Verba volant, scripta manent

sábado, 23 de julio de 2016

Chiune Sugihara, el diplomático japonés que salvó a miles de judíos

Chiune Sugihara (杉原 千畝), 1900-1986

El inicio de la Segunda Guerra Mundial y la invasión de Polonia por las tropas alemanas en septiembre de 1939 provocaron la huida de miles de judíos polacos que buscaron refugio en otros países huyendo de las persecuciones. Uno de los destinos de aquellos refugiados fueron los países bálticos, donde había importantes colonias judías. Miles de judíos polacos se instalaron en Kaunas, capital provisional de Lituania (la capital oficial, Vilna, había sido ocupada por las tropas polacas en 1920 y anexionada en 1922), donde la comunidad judía local (un cuarto de los 120000 habitantes de la ciudad) los acogió. La situación dio un vuelco cuando el 15 de junio de 1940 las tropas de la URSS ocupaban Lituania y establecían un gobierno títere prosoviético. Las nuevas autoridades prohibieron a los lituanos salir del país, pero permitían la marcha de los refugiados polacos siempre y cuando poseyeran un visado expedido por un tercer país. Pero por aquel entonces la mayoría de las delegaciones diplomáticas había abandonado Kaunas, y pocos países en todo el mundo estaban dispuestos a acoger a aquellos refugiados. Fue entonces cuando intervino el cónsul japonés, Chiune Sugihara.
Chiune (o Sempo, dependiendo de la manera de leer los ideogramas de su nombre en japonés, 千畝) nació el 1 de enero de 1900 en la prefectura de Gizu, en el centro de japón, segundo de los seis hijos de Yoshimi Sugihara, un médico de clase media, y su esposa Yatsu, de una familia ilustre de casta samurai. Chiune fue un estudiante brillante, con excelentes notas. Su padre quería que fuese médico como él, pero Chiune no tenía vocación y suspendió a propósito su examen de ingreso, dejándolo en blanco. Acabaría matriculándose en Literatura Inglesa en la Universidad de Waseda.
En 1919 ingresó en el servicio diplomático nipón, siendo enviado a Harbin (China), donde permanecería dieciséis años. Allí aprendió ruso y alemán y se convirtió en un experto en asuntos rusos, teniendo una destacada participación en las negociaciones entre Japón y la URSS relativas a la compra del ferrocarril del norte de Manchuria. Chiune se convertiría al cristianismo ortodoxo y se casaría con una exiliada rusa llamada Klaudia y, cuando los japoneses crearon el estado títere de Manchukuo, fue nombrado viceministro de Asuntos Exteriores, aunque en 1934 renunció, debido al desagrado que le producía el trato que sus compatriotas daban a la población china. En 1935, tras divorciarse de Klaudia, regresó a Japón, donde volvió a casarse con una mujer japonesa llamada Yukiko Kikuchi, con la que tendría cuatro hijos.

Chiune Sugihara con su esposa Yukiko (1913-2008)
Su siguiente destino fue en la embajada japonesa en Helsinki (Finlandia), en 1938, donde ejerció como traductor. Al año siguiente, Sugihara fue nombrado cónsul en Kaunas (era el único miembro de la delegación) para poder informar al gobierno japonés de los movimientos de alemanes y soviéticos, pocos meses antes del inicio de la guerra. El cónsul no tardó en hacer numerosas amistades, entre ellas destacados miembros de la comunidad judía, como la familia Ganor, propietarios de una próspera empresa textil.
Al poco de producirse la invasión soviética, algunos judíos holandeses residentes en Kaunas acudieron al cónsul honorario holandés, Jan Zwartendijk (director de la fábrica que la empresa Philips tenía en Lituania), para solicitarle visas para salir de Lituania. Como por aquel entonces los Países Bajos ya habían sido ocupados por las tropas alemanas, pidieron los visados para sus colonias caribeñas (Curaçao, Aruba, la Guyana holandesa...). Numerosos refugiados polacos, al enterarse de aquella vía de escape, acudieron a Zwartendijk rogando visados para ellos y sus familias. El cónsul, deseoso de ayudar a aquella gente, y contando con la aprobación de su superior, el embajador holandés en Letonia, L. P. J. de Decker, empezó a otorgar visados para las Antillas Holandesas a judíos polacos (ocultando a los soviéticos el hecho de que para que esas visas fueran válidas necesitaban la autorización del gobernador colonial holandés) para que pudieran huir del país. Pero aún había otro problema: dada la situación de Europa, la vía de huida más segura era cruzar la URSS hacia el este, y luego hacer escala en Japón antes de partir rumbo a América. Por eso, los soviéticos estaban dispuestos a permitir atravesar su territorio a aquellos que poseyesen un visado de tránsito para poder cruzar territorio japonés.

