Verba volant, scripta manent

domingo, 28 de febrero de 2016

La gran inundación de melaza de Boston de 1919



La Purity Distilling Company era una empresa química de Boston, filial de la United States Industrial Alcohol Company, que, a principios del siglo XX, se dedicaba a la obtención de alcohol etílico mediante la fermentación de distintos subproductos del sector agrícola, especialmente de la melaza. La melaza es un residuo del proceso de fabricación y refinado del azúcar; se trata de una mezcla de azúcares, sales y otros compuestos que adquiere la forma de un líquido dulce y espeso, de consistencia similar a la miel (de ahí que también se la conozca como miel de caña) y que se usa ocasionalmente para el consumo humano (sólo la de caña de azúcar; la melaza de remolacha es amarga y se usa únicamente para la alimentación animal). La Purity empleaba luego el alcohol producido para fabricar licores o para su uso industrial en la fabricación de explosivos.


Uno de los almacenes de la Purity Distilling estaba situado en el 529 de la Commercial Street de Boston. Allí se almacenaban en depósitos las melazas hasta el momento de llevarlas a la planta de procesado, que estaba en la cercana localidad de Cambridge. La mañana del 15 de enero de 1919, los trabajadores del almacén comenzaron a escuchar una serie de inquietantes sonidos procedentes del depósito principal, de más de 15 metros de alto y 27 de diámetro. Pero a eso de las 12:30 del mediodía, se escuchó un prolongado rugido procedente del depósito, seguido de un gran estruendo similar al ruido de un tren y un sonido como el de un trueno. De repente, los remaches del depósito comenzaron a saltar con un ruido similar al de una ametralladora y, finalmente, el depósito entero reventó, arrasando las instalaciones del almacén y proyectando grandes fragmentos de metal a decenas de metros de distancia. Pero lo peor vino a continuación. Los casi nueve millones de litros de melaza que contenía, liberados de golpe, se precipitaron a las calles de Boston, formando una ola que alcanzaba los siete metros y medio de altura y se desplazaba a 56 km/h arrastrando personas, caballos y automóviles, dañando edificios e incluso haciendo descarrilar varios vagones de tren. Varias manzanas del barrio de North End quedaron cubiertas de una capa del viscoso jarabe, que en algunos puntos alcanzaba un espesor de 90 centímetros.


De inmediato se movilizaron todas las fuerzas de seguridad de la ciudad para ayudar a las víctimas, muchas de las cuales permanecían atrapadas en aquel pegajoso y dulzón lodo sin poder liberarse por sus propios medios. Policías, bomberos, la Cruz Roja, el Ejército e incluso la tripulación del USS Nantucket, un vetusto cañonero que ahora funcionaba como buque escuela y se hallaba fondeado en el puerto, se aprestaron a rescatar a los afectados por el desastre, pero, pese a sus esfuerzos, 21 personas (con edades que iban de los 10 a los 76 años) perecieron por ahogamiento o a causa de los golpes, y otras 150 quedaron heridas, además de producirse cuantiosos daños materiales.


La Purity trató de eludir su responsabilidad en la catástrofe (se decía, medio en broma medio en serio, que sus abogados habían llegado al lugar del desastre antes que los equipos de rescate) e incluso echó la culpa de lo sucedido a un sabotaje perpetrado por un grupo de anarquistas. No obstante, la investigación oficial sacó a la luz numerosas irregularidades relacionadas con el depósito que había estallado. El depósito no había pasado las pertinentes pruebas de presión antes de entrar en funcionamiento, y empleados del almacén contaron cómo era frecuente que se produjeran fugas, pero que la empresa, en lugar de repararlo, sencillamente lo hizo pintar de marrón para ocultarlas. Además, un estudio reciente con técnicas modernas ha demostrado que las paredes del depósito eran demasiado delgadas y habían sido construidas con acero de baja calidad (seguramente, para abaratar costes). Al final, tras tres años de pleitos, la USIAC se vio obligada a pagar más de un millón de dólares en indemnizaciones. El almacén de Commercial Street sería abandonado por la empresa y acabaría convertido en un garaje para la compañía municipal de transportes.
La causa de la explosión se atribuyó a un exceso de presión en el interior del depósito, debido a la fermentación de la melaza, favorecida por un súbito aumento de las temperaturas (que habían pasado de -17 a 5º en apenas un día). El depósito, debido a sus defectos de fabricación, fue incapaz de soportar esa presión y acabó por reventar. Además, el tanque estaba casi completamente lleno; al parecer, la empresa había estado aumentando su producción antes de que fuera promulgada la 18ª Enmienda a la Constitución, la comúnmente conocida como Ley Seca, que prohibía la fabricación y comercialización de bebidas alcohólicas, que efectivamente se firmaría al día siguiente de la catástrofe.


Las tareas de limpieza, fundamentalmente con arena y mangueras de agua salada, se prolongaron durante meses. Las aguas del puerto tuvieron un color pardusco durante todo el invierno y la primavera siguiente, y la suciedad provocada por la melaza se extendió a otros barrios de la ciudad. Sin embargo, el característico olor a melaza tardó aún más tiempo en desaparecer, y durante décadas se dijo que, en los días más calurosos del verano, todavía rezumaba melaza de algunas grietas.

jueves, 25 de febrero de 2016

La República de Liberland


Después del desmembramiento de la antigua Yugoslavia hubo que definir las nuevas fronteras de los estados resultantes. Unas fronteras que no siempre estaban claras y que provocaron algún que otro roce entre países que reclamaban los mismos trozos de tierra. Pero también se dio el caso contrario: pedazos de terreno que no fueron reclamados por ningún país y que quedaron en una especie de limbo legal (una figura conocida como terra nullius o tierra de nadie).


