Verba volant, scripta manent

lunes, 28 de septiembre de 2015

La desaparición de los niños Sodder


La noche de Nochebuena del año 1945 la calma parecía reinar en la pequeña localidad de Fayetteville, en Virginia Occidental. La mayoría de sus habitantes ya estaban durmiendo, y la familia Sodder no era una excepción. Los Sodder eran una familia de origen italiano que se había instalado en el pueblo (donde ya existía una pequeña pero activa colonia de italoamericanos) años atrás y se había ganado el aprecio de sus vecinos. El padre, George Sodder, había nacido en Cerdeña (su verdadero nombre era Giorgio Soddu) y se había trasladado siendo un adolescente a EEUU junto a su hermano. En Smithers (Virginia Occidental), donde había vivido y trabajado durante unos años, había conocido a Jennie Cipriani, que al igual que él había nacido en Italia y llegado a Norteamérica siendo niña, y se casó con ella. Juntos habían tenido diez hijos: John (nacido en 1922), Joseph Samuel (1924), Mary Ann (1926), George Jr. (1929), Maurice Antonio (1931), Martha Lee (1933), Louis Erico (1935), Jennie Irene (1937), Betty Dolly (1940) y Sylvia (1943). Su último hijo, Robert, nacería en 1950. A fuerza de mucho trabajo y sacrificios, George Sodder había logrado levantar una pequeña empresa de transporte de mercancías.
Aquella noche la familia dormía tranquilamente. En la planta baja de la casa dormía el matrimonio con la pequeña Sylvia, y John, Mary y George Jr., mientras que Maurice, Martha, Louis, Jennie y Betty lo hacían en la planta superior. Faltaba Joseph, alistado en el ejército y movilizado con su regimiento. Ya entrada la madrugada, sonó el teléfono. Jennie Sodder se levantó a responder, pero resultó ser una equivocación. Le llamó la atención que las luces de la escalera estuviesen encendidas y que la puerta principal no estuviese cerrada con llave, pero supuso que sus hijos seguían en sus camas y se limitó a cerrar la puerta. Tras volver a la cama, y mientras trataba de conciliar el sueño, Jennie escuchó un ruido apagado, como de algo que caía al suelo en el piso superior, y poco después notó olor a humo. Era aproximadamente la 1:30 de la mañana.

Jennie Sodder con su hijo mayor, John
Cuando el matrimonio salió de su dormitorio, se encontró el vestíbulo lleno de humo y las llamas devorando las escaleras que llevaban al piso superior. Gritaron tratando de avisar a los niños que dormían arriba, pero no obtuvieron respuesta, por lo que abandonaron la casa pensando que a lo mejor ya habían salido, Pero no estaban allí. George trató de acceder a las habitaciones a través de las ventanas con una escalera que había tras la casa, pero misteriosamente la escalera no estaba donde la habían dejado. Intentó arrancar alguno de sus camiones para acercarlo a la casa y que los niños pudieran saltar, pero fue incapaz de encender ninguno.
Varios de los vecinos de los Sodder llamaron a los bomberos, e incluso Mary Sodder corrió a casa de sus vecinos a dar el aviso. Pero, extrañamente, nadie en la centralita respondió a sus llamadas. Fue un vecino el que se desplazó en su coche a casa del jefe de bomberos, el cual a su vez avisó al resto de sus hombres. Pero entre unas cosas y otras, no fue hasta las ocho de la mañana que pudieron llegar al lugar del incendio. Demasiado tarde; el pavoroso incendio había consumido la casa en apenas una hora, y para cuando los bomberos llegaron, no quedaban sino cenizas humeantes.
Nadie parecía tener dudas de que los cinco pequeños habían fallecido en el incendio. Sin embargo, sorprendentemente no se encontraron restos de los cadáveres entre los escombros de la casa, algo verdaderamente insólito. Para que un cuerpo quede completamente reducido a cenizas, incluso el de un niño, es necesario un fuego muy intenso actuando durante un periodo prolongado de tiempo, unas condiciones que no suelen darse en un incendio doméstico como el de la casa de los Sodder. Además, el inspector de policía que revisó el lugar apuntó a un cortocircuito como causa del fuego; algo rechazado por los Sodder, que afirmaban que mientras el incendio consumía la casa, varias luces seguían encendidas, lo que contradecía dicha teoría. Y hacía sólo unos meses que George había hecho revisar la instalación eléctrica de la casa, que se encontraba en perfecto estado.
Una semana más tarde, un comité judicial declaraba oficialmente muertos a los cinco niños y el forense expidió los correspondientes certificados de defunción. Pero ello no satisfizo a los desconsolados padres, convencidos que aquel supuesto accidente ocultaba algo más. La extraña serie de acontecimientos de aquella noche, el descubrimiento de que la línea telefónica de la casa había sido cortada antes del fuego, la ausencia de restos, les convenció de que sus hijos habían sido secuestrados y que el fuego no era más que una distracción para hacerles creer a todos que los pequeños habían muerto. También empezaron a recordar sucesos extraños acontecidos antes del fuego. Meses antes, un vecino había ofrecido a los Sodder un seguro de vida para toda la familia, y la negativa de George había derivado en una discusión en la que el vendedor había dicho literalmente que "su casa se convertirá en humo y sus hijos serán destruidos, y usted pagará por sus sucias opiniones sobre Mussolini". Porque George Sodder era un notorio antifascista que había criticado públicamente al dictador italiano en el pasado, lo que le había causado algún que otro roce con miembros de la comunidad italoamericana favorables al Duce. Y sólo unos días antes de Navidad, los hijos mayores habían visto a un hombre desconocido que, dentro de un coche aparcado al otro lado de la calle, parecía observar a los niños más pequeños cuando iban camino del colegio.


