Verba volant, scripta manent

miércoles, 22 de junio de 2016

Cuando un periódico norteamericano explicó cómo Japón podía invadir EEUU


El 7 de diciembre de 1941 una fuerza aeronaval japonesa atacaba sin previo aviso la base naval de Pearl Harbor, en la isla de Oahu (Hawai). Los japoneses buscaban eliminar de un sólo golpe la mayor parte de la flota norteamericana en el Pacífico, para de este modo proseguir sin interrupciones su política expansionista por el Sudeste asiático. Pero el ataque, aún siendo exitoso, no consiguió los objetivos que buscaba: buena parte de la flota norteamericana se salvó del ataque al no encontrarse en la base y, pese a los graves daños y más de 2400 muertos, la base pudo volver a estar operativa en relativamente poco tiempo.
La desconfianza entre ambas naciones venía de décadas atrás. Durante los años 20, la expansión territorial de los japoneses, en busca de materias primas, empezó a preocupar a los EEUU, con fuertes intereses en la zona. Las tensiones aumentaron cuando en 1931 los japoneses invadieron Manchuria y establecieron el estado títere de Manchukuo. Pese a que en apariencia las relaciones diplomáticas entre ambos eran cordiales, en los dos bandos no tardaron en aparecer voces que presagiaban un inevitable conflicto armado.
La preocupación en los EEUU alcanzó nuevas cuotas cuando, en julio de 1937, los japoneses invadieron el norte y el este de China, desencadenando la segunda guerra sino-japonesa. Sólo unos meses después, el 7 de noviembre de 1937, el periódico Los Angeles Examiner publicaba un sorprendente artículo titulado "Cómo Japón podría atacar los Estados Unidos". El Examiner formaba parte del grupo mediático propiedad del magnate Willian Randolph Hearst, quien llevaba décadas insistiendo en la amenaza que suponía el llamado "peligro amarillo", así que no resultaba extraño el carácter del artículo, aunque, vistos los acontecimientos posteriores, si hay que reconocer que se anticipó a algunos de ellos.


El artículo iba a acompañado de un mapa, obra del pintor e ilustrador Howard A. Burke, en el que se describía con detalle un plan de ataque que podría llevar a los japoneses a hacerse con el control de una parte importante del territorio norteamericano. Todo comenzaría con un ataque a gran escala contra Hawai, con especial importancia para la base de Pearl Harbor. Pero no con el objeto de destruirla, sino para conquistarla. Las tropas niponas tomarían el control del archipiélago (seguramente con ayuda de una quinta columna actuando desde el interior; en aquellos días, en torno al 20% de la población de Hawai era de origen japonés) y utilizarían Pearl Harbor como base para lanzar un ataque contra Los Angeles y San Francisco, bombardeando puntos estratégicos con ataques aéreos y marítimos y forzando a los EEUU a concentrar sus tropas en California para resistir una posible invasión.


Pero, en realidad, el ataque a California no sería más que una cortina de humo. Aprovechando la distracción por los ataques a Hawai y California, una flota japonesa habría atacado Alaska, tomando el control del puerto de Dutch Harbor, en la isla de Amaknak (archipiélago de las Aleutianas). Dutch Harbor sería la base desde la que comenzaría un gran desembarco de tropas que, atravesando Alaska y Canadá siguiendo la costa del Pacífico hacia el sur, y apoyados desde el mar por la flota japonesa, cruzarían la frontera estadounidense, tomando la ciudad de Seattle para utilizarla como punto de entrada para la invasión del territorio continental norteamericano.




¿Era realizable este proyecto de invasión? Resulta bastante inverosímil. Los japoneses habrían necesitado de una enorme cantidad de hombres, recursos, navíos, aviones... que difícilmente podrían haber reunido. No sin dejar desprotegido su propio archipiélago y los territorios que habían ocupado por toda Asia. Un gran riesgo, sobre todo teniendo en cuenta la guerra que en ese momento libraban en China y el importante contingente de tropas que los británicos tenían en la India y en Malasia. No obstante, las publicaciones de Hearst siempre habían adolecido de un carácter sensacionalista y un tanto exagerado. Aunque, eso si, adivinó el papel fundamental que iba a jugal Pearl Harbor en el conflicto. Una invasión a gran escala al territorio continental norteamericano habría sido un ataque demasiado ambicioso. Por eso, cuando los japoneses por fin se decidieron a atacar a los EEUU, eligieron un objetivo más modesto: Pearl Harbor y la flota del Pacífico.
O quizá sencillamente los japoneses no leyeron el Examiner aquel día.

2 comentarios:

  1. Hearst, el hombre que "fabricó" la guerra de Cuba con sus artículos sobre la explosión del Maine.

    No creo que los del estado mayor norteamericano se tomasen en serio este informe. Cualquier militar sabe que el éxito de una operación va en proporción inversa a la complicación del plan, y este era demasiado complicado como para ser factible.

    Tan solo el clima en Alaska de por si solo podía dar al traste con todo.

    Podría haber sido un buen esquema para una novela de ficción política al estilo de "El Hombre en el Castillo" de Silverberg.

    Un abrazo.

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    1. Si, seguramente era un plan demasiado complicado y que requería un esfuerzo demasiado alto. Pero encajaba con la línea editorial de la prensa amarillista de Hearst. Había que alertar del "peligro amarillo", y cuanto más llamativo fuese el titular, mejor.
      Un abrazo, Rodericus.

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