Uno de estos terrenos es una parcela de unos siete kilómetros cuadrados en la orilla occidental del Danubio, en la frontera entre Croacia y Serbia. El lugar, conocido por los lugareños como Gornja Siga, está cubierto por bosques en su mayor parte y deshabitado; el único rastro de actividad humana en él es una vieja cabaña abandonada desde hace décadas. Este peculiar estatus legal fue el que inspiró al publicista y político checo Vít Jedlička a proclamar su soberanía bajo el nombre de República Libre de Liberland.
Jedlička, vinculado a partidos de ideología liberal, ha manifestado su intención de convertir Liberland, tal y como su nombre indica, en el país más libre del mundo. La proclamación "oficial" tuvo lugar el 13 de abril de 2015 (aniversario del nacimiento del ex-presidente norteamericano Thomas Jefferson, principal referencia ideológica del fundador), cuando Jedlička y varios de sus colaboradores izaron en Siga la bandera de Liberland. La recién nacida micronación ya cuenta incluso con su propia Constitución. Entre las premisas de Liberland están un mínimo intervencionismo del Gobierno, una política de fronteras abiertas y la abolición de los impuestos obligatorios. Tampoco tiene previsto la formación de un ejército. Su lema es "Vivir y dejar vivir", sus idiomas oficiales son el checo y el inglés, y desde su página web (https://liberland.org/en/main/) se puede solicitar la ciudadanía; sólo se pide a los aspirantes el respeto a los demás y a la propiedad privada, estando excluidos los partidarios de ideologías extremistas y las personas con antecedentes penales.

Jedlička (segundo por la derecha) junto a varios de sus seguidores
Jedlička admite que sus modelos a seguir son estados como Mónaco o Liechtenstein y aspira a que Liberland sirva como ejemplo para que otros países les imiten y aflojen el control que mantienen sobre sus ciudadanos. Aunque, por el momento, lo único que ha conseguido ha sido cierto revuelo mediático que no ha ido acompañado de reconocimiento oficial. Obviamente, ningún país del mundo ha reconocido a Liberland; sólo Sudán (por algún interés geopolítico que se me escapa) ha mostrado su apoyo a Jedlička y a su proyecto. En cuanto a sus vecinos, Croacia considera la proclamación de Liberland como "un chiste" y Serbia como "una frivolidad". De hecho, la ceremonia de proclamación acabó con Jedlička y sus seguidores expulsados del lugar por la policía croata. Nada de eso ha desanimado al checo, como tampoco lo han hecho algunas acusaciones de que lo que realmente está planeando es crear un paraíso fiscal virtual. Durante estos últimos tiempos ha estado manteniendo contactos con partidos de similar ideología de toda Europa (como el Partido Libertario español) intentando conseguir apoyos para su causa.

domingo, 21 de febrero de 2016

La Operación Primavera de Juventud

La madrugada del 5 de septiembre de 1972, durante la disputa de los Juegos Olímpicos de Munich, un comando formado por ocho miembros del grupo terrorista palestino Septiembre Negro se infiltraba en la villa olímpica y mataba a dos atletas israelíes, tomando a otros nueve como rehenes. Los terroristas exigían a cambio de sus rehenes la liberación de 234 presos palestinos de las cárceles israelíes, además de la de los terroristas alemanes Andreas Baader y Ulrike Meinhof, fundadores de la Fracción del Ejército Rojo (RAF), y un avión que los llevara a Egipto. El secuestro terminó de manera trágica, cuando un torpe intento de rescate por parte de la policía alemana acabó con la muerte de los nueve rehenes, cinco de los terroristas y un agente alemán. Como represalia, la aviación israelí bombardeó días después las bases de la Organización para la Liberación de Palestina en Siria y el Líbano. Pero eso estaba lejos de ser suficiente para los israelíes.
Apenas unos días después de la matanza, se formaba el llamado Comité X, un grupo de funcionarios presidido por la primera ministra, Golda Meir, y su ministro de defensa, Moshé Dayán, encargados de planear una respuesta adecuada al ataque. El comité elaboró una lista con una serie de nombres de personas a las que se consideraba vinculadas de una u otra manera al secuestro, tanto los que habían colaborado directamente en la acción y su preparación, como aquellos considerados inductores o ideólogos. En la lista había nombres de destacados miembros de Septiembre Negro y de la OLP. A continuación, el servicio secreto israelí, el famoso Mossad, recibió la orden de localizar y eliminar a todos los que figuraban en aquella lista, de manera que no hubiera pistas que apuntaran directamente hacia Israel. No sólo para castigar a los responsables, también para atemorizar a los dirigentes del movimiento palestino, haciéndoles ver que nunca estarían fuera del alcance de los israelíes si se atrevían a volver a llevar a cabo acciones terroristas contra sus ciudadanos. Aquella serie de acciones, que se prolongaron desde 1972 hasta finales de la década (algunas fuentes hablan también de asesinatos en los años 80 y 90 atribuibles a esta operación) recibieron el nombre genérico de Operación Mivtza Za'am Ha'el (Cólera de Dios), y la más espectacular y sonada de aquellas intervenciones fue el asesinato en el Líbano de tres destacados dirigentes de la OLP, en la llamada Operación Primavera de Juventud.

Insignia del Sayeret Matkal con su lema "El que arriesga gana"
En febrero de 1973, Ehud Barak, comandante del Sayeret Matkal (la unidad de operaciones especiales del Ejército israelí encargada del reconocimiento y recogida de información) y futuro primer ministro de Israel, consiguió fotografías que demostraban que tres altos cargos de la OLP vivían en dos edificios del barrio de Verdun, al oeste de Beirut. Se trataba de Muhammad Youssef Al-Najjar, jefe de inteligencia de Al-Fatah y jefe de operaciones de Septiembre Negro; Kamal Adwan, responsable de inteligencia de Septiembre Negro y artífice de sus operaciones terroristas contra objetivos israelíes en el extranjero; y Kamal Nasser, portavoz y miembro del comité ejecutivo de la OLP. De inmediato, comenzaron los preparativos para una misión de localización y exterminio.
La madrugada del día 9 de abril de 1973, un grupo de comandos del Sayeret Matkal fue llevado a bordo de un barco lanzamisiles de la armada israelí hasta las proximidades de la costa libanesa, donde desembarcaron en lanchas zodiac. Allí les esperaban agentes del Mossad con varios automóviles alquilados. Los israelíes iban disfrazados de turistas (algunos, como el propio Barak, iban con ropa de mujer) y con este disfraz condujeron hacia los dos edificios donde estaban sus objetivos. Los edificios, en un barrio residencial, estaban situados uno enfrente del otro y en ellos vivían también, además de familias árabes, británicos e italianos, por lo que uno de los objetivos era minimizar los posibles daños colaterales.