Los Sodder trataron por todos los medios de que la policía abriese una investigación, pero recibieron una negativa por respuesta; el caso para ellos estaba cerrado. Escribieron también al director del FBI, J. Edgar Hoover, quien les respondió que no era su jurisdicción, pero que podía intervenir si las autoridades locales se lo pedían; pero tanto la policía como el departamento de bomberos se negaron. Eso no les detuvo: comenzaron a buscar pistas sobre el posible paradero de sus hijos. Encontraron tres testigos que decían haber visto a los niños después del incendio. Una mujer de Fayetteville aseguraba haberlos visto en un coche la misma noche del incendio. La camarera de un bar de carretera a cincuenta millas de su casa afirmó haberlos visto acompañados de varios hombres y haberles servido el desayuno a la mañana siguiente al fuego; y la recepcionista de un motel en Charleston, Carolina del Sur (a 700 km de distancia) afirmó que se habían alojado en su establecimiento una semana después del incendio, acompañados por dos hombres y dos mujeres que hablaban italiano, que se mostraron muy recelosos y le impidieron hablar con los niños; viajaban en un coche con matrícula de Florida. Además, un conductor de autobús que pasó aquella noche por delante de su casa afirmó haber visto lo que parecían "bolas de fuego" lanzadas contra el tejado de la casa (los Sodder creían que se trataba de algún artefacto incendiario y que ese fue el ruido apagado que escuchó Jennie antes del incendio). Ninguno de estos testimonios consiguió que la policía reabriera el caso.
Visto la falta de colaboración de las autoridades, los Sodder recurrieron a un detective privado. Éste no tardó en descubrir algunos hechos curiosos; como, por ejemplo, que el mismo vendedor de seguros que había discutido con George Sodder formaba parte del comité que había declarado muertos a los niños. También descubrió entre los restos de la casa una caja metálica con un trozo de carne en su interior, que resultó ser hígado de vaca. En 1949, un patólogo contratado por los Sodder halló fragmentos de vértebras humanas en el lugar del incendio; fragmentos que no mostraban señales de fuego, por lo que supuso que, al igual que el hígado, habían sido puestos allí deliberadamente para hacer creer que los niños no habían sobrevivido al incendio.
Desesperados, los Sodder llegaron a ofrecer una recompensa de 5000 $, que luego se aumentó a 10000, por cualquier pista que llevase a esclarecer el destino de sus hijos. Esto provocó la aparición de mucha gente con "pruebas", "indicios" o que afirmaba haber visto a los niños o conocer su paradero. George investigó aquellos que le parecían más fiables, pero sus pesquisas acababan siempre sin resultados.

