Verba volant, scripta manent

domingo, 4 de octubre de 2015

Una broma pesada y una deserción

Ernst Franz Sedgwick "Putzi" Hanfstaengl (1887-1975)

Ernst Hanfstaengl nació el 2 de febrero de 1887, en una familia alemana rica y bien relacionada (su padrino fue el duque Ernesto II de Sajonia-Coburgo-Gotha). Estudió en la conocida universidad norteamericana de Harvard y posteriormente se instaló en Nueva York, donde dirigió la filial americana de la editorial de su padre, la Franz Hanfstaengl Fine Arts Publishing House. Era un hombre alto, corpulento, poco agraciado físicamente, pero inteligente, culto, con talento para la música y de buena posición; entre las amistades que frecuentó en Norteamérica estaban el ex-presidente Teddy Roosevelt y el primo lejano de éste (y futuro presidente), Franklin D. Roosevelt; el magnate de la prensa William Randolph Hearst; el actor Charles Chaplin; o la escritora Djuna Barnes, con la que llegó a estar prometido.
Durante la Primera Guerra Mundial, quiso volver a Alemania, pero no se lo permitieron. En 1917, con la entrada de EEUU en guerra, la editorial fue incautada por las autoridades, por ser propiedad del enemigo.

Ernst Hanfstaengl, en el 25º aniversario de su promoción en Harvard (1934)
Regresaría a Alemania en 1922, ya casado con Helene Niemeyer. Viviendo en Munich, un viejo amigo suyo de Harvard que trabajaba en la embajada norteamericana le pidió que asistiera a un mitin del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán en el que participaba su líder, un político que había ascendido rápidamente en popularidad e influencia, llamado Adolf Hitler. Hanfstaengl quedó, como tantos otros alemanes, fascinado por el carisma y la oratoria de Hitler y el entusiasmo que los asistentes mostraban ante sus discursos, creyendo que de verdad aquel era el hombre providencial que habría de sacar a Alemania de la ruina y postración de la posguerra. Tanto fue así, que tras el mitin se presentó personalmente a él y desde ese momento se convirtió en uno de sus más estrechos colaboradores y amigos de confianza, hasta el punto de que Hitler fue el padrino de su único hijo, Egon (quien, irónicamente, años más tarde se alistaría en el ejército norteamericano). De hecho, tras el fallido golpe de estado de noviembre de 1923, Hitler fue arrestado mientras se escondía en la casa de Hanfstaengl en Uffing (el editor, más precavido, había huido a Austria).

Hitler y Hanfstaengl (1930)
La colaboración de Hanfstaengl con los nazis se prolongó durante años: contribuyó a mejorar la imagen de Hitler y a aumentar su popularidad; financió la impresión del Mein Kampf y del periódico del partido, el Völkischer Beobachter; incluso compuso los himnos del partido y creó el famoso saludo nazi Sieg Heil!. Hitler, además, le tenía en gran estima y apreciaba mucho su talento como pianista. Por eso, cuando el partido nazi llegó al poder, Hitler lo recompensó nombrándole jefe de la Oficina de Prensa Extranjera en Berlin. No obstante, poco después sería destituído del cargo, debido a sus malas relaciones con Joseph Goebbels y a la denuncia de personas cercanas a Hitler de que no era un nazi convencido, abandonando la política activa.
No obstante, en 1937, Hanfstaengl recibió órdenes directas de Hitler de saltar en paracaídas sobre suelo español en poder del bando nacional, con el objeto de ejercer como asesor de los sublevados. Desconcertado con la misión, temiendo que se tratase de una trampa, una breve conversación con el piloto confirmó sus temores: las órdenes eran dejarlo caer sobre territorio republicano, lo que habría supuesto su muerte casi segura. Angustiado y temiendo lo peor, Hanfstaengl soportó varias horas de vuelo creyendo ir camino de España, hasta que el piloto anunció que tenían problemas mecánicos y aterrizó... en el aeropuerto de Leipzig. Durante el tiempo que Hanfstaengl creía ir rumbo a España, en realidad el avión daba vueltas sobre territorio alemán. Al parecer, según cuenta Albert Speer en sus memorias, todo había sido una elaborada broma pesada, urdida entre Hitler y Goebbels, que pretendía servir de escarmiento para Hanfstaengl por unos comentarios de éste en los que se criticaba la actuación de los soldados alemanes en la Guerra Civil española. No obstante, Hanfstaengl quedó tan alarmado por la broma, que, tras enviar a su hijo Egon fuera de Alemania, él mismo desertó y huyó a Suiza, desde donde viajó a Gran Bretaña.

Hanfstaengl y su hijo Egon, sargento del ejército norteamericano
Tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, Hanfstaengl fue arrestado como prisionero de guerra, y posteriormente enviado a un campo de prisioneros en Ottawa (Canadá). En 1942 fue entregado a los norteamericanos, con los que colaboró aportando información acerca de cuatrocientos líderes nazis, empezando por el propio Hitler, sobre el que facilitó sesenta y ocho páginas de información detallada acerca de su personalidad y costumbres, que permitieron a la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS), antecesora de la CIA, realizar un detallado informe psicológico sobre el líder nazi.
En 1944, Hanfstaengl fue devuelto a Gran Bretaña. Tras la guerra, retornó a Alemania sin más problemas y vivió una vida tranquila y pacífica, al frente de su editorial, hasta su muerte en 1975. Su relación con el nazismo y con Hitler no fue investigada.

4 comentarios:

  1. Desconocía este caso, y no conocía la personaje. No me extraña nada que desertase, yo habría salido corriendo nada mas bajar del avión.

    Un abrazo.

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    1. Cualquiera habría salido pitando, Hitler era tan terrorífico cuando estaba de broma como cuando estaba enfadado.
      Un abrazo, Rodericus

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  2. No sabía nada de esto. Ha sido muy interesante.
    Un saludo.

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    1. Me alegro de que le haya gustado. Gracias por pasarse por aquí.
      Un saludo.

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