el único adorno del lugar. Ni siquiera se permite la presencia de la bandera norteamericana, y la distribución del lugar es tan detallista que hasta las tumbas están orientadas a espaldas de las del cementerio oficial.
Hoy en día, permanecen allí enterrados 94 cuerpos (dos de los originalmente trasladados allí fueron exhumados y repatriados a EEUU en 1987 y 1990).

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