Fotografía del supuesto Louis Sodder
Y en 1968, un nuevo suceso misterioso vino a embarullar más el caso. A nombre de Jennie Sodder se recibió en su casa una carta que contenía una fotografía de un joven de veintipocos años, moreno y de ojos oscuros, que en su parte posterior llevaba una críptica inscripción que decía "Louis Sodder. I love brother Frankie. Ilil Boys. A90132 (o 35)". Las autoridades opinaron que se trataba de una broma pesada o de algún bulo. Los Sodder, sin embargo, creyeron que aquel podía ser de verdad su hijo, y enviaron a un detective a Kentucky, donde había sido sellada la carta, sin resultados. El hombre de la fotografía jamás pudo ser identificado.
George Sodder, agotado por los años de incertidumbre y sufrimiento, falleció al año siguiente. Su esposa Jennie le sobrevivió veinte años; murió en 1989. Sus hijos y nietos continuaron la búsqueda, sin resultado. Hoy en día la única de sus hijos que aún sigue con vida es su hija Sylvia, con 72 años.
Los Sodder siempre creyeron que sus hijos habían sido víctimas de una red de adopciones ilegales, similar a la dirigida por Georgia Tann (un caso célebre destapado en 1950), aunque la edad de los niños no encajaba bien en esta teoría; eran algo mayores para una adopción. Otros, sin embargo, apuntan a oscuras motivaciones relacionadas con el crimen organizado: no sólo por el origen italiano de la familia, también porque George Sodder era dueño de varios camiones de transporte de carbón y el transporte por carretera es un sector que tradicionalmente se ha considerado que estaba controlado por la mafia.

jueves, 24 de septiembre de 2015

Un piloto sueco en Biafra

Carl Gustaf Ericsson von Rosen (19/8/1909-13/7/1977)

Carl Gustav Ericsson von Rosen tuvo siempre cierta inclinación a la aventura que seguramente tenía cierto componente genético, ya que era hijo del conde sueco Eric von Rosen, conocido explorador y etnógrafo (y cofundador del NSB, un pequeño partido de ideología nazi que alcanzó cierta popularidad entre la clase alta sueca en los años 30). Desde pequeño, Carl mostró un gran interés por la mecánica y más tarde se despertaría en él la fascinación por los aviones, en buena parte por la influencia de su tío, que era nada menos que Hermann Göring (casado con su tía materna Carin Fock), as de la aviación alemana en la Primera Guerra Mundial (había servido a las órdenes del legendario Barón Rojo y acabaría al mando de su escuadrón después de su muerte) y futuro comandante de la Luftwaffe durante el nazismo.
En 1929 consiguió la licencia de piloto y en 1934, la de piloto de líneas aéreas, aunque, como muchos otros aspirantes, comenzó su carrera como mecánico y piloto de exhibiciones aéreas. En 1935 se alistó como voluntario en las filas de la Cruz Roja y viajó a Etiopía, donde las tropas de Mussolini luchaban con las del emperador Haile Selassie en la Segunda Guerra Italo-etíope. Allí, se dedico a transportar suministros médicos y víveres y a evacuar a heridos del campo de batalla. En ocasiones se acercaba tanto al frente que llegó a verse afectado por el gas mostaza que utilizaban los transalpinos como arma química.
Tras volver a Europa y divorciarse de su primera esposa, Mille Wijkmark, von Rosen se instaló en Holanda trabajando como piloto de la compañía KLM, casándose de nuevo con la holandesa Hanny Krijgsman. Pero el estallido de la Segunda Guerra Mundial puso fin a su vida tranquila. Tras un breve periodo al servicio del ejército finlandés durante la Guerra de Invierno, luchando contra los soviéticos, al producirse la invasión de Holanda Carl huyó a Inglaterra, llevando consigo en un avión de la KLM numerosa documentación del gobierno holandés. Hanny, por su parte, prefirió quedarse en Holanda y se unió a la resistencia (se divorciarían en 1943). Cayó en manos de la Gestapo y fue enviada al campo de concentración de Dachau y, aunque sobrevivió a la guerra, nunca pudo superar esa traumática experiencia y se suicidó en 1949.
En Inglaterra, von Rosen trató de alistarse en la RAF, que ya tenía una nutrida colonia de pilotos extranjeros (franceses, holandeses, polacos, checos...), pero fue rechazado por ser pariente de Göring y regresó a Suecia, donde trabajó como piloto de la compañía AB Aerotransport hasta el final de la guerra.
En 1945 su espíritu de aventura pareció renacer y se instaló en Etiopía con su tercera esposa (su prima, Gunvor Lilian Martin), convertido en instructor de la Fuerza Aérea etíope. Allí permaneció hasta 1956 (los rumores apuntan a una serie de desencuentros con oficiales etíopes como causa de su marcha), cuando volvió a Suecia y trabajó como piloto en la compañía Transair, especializada en vuelos charter. Cuando en 1960 estalló la Crisis del Congo, la ONU contrató a Transair para que se encargara de los traslados de sus representantes, y von Rosen volvió una vez más a África convertido en el piloto personal del secretario de las Naciones Unidas, el noruego Dag Hammarskjöld. Hammarskjöld murió en un accidente aéreo en 1961, un vuelo que debería haber pilotado von Rosen pero que no pudo por estar enfermo.