Ehud Barak (nac. Ehud Borg, 12/2/1942)
El comando israelí se dividió en cuatro grupos. Tres se dirigieron a los edificios, cada uno al apartamento de uno de los objetivos. El cuarto, mandado por Barak, se quedaría en la calle, dispuesto a rechazar la previsible llegada de fuerzas de seguridad libanesas y miembros de la OLP. Los tres grupos volaron simultáneamente las puertas de los tres apartamentos, asesinaron a sus objetivos y se retiraron, tras recoger todos los documentos que encontraron. Durante al asalto también murieron la esposa de Al-Najjar y una anciana italiana, alcanzada por una bala perdida. Mientras, en la calle el grupo de Barak peleaba contra los libaneses y los refuerzos de la OLP, un tiroteo que dejó dos gendarmes libaneses muertos. Los israelíes lograron retirarse a salvo y volver a las zodiacs, regresando a bordo del barco que los había llevado.


Simultáneamente a la acción del comando dirigido por Ehud Barak, otros dos comandos israelíes habían atacado objetivos palestinos en Beirut. 14 hombres del Sayeret Tzanhanim (paracaidistas), bajo el mando de Amnon Lipkin-Shahak atacaron un edificio ocupado por militantes del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), entablando un durísimo combate durante el cual los israelíes lograron demoler con explosivos parte del edificio antes de ser evacuados mediante helicópteros. En la acción murieron dos israelíes y un número indeterminado de palestinos (que algunos cifran en un centenar). Mientras, dos grupos de comandos del Shayetet 13 (fuerzas especiales de la Armada) atacaban la sede de Al-Fatah y un taller de armas al sur de Beirut, y un depósito de vehículos de la OLP en el sur de Sidón.
Tal y como habían previsto los israelíes, la operación Primavera de Juventud supuso un auténtico shock para los palestinos, varios de cuyos principales líderes, como Yaser Arafat o Ali Hasan Salameh (quien sería asesinado con un coche bomba en 1979, también en Beirut), vivían no muy lejos de allí. A raíz del ataque israelí los palestinos empezaron a temer que los agentes del Mossad podían alcanzarlos en cualquier parte del mundo, e incluso algunos gobiernos árabes moderados empezaron a mostrarse menos comprensivos con la causa palestina e incluso llegaron a exigirles a éstos que no los involucraran en sus actividades.

martes, 16 de febrero de 2016

El uro


El antepasado de los bóvidos domésticos apareció en las estepas de Asia Central hace unos dos millones de años. Esta especie, denominada Bos acutifrons, no tardó en extenderse por Europa, África, Oriente Medio y la India, dando lugar a una nueva especie, Bos primigenius, conocida genéricamente como uro.
Los uros eran animales realmente imponentes. De morfología similar al ganado actual, pero de un tamaño considerablemente mayor. Los machos podían llegar a medir dos metros de altura a la cruz (las hembras, metro y medio) y pesar cerca de una tonelada. Los cuernos de los machos (muy apreciados en determinadas épocas para la fabricación de vasos) podían a llegar a medir un metro de largo. Tenían una característica "giba" en la espalda, provocada por las espinas de sus vértebras dorsales, muy alargadas. Su hábitat eran los bosques, vivían en manadas y se cree que tenían costumbres migratorias. Se apareaban a finales de verano y las crías nacían en mayo o junio. Además, las descripciones que se conservan hablan de ellos como animales rápidos y muy agresivos, tanto hacia el hombre como hacia otros animales. Sin duda, la aparición de uno de estos enormes animales cargando furioso debía de ser una visión aterradora.

Representación de un uro en las cuevas de Lascaux (Francia), datada aproximadamente en 20000 años
En algún momento, aproximadamente hace unos 10000 años, los humanos empezaron a domesticar uros de manera simultánea en varias partes del mundo: son el origen de todas las razas actuales de bóvidos domésticos, exceptuando quizás al yak tibetano (Bos mutus), cuyos orígenes aún son un tanto confusos. A los uros salvajes no les fue tan bien; cazados masivamente por su carne, también sufrieron la pérdida de muchos de los bosques en los que vivían, talados para obtener madera o para convertirlos en pastos o tierras de cultivo. Poco a poco, sus poblaciones, que habían llegado a ser de cientos de miles de ejemplares, fueron declinando y desapareciendo, hasta que los últimos uros salvajes murieron en el siglo XVII.

Distribución del uro europeo (rojo), africano (amarillo) e indio (naranja)
Dentro de los Bos primigenius se distinguen tres subespecies:
- El uro indio o Bos primigenius namadicus, que se extendía por todo el subcontinente indio, fue el primero en desaparecer, en torno al cuarto milenio antes de Cristo. No nos han llegado más que descripciones difusas y lejanas, así que lo que se sabe de él se debe fundamentalmente a las reconstrucciones de sus restos fósiles. Es el antepasado directo del cebú (Bos taurus indicus).
- El uro africano o Bos primigenius africanus, se encontraba por todo el norte de África y llegaba al sur hasta el actual Sudán. Las descripciones de griegos y romanos hablan de él como un animal de un tamaño que doblaba el del ganado doméstico, con un pelaje rojizo y ojos azul grisáceo, y destacan su agresividad. De él descienden buena parte de las especies africanas de ganado doméstico, y se sabe que fue introducido, domesticado, en la península Ibérica en el primer milenio a. C. a través del estrecho de Gibraltar, por lo que es posible que algunas de las razas autóctonas de la península también hayan heredado parte de su material genético. En la época romana ya estaba en retroceso y había desaparecido de las zonas más pobladas del norte de África. Acabaría por extinguirse antes de la Edad Media.
- El uro europeo o Bos primigenius primigenius, el más extendido, el más conocido y el último en extinguirse. Su ámbito abarcaba la mayor parte de Asia y Europa, desde la península de Corea en el este hasta la península Ibérica en el Oeste, incluyendo parte de China, el Cáucaso, Mesopotamia, Oriente Medio y Europa, (también en Gran Bretaña y numerosas islas del Mediterráneo). Su pelaje era oscuro y uniforme, como el de los actuales toros de lidia, salvo por una banda más clara a lo largo del dorso y una mancha en la frente.

Cebú (Bos taurus indicus)
La primera referencia escrita a la palabra "uro" para referirse a esta especie aparece en el De bello Gallico de Julio César, donde menciona que los germanos llamaban a estos animales "uri". En aquella época (siglo I a. C.) los uros ya habían desaparecido de buena parte de sus territorios, pero era aún frecuente en Europa, e incluso era habitual su presencia en los espectáculos circenses romanos. Pero su número siguió descendiendo poco a poco. No tardarían en desaparecer por completo de la Península Itálica, y a principios del siglo XIV desapareció de Gran Bretaña. En torno al siglo XV se hallaba reducido a algunos bosques del centro y el norte de Europa, y a finales de ese siglo la única manada conocida se hallaba en los bosques polacos de Jaktorów y Wiskitki (aunque algunas fuentes hablan de que hubo uros en Suecia hasta 1555). En 1476, ambos bosques pasaron a ser propiedad de la familia real polaca, con lo que cazar un uro se convirtió en un privilegio reservado solo para los reyes y sus parientes. El rey Segismundo I Jagellón el Viejo (1467-1548) y su hijo Segismundo II Augusto Jagellón (1520-1572), protegieron a la manada, colocando vigilantes en los bosques para evitar la caza furtiva y alimentándolos con heno durante los duros inviernos. Pero sus sucesores no tuvieron tantos miramientos y siguieron cazándolos, y su número siguió descendiendo. El censo de 1564 contabilizó 38 ejemplares; en 1566 ya sólo quedaban 24; y en 1602 sólo quedaban cinco ejemplares, cuatro machos que serían cazados en los siguientes años, y una hembra, que moriría de vieja en 1627, poniendo fin de manera oficial a la existencia del uro.
En fechas recientes ha habido proyectos para "resucitar" al uro. En los años 20, dos alemanes, Lutz y Heinz Heck, trataron de recrearlo cruzando distintas razas de ganado moderno con características propias del Bos primigenius, tratando de hacerlas resaltar. El resultado fue el llamado "bovino de Heck", una raza habitual en zoológicos y que incluso ha sido reintroducida en algunas reservas naturales de Holanda y Alemania. No obstante, la mayoría de los expertos niegan cualquier parecido entre esta raza y el uro original (muchos opinan que seguramente es el toro de lidia la raza actual que más se asemeja a sus antepasados) calificando al bovino de Heck de "simple curiosidad", "experimento fallido" o, directamente, "estafa científica". Actualmente, el proyecto TaurOS intenta recrear al uro basándose en datos genéticos y morfológicos, mediante el cruce de distintas razas de vacas europeas.

viernes, 12 de febrero de 2016

El asesinato de Bobby Greenlease

Bobby Greenlease y su padre, Robert Greenlease Sr

Robert Cosgrove Greenlease construyó su fortuna vendiendo coches. Fue uno de los primeros en vender vehículos de la General Motors en los estados del centro y el sur de EEUU, a principios de la década de los veinte, y treinta años después era millonario y propietario de una red de concesionarios que se extendía por varios estados.
Greenlease se casó en dos ocasiones. Con su primera esposa, Betty Rush, no tuvo hijos biológicos, pero si adoptó a un niño, Paul. nacido en 1917. Tras divorciarse de Betty, se casó de nuevo con Virginia Pollock, casi treinta años más joven que él, con la que tuvo a Virginia (1941) y a Robert Cosgrove Greenlease Jr (1947), conocido por todos como Bobby. Bobby era un niño alegre y confiado, adorado por todos los que lo conocían, y el ojito derecho de su padre (quien contaba 65 años cuando el niño nació).
La mañana del 28 de septiembre de 1953, una mujer, aparentemente turbada e inquieta, llamó a la puerta del Instituto Francés Notre Dame de Sion, un exclusivo colegio católico de Kansas City en el que estudiaba el pequeño Bobby. Diciendo ser la tía del pequeño, logró convencer a las monjas que dirigían el colegio de que debía llevarse a Bobby porque su madre había sufrido un ataque al corazón y estaba ingresada en el hospital. La hermana Morand, quien atendió a la mujer, la vio irse llevando a Bobby de la mano y cómo ambos se subían a un taxi. Poco después, preocupada por el estado de la señora Greenlease, llamó a su casa para interesarse por su situación. La propia Virginia Greenlease respondió a su llamada, descubriendo así que toda la historia que le había contado aquella mujer era falsa. De inmediato, la señora Greenlease llamó a su marido, el cual, muy alarmado, avisó de inmediato a la Policía y al FBI. No tardaron en localizar al taxista que había llevado a la secuestradora hasta el colegio, pero éste no pudo aportar dato alguno de interés.
Esa misma tarde, la familia Greenlease recibía la primera nota de rescate. En ella, los secuestradores exigían el pago de 600000 $ en billetes de 10 y de 20, que debían ser depositados en un determinado lugar dentro de una bolsa de lona. A cambio, prometían liberar al niño en las 24 horas siguientes a la entrega, una vez hubiesen comprobado que estaba todo el dinero. La carta iba firmada por "M". Al día siguiente, recibieron una nueva carta, con una medalla que Bobby llevaba puesta cuando desapareció, en la que decían que el niño estaba sano y salvo, pero añoraba su hogar. En los días siguientes, la familia Greenlease recibió otras seis cartas y hasta 15 llamadas de parte de los secuestradores. Robert Sr, angustiado por la suerte de su hijo, decidió pagar el rescate y, tras dos entregas frustradas, dejó los 600000 $ (el mayor rescate jamás pagado en los EEUU hasta entonces) donde le habían indicado, la tarde del día 4 de octubre. Unas horas después, a la 1:00 de la mañana del día 5 de octubre de 1953, recibían la última llamada de los secuestradores, anunciando que tenían el rescate y que pronto tendrían noticias del pequeño Bobby. Pero la tan ansiada liberación no llegaría a producirse.

Puente sobre el Little Blue River donde Robert Greenlease dejó la bolsa con el rescate
El día 6 de octubre, un taxista de St. Louis (Missouri) llamado John Hager denunció a la policía el extraño comportamiento de un hombre que lo había contratado, un hombre que se mostraba nervioso y paranoico y estaba en posesión de gran cantidad de dinero. Sospechando que se tratase de algún asunto turbio, la policía arrestó a aquel hombre, que se hacía llamar John James Byrne, y lo llevó a la comisaría para interrogarlo. No tardó en derrumbarse y confesar que su verdadero nombre era Carl Austin Hall y que era el responsable del secuestro de Bobby Greenlease, en compañía de su novia, Bonnie Emily Brown Heady, quien sería arrestada poco después en un motel de la ciudad. La mañana del día siguiente, agentes del FBI registraban la casa en la que vivía la pareja en St. Joseph (a unos 74 kilómetros de Kansas City) y hallaban el cuerpo de Bobby Greenlease enterrado en el jardín, envuelto en plástico y cubierto de cal viva. Se encontraron restos de sangre en la casa y en el coche de la pareja, así como una bala que se comprobó que había sido disparada con el revolver Smith & Wesson del calibre 38 que Hall llevaba en el momento de su detención.