En 1967, la región nigeriana de Biafra, rica en yacimientos petrolíferos y habitada mayoritariamente por la etnia igbo, declaró su independencia, como consecuencia de una serie de conflictos entre regiones y etnias. Esto trajo consigo el inicio de una cruenta guerra civil adonde llegó von Rosen como piloto de agencias humanitarias, llevando con gran riesgo cargamentos de ayuda a los biafreños desde el archipiélago de São Tomé y Príncipe. Enojado por los ataques de los nigerianos a la población civil y el acoso a los aviones que les llevaban ayuda, von Rosen decidió ayudar en lo posible a los rebeldes a contrarrestar la superioridad aérea de los nigerianos (dotados por sus aliados soviéticos de modernos cazas MiG-17). Con el apoyo del servicio secreto francés trató de comprar aviones de combate de segunda mano en Europa o América, pero todo lo que pudo conseguir fueron cinco avionetas Malmö MFI-9 de fabricación sueca. Von Rosen las llevó a Biafra, las pintó de camuflaje y las armó con lanzacohetes suministrados por los franceses, y con otros cinco pilotos (dos suecos y tres biafreños) formó un improvisado escuadrón de combate que se hacían llamar a si mismos "Biafra Babies".

Avioneta Malmö MFI-9
Y por increíble que parezca, aquellas improvisadas fuerzas aéreas tuvieron un éxito rotundo frente a las más numerosas y modernas aeronaves enemigas. Volando bajo para evitar los radares, aquellas avionetas y sus osados pilotos lanzaron a partir del 22 de mayo de 1969 una serie de ataques contra los principales aeródromos nigerianos, tomando por sorpresa a los defensores y destruyendo con sus lanzacohetes un buen número de MiG-17 y tres bombarderos Ilyushin Il-28, amen de varios helicópteros, sin darles tiempo a despegar. Las semanas siguientes lanzaron ataques contra posiciones del ejército nigeriano y convoyes militares.
Pero al final, el poderío militar nigeriano decantó la guerra a su favor hasta la rendición de Biafra a principios de 1970. Von Rossen y los suyos tuvieron que huir del país. Pero su afán aventurero no decreció. Entre 1974 y 1977 realizó numerosos vuelos llevando alimentos para las víctimas de la hambruna en Etiopía. Y allí fue donde murió, el 13 de julio de 1977, en la ciudad de Gode, durante un ataque de las tropas de Somalia al comienzo de la llamada Guerra de Ogaden que enfrentó a somalíes y etíopes por la posesión de dicho territorio. Su cadáver fue enterrado en el cementerio de Gulale, en Addis Abeba.
Carl von Rosen dejó seis hijos: Nils Gustaf (1932) de su primer matrimonio; Margaretha (1938) e Yvonne (1940) del segundo; y Astrid (1945), Eric (1950) y Carl (1953) del tercero.

miércoles, 16 de septiembre de 2015

La ballena más solitaria del mundo

Ballena azul

En el año 1989, un equipo de investigadores del Instituto Oceanográfico de Woods Hole (Massachusets) registraban por primera vez un inusual canto de ballena, distinto a todos los conocidos hasta entonces. La ballena responsable de tal sonido emitía su canto a la insólita frecuencia de 52 hercios, bastante superior al de las especies de ballenas con patrones de migración más parecidos, la ballena azul (Balaenoptera musculus) y el rorcual común (Balaenoptera physalus), cuyos cantos varían entre los 10-39 hz la azul y sobre 20 hz el rorcual. El insólito canto volvió a ser captado en 1990 y 1991, y desde 2004 se la ha detectado anualmente. Además, ha sido situada en un amplio abanico de localizaciones diferentes en el Pacífico, desde las islas Aleutianas y Kodiak en el norte, hasta las costas de California en el sur, con unos patrones de migración que, si bien se parecen a los de las ballenas azules, no coinciden en el tiempo con ellos. Por su frecuencia, a esta ballena se la conoce como "la ballena de 52 hercios".