Automóvil modelo Plymouth, utilizado por Hall y Heady en el secuestro
Carl Austin Hall había nacido en el seno de una familia acomodada, pero desde muy joven se había metido en problemas. De hecho, dos décadas atrás había coincidido con Paul Greenlease, el hermano mayor de Bobby, en la Academia Militar Kemper. Ya por aquel entonces, como confesaría a la policía, al saber de la envidiable situación económica de la familia Greenlease, había planeado obtener dinero de ellos de alguna manera. Un plan que tuvo que dejar aparcado pero que nunca olvidó y que retomaría años más tarde. Al morir su padre, Hall heredó una apreciable suma de dinero que no tardó en dilapidar en alcohol, fiestas y malos negocios, para luego acabar convertido en un delincuente de poca monta que incluso había pasado algún tiempo en prisión. Además, por aquel entonces ya era un alcohólico consumado y adicto a los narcóticos, al igual que Bonnie.

Carl Austin Hall (1919-1953) y Bonnie Emily Brown Heady (1912-1953)
Carl y Bonnie pasaban por estrecheces económicas y, sin demasiadas perspectivas, a Carl se le ocurrió recuperar aquel viejo plan suyo y dar un gran golpe a costa de la familia Greenlease, un golpe que les resolviera la vida definitivamente y los sacara de la miseria. Bonnie y él se desplazaron en varias ocasiones hasta Kansas City para recabar información sobre la familia y conocer sus horarios y movimientos. En un primer momento planearon llevarse a Virginia, la hija de 11 años del matrimonio, pero luego pensaron que Bobby sería una presa más fácil.
La mañana del secuestro, ambos habían viajado en coche hasta la ciudad, donde Bonnie se llevó al niño mientras Carl la esperaba. El plan salió a la perfección y se dirigieron hacia St. Joseph con el pequeño. En su primera confesión, Carl Hall afirmó que el responsable de asesinar a Bobby había sido un cómplice llamado Tom Marsh. Pero, ante la imposibilidad de dar con el tal Marsh, días más tarde Hall admitió que era una invención suya, y confesó que él había matado a Bobby de un disparo, tras golpearlo y tratar de estrangularlo, en un paraje solitario a unos kilómetros de Kansas City. Bobby Greenlease había muerto menos de una hora después de haber sido secuestrado, antes incluso de que fuera enviada la nota de rescate. Luego, sus captores continuaron viaje hasta su casa, donde enterraron el cadáver.
Una vez hubo conseguido el rescate, Hall demostró ser un paranoico y un criminal bastante torpe. Sin saber muy bien cómo esconder el dinero y temiendo que la policía siguiese su rastro hasta St. Jospeh, él y Bonnie condujeron casi quinientos kilómetros hasta St. Louis y alquilaron una habitación de un motel. Pero cuando Bonnie, ebria, se quedó dormida, Carl la abandonó llevándose el dinero (Bonnie seguía en el motel cuando, al día siguiente, la policía fue a buscarla tras la confesión de su socio). A continuación, Carl se alojó en otro hotel y planeó enterrar el dinero, llegando a comprar una pala y dos cubos de basura; pero fue incapaz de encontrar un lugar adecuado. Así que volvió a cambiar de idea: se mudó de hotel una vez mas y contrató los servicios de Hager y de una prostituta llamada Sandra O'Day, intentando pasar desapercibido. Todos estos movimientos provocaron justo el efecto contrario al deseado, llamando la atención de la policía y provocando su arresto.


Un aspecto que nunca se llegó a aclarar del todo fue el destino de la mitad del rescate. Hall juró y perjuró que cuando había sido arrestado conservaba casi la totalidad del dinero pagado por la familia Greenlease, pero las maletas que la policía incautó sólo contenían la mitad, unos 300000 $. Los dos agentes que lo habían detenido, el teniente Louis Shoulders y el agente Elmer Dolan serían posteriormente juzgados y condenados por perjurio al haber mentido acerca de los hechos de aquel día; ellos afirmaron haber llevado el dinero a la comisaría junto con el arrestado, pero nadie los vio entrar con las maletas en las que estaba, ni llevarlas a la sala de pruebas posteriormente, así que se sospechó que habían escondido la mitad del dinero y luego habían llevado el resto a la comisaría en secreto. No obstante, el dinero nunca se recuperó, y los rumores sobre su paradero se multiplicaron: se decía que se lo había quedado la mafia de St. Louis o que Hall lo había escondido en el hotel en el que se alojaba.

El Coral Court Motel, uno de los lugares donde se alojó Hall en St. Louis y donde algunos rumores situaban el escondite de parte del rescate
Carl Hall y Bonnie Heady fueron llevados ante un tribunal federal en Kansas City, presidido por el veterano juez Albert L. Reeves, el 30 de octubre. Dado que ambos habían confesado y que las pruebas contra ellos eran abrumadoras, el juicio, pese al alboroto mediático que se había creado (la noticia del secuestro y el asesinato de Bobby Greenlease se había convertido en una de las noticias del año, ocupando los titulares de los periódicos de todo el país) fue rápido. El 19 de noviembre, tras sólo una hora y ocho minutos de deliberación, el jurado los declaró culpables y el juez Reeves les impuso la pena capital, añadiendo que "Creo que el veredicto se ajusta a la evidencia. Este es el crimen más frío y brutal que jamás he juzgado".
Carl Hall y Bonnie Heady fueron ejecutados en la cámara de gas en la Penitenciaría Estatal de Jefferson City (Missouri) el 18 de diciembre de 1953, apenas 81 días después del secuestro del pequeño Bobby Greenlease. Heady ha sido la única mujer ejecutada en la cámara de gas, y una de las dos únicas mujeres ejecutadas por las autoridades federales desde 1865 (la otra fue la espía Ethel Rosenberg).

martes, 9 de febrero de 2016

Un día de furia



El viernes 4 de junio de 2004 fue un día que los habitantes de Granby (Colorado) no olvidarán fácilmente. Ese día uno de sus vecinos iba a protagonizar un inesperado arrebato de furia que iba a sembrar de caos y destrucción la pequeña localidad.