Espectrograma de la señal de 52 hz de la misteriosa ballena
A día de hoy, todavía nadie ha podido establecer con certeza a qué especie pertenece esta ballena tan única. Sus patrones de canto son muy específicos, y se diferencian claramente de los de las ballenas azules y rorcuales, siendo más cortos y repetitivos. Nunca se ha detectado a ninguna otra ballena con un patrón parecido y tampoco hay constancia de que ninguna de las ballenas que rodean a este ejemplar le haya respondido nunca, lo que lleva a algunos a conocerla como "la ballena más solitaria del mundo".
Hay diversas teorías que tratan de explicar qué animal se halla tras este canto. Muchos opinan que puede tratarse de un ejemplar de ballena azul con algún tipo de malformación congénita, o incluso sorda. De tratarse de este caso, dicha discapacidad no parece afectar a su salud, ya que la ballena ha sobrevivido casi tres décadas, ha madurado (como parece indicar el cambio del tono de su canto) y parece encontrarse bien. También se especula con que pueda tratarse de un híbrido de ballena azul con otra especie. E incluso hay quien sostiene (con poca base científica, todo hay que decirlo) que se trata de un ejemplar de una nueva especie de cetáceo, todavía desconocida para la ciencia.

viernes, 11 de septiembre de 2015

The Velvet Underground

The Velvet Underground (1965). De izquierda a derecha, Nico, Tucker, Morrison, Reed y Cale

A principios de los años 60, la ciudad de Nueva York era un hervidero de ideas en el que se estaba gestando un gran cambio, social y artístico. Nuevas tendencias e ideas se abrían paso luchando contra los convencionalismos y las tradiciones heredadas. Y la música no era una excepción. Músicos llegados prácticamente de cualquier parte experimentaban nuevos sonidos, nuevos lenguajes, nuevas maneras de hacer las cosas. Y en medio de aquel hervidero de novedades, dos jóvenes músicos que intentaban abrirse camino se conocieron en 1964 en una pequeña discográfica llamada Pickwick Records.
Por un lado, Lewis Allen Reed, al que todos llamaban Lou, hijo de un acomodado matrimonio judío de Nueva York, salido hacía poco de la universidad y que, tras haber tocado en varios grupos de efímera existencia, trabajaba en Pickwick como compositor. Por otro, John Davies Cale, un joven músico nacido en el seno de una modesta familia minera de Gales, cuyo talento le había valido una beca para estudiar música clásica en Nueva York, pero cuyo gusto por la experimentación le había conducido por otros derroteros. Ambos tocaron juntos en un grupo llamado The Primitives y, dada la buena sintonía entre los dos, decidieron crear su propio grupo. Aun siendo diferentes, se complementaban bien: Reed aportaba las raíces rockeras y las influencias literarias, además del carisma de cara al público; Cale, más discreto y huidizo, ponía la vanguardia y su talento como multiinstrumentista. Reclutaron a otros dos miembros: Sterling Morrison, antiguo compañero de universidad de Reed, al bajo; y Angus McLise, compañero de piso de Cale, a la batería. Y así nació un grupo que se llamaría inicialmente The Warlocks. Pronto pasarían a llamarse The Falling Spikes y, finalmente, The Velvet Underground, nombre que tomaron de un libro de Michael Leigh sobre el sadomasoquismo.
Tras unos meses actuando en garitos y con algunas grabaciones caseras, les llegó su primer contrato remunerado: una actuación a finales de 1965, como teloneros de otro grupo llamado The Myddle Class, por la que cobrarían 75 $. Eso supuso la salida del grupo de McLise, disgustado por lo que consideraba una "comercialización" del grupo. Fue sustituido por Maureen "Moe" Tucker, la hermana menor de un amigo de Morrison. Pese a su estilo un tanto excéntrico y a las reticencias iniciales de Cale, no tardó en consolidarse dentro del grupo.