Marvin John Heemeyer (1951-2004)
Marvin Heemeyer, soltero y sin hijos, tenía 52 años y llevaba residiendo en la zona desde la década de los 90. No vivía en Granby, sino en Grand Lake, a unos 25 kilómetros, pero tenía en Granby un taller de reparación de silenciadores. Los que lo conocían lo describían como una persona afable y generosa y, salvo alguna discusión aislada con algún cliente, no se le conocían conductas violentas. No obstante, si había un tema que lo había preocupado durante años hasta el punto de llegar a obsesionarle. En 1992 había comprado una parcela en las afueras de Granby donde había construido su tienda y taller. Años después, la compañía Mountain Park Concrete quiso comprar su propiedad para instalar en ella una planta cementera, pero el acuerdo no llegó a cerrarse por las elevadas pretensiones de Heemeyer. Así hasta que en 2001 el ayuntamiento autorizó la instalación de la cementera en la parcela adyacente al establecimiento de Heemeyer. Éste de inmediato recurrió la decisión, por considerarla injusta, perjudicial para su negocio y porque había estado usando ese terreno hasta entonces baldío para acceder a su tienda. Los recursos de Heemeyer no fueron aceptados e incluso fue multado por varias irregularidades en su propiedad, una decisión que lo amargó profundamente, haciéndolo creerse víctima de una persecución. Al final desistió de su lucha y acabó vendiendo su propiedad, pero no olvidó el rencor hacia los que en su opinión le habían perjudicado.

Komatsu D355A
En el año 2002 Heemeyer había adquirido una excavadora modelo Komatsu D355A con la intención de construir un nuevo acceso a su tienda, pero el ayuntamiento le denegó la licencia. Para él, se trató de una más de las injusticias que había sufrido. No tardaría mucho en empezar a modificar la excavadora para utilizarla en sus planes de venganza. Pacientemente, blindó la cabina y el motor de la Komatsu utilizando gruesas planchas de metal soldadas y rellenas de hormigón armado, convirtiéndola en una máquina de destruir virtualmente invulnerable. Dado que el blindaje no le dejaba ver por donde iba, también instaló varias cámaras de video para poder ver el exterior. Y llegó el 4 de junio.


Los primeros objetivos de Heemeyer fueron su antiguo negocio y la planta de cemento aledaña, causa de todos sus problemas. Tras haberlos destruido casi por completo, se dirigió al centro de Granby para continuar con su escabechina. En las siguientes dos horas, Heemeyer demolió total o parcialmente otros 11 edificios relacionados con personas o entidades contra los que guardaba inquina, entre ellos el ayuntamiento, la casa del fallecido Dick Thompson (alcalde cuando Heemeyer interpuso su primera denuncia), la sede del periódico local (que se había mostrado en contra de las pretensiones de Heemeyer) y una ferretería propiedad de un miembro del Consejo Ciudadano. De nada sirvieron los intentos para detenerle; la policía disparó contra la excavadora más de 200 balas, sin causarle daño alguno. Afortunadamente, no hubo daños personales, pero el coste de los destrozos ascendió a mas de 7 millones de dólares.
La furiosa acometida de Heemeyer terminó en la ferretería. La tienda tenía un pequeño sótano con el que el atacante no contaba, en el que quedó atascada una de las orugas de la excavadora mientras destruía el local. Además, el vehículo ya había sufrido daños, tenía una importante fuga en el radiador y apenas tenía potencia. A su conductor le fue imposible liberar a la máquina de su trampa y, poco después, se oía un único disparo procedente del interior.


Convencidos de que todo había terminado, la policía intentó sin éxito acceder a la cabina. Fueron necesarias varias horas de trabajo con sopletes de acetileno y tres explosiones controladas para abrir un boquete lo suficientemente grande (los expertos estimaron que el blindaje de la excavadora habría resistido incluso el impacto de un misil antitanque). En su interior, encontraron a Heemeyer muerto; se había suicidado disparándose en la cabeza con una pistola del calibre 357 (tenía consigo, además, otra pistola y tres rifles con los que había disparado contra la policía, contra un depósito de gas propano y contra un transformador eléctrico, a través de unos respiraderos que había construido con ese fin). No se llegó a saber con exactitud cómo había logrado entrar en la cabina en un primer momento; se especula que utilizó una grúa casera que tenía en su garaje para levantar el blindaje y luego volverlo a su sitio. En todo caso, parece seguro que una vez que entró ya no tenía previsto volver a salir con vida.


En el registro de la casa de Heemeyer la policía encontró abundante documentación y numerosos manuscritos en los que se justificaba diciendo que "a veces los hombres racionales hacen cosas irracionales", mostrándose sorprendido de que, en el año y medio que llevaba trabajando en su excavadora, nadie se hubiese dado cuenta de lo que estaba haciendo. También hallaron una lista de objetivos en la que figuraban, además de los trece edificios atacados, varios más, todos propiedad de personas relacionadas de una u otra manera con su demanda. Poco antes de iniciar su carrera de destrucción, había enviado a su hermano Ken varias cintas en las que trataba de explicar sus motivos de una manera un tanto incoherente, afirmando que lo que iba a hacer era su deber porque era "la voluntad de Dios", daba gracias porque éste lo había "bendecido con el talento y los conocimientos para llevar a cabo su misión" y que "era una cruz que debía llevar, y la llevaría en nombre de Dios".
La acción de Heemeyer provocó disparidad de opiniones. Mientras los habitantes de Granby, enojados con razón, le consideran un loco vengativo, otros sin embargo creen que fue una especie de héroe del pueblo, un hombre sencillo que no se dejó avasallar por las injusticias y se rebeló contra unas autoridades despóticas que le habían arruinado la vida.
La excavadora de Heemeyer sería posteriormente reducida a chatarra y hecha desaparecer para evitar que curiosos y admiradores se llevaran fragmentos de ella.


sábado, 6 de febrero de 2016

Rocas peligrosas (II)

Lorandita


Lorandita
El talio es un metal pesado altamente tóxico cuyos minerales no son muy comunes y deben ser manejados con precaución. Y más si, como en el caso de la lorandita, se hallan en combinación con otros elementos peligrosos como el arsénico. Este sulfuro de talio y arsénico (TlAsS2) además es peligroso porque se pulveriza con facilidad y su inhalación es igualmente dañina.