Los componentes de la banda, con Andy Warhol
Poco después conseguían un puesto como banda residente en un local llamado Cafe Bizarre. Fue allí donde los vio por primera vez el conocido artista Andy Warhol, y de inmediato llamaron su atención. Con un sonido oscuro y distorsionado, con unas canciones que trataban temas como la sexualidad no convencional (travestismo, sadomasoquismo) o la adicción a las drogas, se apartaban de lo habitual y Warhol acabó convirtiéndose en su mecenas y asesor. El artista los contrató para su estudio neoyorquino, The Factory, donde pusieron música a algunos de los filmes underground que Warhol y sus colaboradores realizaban, y  también a su exposición artística multimedia, la Exploding Plastic Inevitable. Además, nombró a su colaborador Paul Morrissey representante del grupo y consiguió que admitieran como cantante a la actriz y modelo alemana Nico (cuyo nombre real era Christa Päffgen), amiga suya. También gracias a Warhol la banda consiguió su primer contrato discográfico con la Verve Records (filial de la MGM) y asimismo fue el productor de su primer disco: el legendario The Velvet Underground & Nico.


Problemas internos de la discográfica retrasaron la edición del disco durante un año, hasta mayo de 1967. No fue un gran éxito de ventas; la banda nunca logró grandes números y el disco sólo alcanzó el puesto 171 en la lista de los más vendidos. No obstante, acabó por convertirse en uno de los discos más influyentes de la década y de él diría años más tarde Brian Eno que "poca gente lo compró, pero todos los que lo compraron formaron luego su propia banda". Memorable es también su portada, obra cómo no de Warhol, el célebre plátano que en los discos originales permitía que su piel fuese retirada, dejando ver una pulpa rosada (hoy en día, aquellos originales son piezas de coleccionista que pueden valer miles de dólares). Canciones legendarias como Heroin, Venus in Furs y I'm Waiting for the Man convierten a este disco en una de las grandes influencias de la música moderna.
A partir de ese momento, las relaciones entre Warhol y la banda, especialmente con Lou Reed, comenzaron a enfriarse, concluyendo con la marcha de Warhol y Nico poco antes de que el grupo comenzara a grabar su segundo disco, White Light/White Heat, editado en enero de 1968, que apenas tuvo repercusión.


Poco después, John Cale dejaba la banda. El choque de egos con Reed, ambos con distintas opiniones acerca del camino que debía seguir la banda, provocó la ruptura entre los dos y Cale abandonaba la Velvet para comenzar una fructífera carrera como instrumentista, compositor, productor (produjo discos a Nico y a los Stooges, entre otros) e intérprete, tanto en solitario como formando parte de grupos como Sham 69 o Modern Lovers. Su puesto en el grupo fue ocupado por el bajista Doug Yule, un buen músico pero sin el talento y el ánimo experimental de Cale.
El tercer disco de la banda, llamado sencillamente The Velvet Underground, se publicó en marzo de 1969. La ausencia de Cale es más que evidente; es un disco mucho más convencional, sin los alardes experimentales del galés (que había llegado a proponer grabar el disco con los amplificadores bajo el agua).
La Velvet pasó buena parte de ese año de 1969 actuando en diversas ciudades de EEUU y Canada, tratando de darse a conocer entre un público más amplio. Sin embargo, a finales de ese año, el nuevo presidente de la MGM, Mike Curb (un republicano conservador que años después sería vicegobernador de California) decidió echar de la compañía a todas las bandas "moralmente cuestionables", que hiciesen apología de las drogas o de la filosofía hippie; un total de 18 grupos, entre ellos, los míticos The Animals y la Velvet Underground, quienes firmarían poco después con la Atlantic Records.
Entre junio y agosto de 1970, la Velvet Underground fue la banda residente de un conocido night club de Nueva York, el Max's Kansas City. Después de eso, Reed, agotado y desilusionado por la escasa repercusión del grupo, decidió abandonarlo. El cuarto disco del grupo, Loaded, se publicó en noviembre de 1970. Es el disco más convencional de la banda, el más parecido al estilo que luego tendría Reed en su carrera en solitario, y también el más vendido del grupo. En él se incluían algunos de sus temas más populares, como Sweet Jane y Rock and Roll.


Tras la marcha de Reed, la banda no volvió a ser lo que era. Sterling Morrison dejó el grupo en 1971 para dedicarse a la enseñanza y Maureen Tucker, que había estado alejada de los escenarios desde principios de 1970 por el nacimiento de su primer hijo, volvió por un breve período entre 1970 y 1971, antes de dejarlo definitivamente. Sin ninguno de sus miembros originales, la banda quedó en manos de Doug Yule y del manager Steve Sesnick, quienes trataron de mantenerla en funcionamiento para aprovechar el relativo éxito que la banda comenzaba a tener en EEUU y Europa. Reclutaron a nuevos músicos (Walter Powers al bajo y Willie Alexander como voz y teclados) pero los fans de la banda rechazaron esta nueva formación. Aún así, Sesnick logró a finales de 1972 un contrato para varios conciertos en el Reino Unido y la grabación de un disco con la compañía Polydor, gracias a la buena acogida que tuvo la publicación de Live at Max's Kansas City, un disco en directo de una de las últimas actuaciones de la banda en su estancia en el night club, grabada por una fan. Así que Yule reunió a un nuevo grupo de músicos: Rob Norris a la guitarra, George Krzyzewski al bajo y Mark Nauseef a la batería. Los conciertos apenas tuvieron repercusión y Yule grabó en Londres el disco Squeeze, el último disco de estudio publicado bajo el nombre de la Velvet Underground. Lo hizo casi en solitario, escribiendo y componiendo todas las canciones y grabando la mayoría de los instrumentos, con la única colaboración del bajista de Deep Purple, Ian Paice, y varios músicos de estudio. El disco fue ignorado por la crítica y el público, y con el tiempo acabó por ser suprimido de la discografía oficial de la banda. No sería reeditado hasta 2012. Su última actuación tuvo lugar en un club de Cambridge en abril de 1973, tras lo cual Yule dio oficialmente por disuelto al grupo.
Durante dos décadas, los miembros del grupo siguieron sus carreras en solitario, con esporádicas publicaciones de material de la banda. En 1974 vio la luz 1969: The Velvet Underground Live, un disco en directo grabado durante la gira de 1969. En el año 1985 se publicó VU, un disco con material inédito grabado en su mayor parte durante el año 69 (aunque con dos canciones en las que todavía estaba Cale) y que había permanecido sin publicar debido a diferencias con la discográfica. Al año siguiente, se publicó otro disco con demos y canciones inéditas, que se llamó Another View.
En 1990, Cale y Reed volvieron a trabajar juntos en un disco llamado Songs for Drella, en homenaje a Andy Warhol, que acababa de morir. Las buenas sensaciones les llevaron a reunirse con Morrison y Tucker y embarcarse en una gira con la formación original de la Velvet, de la que saldría un disco en directo: Live MCMXCIII (1993). No obstante, las rencillas resurgieron entre Reed y Cale frustrando el proyecto de un nuevo disco de estudio del grupo. Volverían a actuar juntos una última vez, en 1996, cuando la Velvet fue incluida en el Rock and Roll Hall of Fame, en homenaje a Morrison, fallecido de cáncer en 1995. En 2001 se publicó Final V. U. 1971-1973, con material en directo de la última época de la banda, ya sin sus componentes originales. En 2003 salió a la luz Le Bataclan'72, la grabación de un concierto que dieron juntos Reed, Cale y Nico en un conocido local parisino a principios de 1972.
Lou Reed falleció a causa de una enfermedad hepática (poco después de recibir un trasplante de hígado) el 27 de octubre de 2013, deshaciendo para siempre la posibilidad de una última reunión con Cale.

martes, 1 de septiembre de 2015

Pequeñas historias (III)