Hutchinsonita


Hutchinsonita
Y para rizar el rizo, tenemos a la hutchinsonita, un sulfuro no de uno ni de dos metales pesados, sino de tres: arsénico, plomo y talio (TlPbAs5S9). Muy nocivo y potencialmente letal.

Greenockita
Greenockita
Sulfuro de otro metal pesado, el cadmio (CdS), es venenoso por ingestión o inhalación, e incluso su contacto sin las debidas precauciones puede acarrear problemas de salud.

Cinabrio y coloradoíta


Cinabrio y coloradoíta
Los minerales de mercurio también suponen un notable riesgo para el que los manipula ya que, si bien los compuestos de mercurio solubles son muy raros en la naturaleza, el mercurio metálico en si puede causar intoxicaciones por ingestión o por inhalación, acumulándose en el organismo. Los minerales más comunes son el cinabrio (sulfuro de mercurio, HgS) y la coloradoíta (teluriuro de mercurio, HgTe). Ambos son utilizados para la extracción del mercurio para uso industrial.

Asbestos

Asbesto
Este grupo de minerales fibrosos, compuestos por cadenas dobles de silicatos, fueron muy utilizados en la construcción y en la industria, hasta que se descubrió que eran altamente cancerígenos, sobre todo cuando sus fibras son inhaladas. Hoy en día su uso está prohibido en la mayor parte del mundo.

Uraninita y torbernita


Uraninita y torbernita
Todos los minerales de uranio producen radiactividad en mayor o menor medida, por lo que su manejo debe hacerse bajo estrictas medidas de seguridad. La uraninita es óxido de uranio (UO2) que suele contener impurezas de plomo, radio o torio. Es muy radiactiva y además su descomposición puede generar radón, gas potencialmente cancerígeno. La torbernita (Cu(UO2)2(PO4)· 8-12 H2O) no es tan radiactiva, pero igualmente se deben tomar grandes precauciones en su manipulación.

viernes, 5 de febrero de 2016

Rocas peligrosas (I)

Para demostraros que vuestras madres tenían toda la razón del mundo cuando os decían que os lavaseis las manos después de agarrar cosas del suelo, he aquí una lista de algunas de las rocas más peligrosas de la naturaleza.

Arsenopirita y claudetita


Arsenopirita y claudetita
Por lo general, los minerales que contienen arsénico en su composición suelen ser bastante peligrosos, especialmente aquellos que, como los óxidos o los arseniatos de metales alcalinos, son muy solubles. El simple contacto puede provocar intoxicación, su ingestión es potencialmente letal y si se calientan emiten gases tóxicos. Los más conocidos son la arsenopirita o mispíquel, un sulfuro de hierro y arsénico (FeAsS), y la claudetita, un óxido de arsénico (As2O3)

Oropimente y rejalgar


Oropimente y rejalgar
Compuesto de trisulfuro de arsénico (As2S3), el oropimente se encuentra habitualmente cerca de fuentes hidrotermales y ha llegado a ser empleado por algunas culturas como arma, impregnando con su polvo las puntas de sus flechas. El rejalgar (As4S4) es también de elevada toxicidad y se encuentra a menudo asociado al oropimente y la arsenopirita como mineral secundario.

Cervantita y senarmontita


Cervantita y senarmontita
Los minerales con antimonio no son tan tóxicos como los que contienen arsénico, pero si tienen que ser manejados con precaución, especialmente los llamados ocres de antimonio, derivados de la estibina (Sb3+(Sb5+)2O6(OH)). Algunos, en presencia de metales, reaccionan con ácidos generando hidruro de antimonio, un gas altamente tóxico. La cervantita (Sb2O4) y la senarmontita (Sb2O3) son las más representativas

Villiaumita


Villaumita
Este mineral, compuesto por fluoruro de sodio (NaF) es altamente venenoso. Su contacto puede causar irritación de la piel y las mucosas, y su ingestión puede ser potencialmente letal. Incluso la inhalación de polvo de villiaumita puede causar trastornos en el sistema nervioso, arritmias y fallo renal.

Calcantita y melanterita


Calcantita y melanterita
La calcantita (Cu(SO4)·5H2O) es un sulfato de cobre que se emplea en joyería. Sus cristales azules, muy solubles, son altamente tóxicos y pueden contaminar depósitos de agua acabando con toda la vida, tanto animal como vegetal. Su atractivo aspecto y su sabor no demasiado desagradable la hacen especialmente peligrosa para los niños. La melanterita (FeSO4·7H2O) es un sulfato de hierro, con similares cualidades.

Galena y cerusita


Galena y cerusita
En general, todos los minerales que contengan algún metal pesado son susceptibles de provocar intoxicaciones. En el caso del plomo, no suelen ser comunes las intoxicaciones agudas (salvo casos muy concretos, como beber agua muy contaminada) y el peligro viene dado más frecuentemente por la exposición prolongada, ya que el plomo se acumula en el organismo y causa una intoxicación crónica. Minerales de este tipo son la galena o sulfuro de plomo (PbS) y la cerusita o carbonato de plomo (PbCO3).

martes, 2 de febrero de 2016

Manaos y la fiebre del caucho

Manaos, a principios del siglo XX
La ciudad brasileña de Manaos, actual capital del estado de Amazonas, nació en torno al Forte de São José da Barra do Rio Negro o Fortim de São José, una fortaleza construida por los portugueses en 1669 en la orilla izquierda del río Negro, algo más arriba de la confluencia con el rio Solimões. Aquel fortín con sus toscas murallas de piedra y barro buscaba proteger la frontera norte de las posesiones portuguesas y a su alrededor fue creciendo una pequeña comunidad, formada por blancos e indígenas, que nunca fue demasiado numerosa, dado que la zona carecía de recursos que atrajeran el interés de nuevos pobladores. No fue hasta 1832 que la localidad recibió el título de "villa".

Extracción del látex de una Hevea brasiliensis
Pero el destino de Manaos iba a cambiar poco después. En la segunda mitad del siglo XIX, las pujantes industrias norteamericanas y europeas descubrieron las múltiples aplicaciones del caucho, un polímero elástico obtenido de las secreciones de determinados géneros de plantas tropicales. Las principales fuentes de caucho eran las plantas del género Hevea, especialmente el árbol del caucho o seringueira (Hevea brasiliensis), originario de la cuenca del Amazonas. La demanda de caucho se disparó; los precios empezaron a subir como la espuma y enseguida la obtención del llamado oro blanco del Amazonas se convirtió en un negocio fabuloso. Ciudades como Iquitos (Perú) o Belem (Brasil) vivieron tiempos de crecimiento sin precedentes. pero sin duda alguna fue Manaos la que más se benefició de aquel comercio. Situado en medio de una zona densamente poblada de Heveas, aquel villorrio muy pronto empezó a recibir oleadas de inmigrantes en busca del cotizado producto. Y más cuando en 1887 John Boyd Dunlop inventó el neumático, disparando aún más la demanda.
Gracias a las oleadas de dinero generadas por el comercio del caucho, Manaos crecía sin freno, y no tardó en surgir una élite de potentados que controlaban las principales zonas de producción y amasaron con gran rapidez increíbles fortunas. Unas fortunas creadas a base de sangre y muerte: las explotaciones caucheras funcionaban con el trabajo de miles de indios, en condiciones de esclavitud y sometidos a los más atroces abusos por parte de capataces sin escrúpulos que seguían las órdenes de sus jefes de producir caucho a la mayor velocidad posible, sin atender a ninguna otra consideración. Miles de indios murieron, por hambre, enfermedad o agotamiento, pero también asesinados a manos de sus despiadados guardianes, y muchos otros sufrieron palizas, torturas o violaciones, en unas explotaciones que se parecían más a campos de concentración donde no había más ley que la que imponían sus señores. Según cálculos del antropólogo canadiense Edmund Wade Davis, por cada tonelada de caucho que se producía morían diez indígenas y muchos otros eran azotados, torturados o prostituidos.


Ese torrente de dinero no podía menos que reflejarse en la ciudad y en sus habitantes, especialmente en los más ricos. En sólo unos años, Manaos se convirtió en la ciudad más próspera de Brasil y una de las más ricas del mundo. Su renta per cápita llegó a duplicar la de la región cafetera, que hasta entonces había sido la mayor del país. El París de los trópicos, como era llamada, comenzó a crecer: amplias avenidas, lujosas mansiones, imponentes edificios públicos (su Palacio de Justicia costó dos millones de dólares de la época). Fue la primera ciudad de Brasil en disponer de alumbrado eléctrico, alcantarillado y agua corriente. Por sus calles circulaban tranvías eléctricos mientras en ciudades como Nueva York todavía eran tirados por caballos. Acaso el mejor resumen de aquella época de lujo y despilfarro fuese la construcción del monumental Teatro Amazonas: un teatro de la ópera que no llegaba al millar de localidades, cuyos costosos materiales fueron traídos expresamente desde Europa. Así, los materiales del techo vinieron de Alsacia (incluidos 36000 azulejos de cerámica con los colores de la bandera brasileña, que recubren la cúpula exterior), las paredes de acero de Escocia, las escaleras, columnas y estatuas son de mármol de Carrara, hay 198 lámparas de araña (de ellas, 32 de cristal de Murano) y el mobiliario fue traído desde París, de la prestigiosa casa Koch Frères. El telón, pintado también en Paris, es obra del pintor brasileño Crispim do Amaral, mientras que los techos fueron decorados por el italiano Domenico de Angelis. El Teatro fue inaugurado el último día de 1896 y en él actuaron figuras de primerísimo nivel de la escena operística mundial, entre ellas el mismísimo Enrico Caruso.

Teatro Amazonas
El estilo de vida de aquellos opulentos comerciantes no iba a la zaga. Había familias de Manaos que enviaban su ropa sucia a Portugal para que la lavaran, hombres que encendían puros con billetes de cien dólares y daban de beber champán a sus caballos, las principales casas de modas parisinas hacían envíos regulares a sus numerosas clientas, y lo mismo las mejores joyerías europeas (en aquellos años Manaos llegó a ser una de las ciudades con mayor comercio de diamantes), las grandes mansiones estaban amuebladas con mobiliario traído de Francia o Inglaterra... Una prosperidad reflejada también en aspectos más siniestros: en la ciudad funcionaban elegantes burdeles donde los "caballeros" podían encontrar chicas de cualquier edad y procedencia que eran "renovadas" con regularidad.
La fortuna se prolongó durante años, desde la década de los setenta del siglo XIX hasta comienzos del siglo XX, en que se cruzó en el camino de los brasileños la tradicional habilidad de los británicos para sacar tajada de todo lo que pueda dar dinero. En 1876 el botánico inglés Henry Wickham logró sacar de Brasil miles de semillas de la seringueira (algo que las autoridades brasileñas habían prohibido expresamente) y llevarlas de contrabando a Inglaterra. Desde allí fueron enviadas a las colonias británicas de Malasia, Birmania, Ceilán y África, donde muy pronto empezaron a crecer grandes plantaciones de Hevea (en Brasil los intentos de cultivar artificialmente el árbol habían fracasado por las infecciones fúngicas). Cuando a partir de 1915 el caucho británico empezó a llegar a los mercados, lo hizo a un precio sensiblemente menor que el de Brasil: las plantaciones británicas, gestionadas más eficientemente, no tenían tantas complicaciones como las explotaciones en la selva brasileña, su producto era más fácilmente exportable (en Brasil el caucho tenía que viajar cientos de kilómetros por la selva hasta el puerto más cercano) y los impuestos también eran más bajos. La industria cauchera brasileña no pudo soportar la competencia y se hundió.

Plantación de Heveas en la India
Muchos de aquellos ricachones se arruinaron, y otros abandonaron Manaos, como también hicieron muchos trabajadores que habían llegado atraídos por el dinero del caucho. La ciudad perdió el esplendor que un día había tenido y languideció con numerosas casas abandonadas y altas tasas de desempleo hasta 1967, en que se creó la Zona Franca de Manaos, lo que contribuyó a atraer a la región a industrias e inversores. La explotación del caucho viviría un pequeño repunte durante los años de la Segunda Guerra Mundial, cuando las plantaciones del sudeste asiático cayeron en manos japonesas y los aliados tuvieron que recurrir al caucho brasileño para mantener su producción.