En el año 2003, el Tribunal de Comercio Internacional de los EEUU tuvo que dirimir si los conocidos personajes de comic X-Men eran humanos o no. El motivo fue un pleito que enfrentó a la empresa juguetera Toy Biz Inc. (filial de Marvel Comics) con los EEUU a raíz de los impuestos que debían pagar las figuras de dichos personajes. La ley estadounidense establecía que el impuesto aplicado a las figuras catalogadas como "muñecas" (es decir, que reprodujesen figuras humanas) era el doble que el que pagaban las catalogadas como "juguetes" (lo que incluía a las "criaturas no humanas"). Por eso, dependiendo de la decisión del tribunal, la empresa debería pagar una diferente cantidad. Al final, el tribunal concluyó que los X-Men no eran humanos, para decepción de muchos de sus fans e incluso de la propia Marvel Comics, que siempre había defendido la humanidad de sus personajes.
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Peter O'Sullivan era un gran aficionado al fútbol y un fervoroso hincha del Liverpool. Su pasión llegaba a tal punto que, después de que el Liverpool se proclamase campeón de la FA Cup en la temporada 1964-65, el señor O'Sullivan añadió al nombre de su tercera hija, Paula, los apellidos de los once jugadores alineados por el Liverpool en aquella final, además de los del entrenador, el mánager y el preparador físico. ¿El resultado? La mujer, que hoy en día rondará el medio siglo de edad, se llama Paula St. John Lawrence Lawler Byrne Strong Yeats Stevenson Callaghan Hunt Milne Smith Thompson Shankly Bennett Paisley O'Sullivan.
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El satélite LAGEOS 1, puesto en órbita en 1976 y dedicado a determinar con gran precisión puntos o localizaciones en la superficie terrestre, lleva a bordo un mensaje para cuando el satélite acabe por caer de nuevo a la Tierra. El mensaje consiste en los números del 1 al 10 en lenguaje binario, una representación de la Tierra orbitando alrededor del Sol y tres mapas de la Tierra: uno de cómo era hace 268 millones de años, otro de la superficie en la actualidad y otro de cómo se prevé que sea dentro de 8'4 millones de años, que es cuando se calcula que caerá el satélite.
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En 1897, el explorador australiano Frank Hann se hallaba en la región de Pilbara, en el noroeste de Australia, cuando notó que los arroyos de la zona en la que se encontraba corrían hacia el interior del continente en lugar de hacia la costa. Hann los siguió esperando encontrar un gran lago de agua dulce, pero en su lugar encontró un lago de aguas salobres. En recuerdo de aquel descubrimiento, el lago se llama hoy en día Lake Disappointment (Lago Decepción).
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Thomas Silverstein es considerado en la actualidad el prisionero más peligroso del sistema penitenciario norteamericano. Silverstein, nacido en 1952, fue encarcelado en 1977 por atraco a mano armada. En la cárcel se unió al grupo supremacista blanco Hermandad Aria. Entre 1980 y 1983 asesinó en prisión a otros tres prisioneros y a un guardia. Tras este último asesinato, en 1983, fue recluido en una celda especialmente diseñada llamada "Rango 13" que supone aislamiento total y sin contacto humano durante las 24 horas del día.
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Jimmy Doyle era un joven boxeador afroamericano cuya gran ilusión era comprarle a su madre una casa con las ganancias de sus peleas. El 25 de julio de 1947, Doyle peleó por el título de campeón del mundo del peso welter con el entonces campeón, el legendario Sugar Ray Robinson. Robinson trató de aplazar el combate porque la noche anterior había soñado que Doyle moriría en el cuadrilátero, pero le convencieron de que peleara. Robinson ganó por KO en el octavo asalto y Doyle, con graves lesiones en la cabeza, moriría horas después en el hospital. Tras su muerte, Robinson donó las ganancias de sus siguientes cuatro peleas para comprarle a la madre de Jimmy Doyle la casa que éste había querido regalarle.
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En Islandia, un país donde la genealogía es uno de los grandes pasatiempos nacionales, existe una base de datos llamada Íslendingabók (nombre tomado de la primera crónica de la historia islandesa) que recoge la práctica totalidad de los registros genealógicos del país remontándose hasta el siglo X, en el que los primeros pobladores vikingos llegaron a la isla. Los islandeses tienen acceso gratuito a sus datos familiares (pero no a los de los demás). También existe una app para teléfonos móviles, la cual contiene los datos genealógicos posteriores al siglo XVIII, y que al parecer es muy utilizada por los islandeses para asegurarse de no estar emparentados con sus parejas sexuales.
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En 1915, estando Bélgica ocupada por las tropas alemanas, un grupo de ciudadanos de Lieja acudió al comandante alemán del distrito a solicitar permiso para organizar una carrera ciclista en beneficio de las víctimas de la guerra, que discurriría entre Lieja y Moelingen, en la frontera holandesa. Al comandante le pareció una buena idea y puso como única condición que los participantes deberían lucir brazaletes con los colores de la bandera alemana y colocar pequeñas banderas germanas en sus bicicletas. La carrera, en la que tomaron parte 112 participantes, discurrió con total armonía y sin incidentes, con sonrisas y saludos cordiales cada vez que se topaban con tropas o puestos de control alemanes. Sin embargo, al llegar a Moelingen, aquellos 112 belgas no se detuvieron, sino que pasaron de largo hasta cruzar la frontera, logrando así su verdadero objetivo: huir de Bélgica a territorio aliado.