Refugiados judíos hacen cola frente al consulado japonés en Kaunas (julio de 1940)
Y así, una mañana de finales de julio de 1940, Sugihara halló al despertarse a una multitud de judíos haciendo cola fuera del consulado pidiéndole visados de tránsito para poder llegar a Japón. Sugihara, desconcertado, pidió instrucciones al ministerio japonés de Asuntos Exteriores. Tres veces solicitó permiso Sugihara para conceder visados, y tres veces recibió la misma respuesta negativa de sus superiores: a cualquiera que no cumpliera los rigurosos requisitos de inmigración del gobierno (que pocos de los refugiados cumplían) debía denegársele el visado.japonés.
Chiune Sugihara se enfrentó a un dilema moral. O abandonaba a su suerte a aquellas personas, en contra de lo que su conciencia y su honor como samurai le dictaban, o bien desobedecía una orden directa de sus superiores, transgrediendo la conocida disciplina japonesa y arriesgándose a quedarse sin trabajo y deshonrado. Tras consultarlo con su familia, decidió que no podía quedarse impasible viendo cómo los judíos quedaban atrapados entre nazis y soviéticos. Y comenzó a expedir por su cuenta visados japoneses.
En las semanas siguientes, Chiune Sugihara redactó febrilmente centenares de visados. No sólo visados temporales para los que tenían los permisos de Zwartendijk, sino también visados permanentes para personas que carecían de cualquier otro tipo de documentos de viaje. El cónsul japonés escribía a mano hasta 18 o 20 horas al día, sin descanso, redactando cada jornada el equivalente a un mes de trabajo, hasta que sus dedos se agarrotaban. El 3 de agosto. Lituania se convertía de manera oficial en parte de la URSS y las autoridades soviéticas ordenaban a todas las delegaciones diplomáticas que permanecían en el país que lo abandonasen en el plazo de tres semanas. Sugihara pidió una prórroga, que fue aceptada, para poder seguir escribiendo visados. Y lo siguió haciendo hasta el momento en el que se vio obligado a dejar Kaunas, el 1 de septiembre. Cuentan que seguía redactando visados en el coche que lo trasladó a la estación de tren, y que mientras el tren no partía seguía escribiendo visados que luego lanzaba por la ventanilla del vagón a los refugiados polacos que se agolpaban en el andén. Cuando el tren por fin se puso en marcha, Sugihara entregó su sello consular a uno de aquellos refugiados para que pudieran seguir fabricando visados por su cuenta.


Una de las visas temporales concedidas por Sugihara en Kaunas
No hay una cifra exacta del número de visados expedidos por Chiune Sugihara durante aquellas semanas. Algunas cifras hablan de 6000, aunque el número de personas que se beneficiaron de ellas pudo ser muy superior, ya que muchos de aquellos visados eran familiares y servían para todos los miembros de una familia. Los expertos aseguran que se trata del segundo mayor contingente de judíos salvados durante la Segunda Gurra Mundial por una única persona (sólo superado por el diplomático sueco Raoul Wallenberg). La gran mayoría de los que recibieron los visados de Sugihara pudo cruzar la Unión Soviética sin peligro y llegar a Vladivostok, donde se embarcaron hacia Japón. Allí, más de 2000 lograron partir entre agosto de 1940 y noviembre de 1941 hacia otros destinos, gracias a las gestiones del embajador polaco en Tokio, Tadeusz Romer: Canada, Estados Unidos, Sudamérica, Australia o Palestina. El resto se instaló en Japón, especialmente en la ciudad de Kobe, donde ya existía una pequeña comunidad judía, hasta que meses después el gobierno japonés los deportó a Shangai, donde la mayoría sobrevivió hasta el final de la guerra. Los judíos que permanecieron en Lituania acabarían en su mayor parte en campos de concentración, después de que las tropas alemanas invadieran el país en 1941 (más de 100000 morirían en los campos).
Tras abandonar Kaunas, Chiune Sugihara fue destinado primero a Praga (donde se dice que aún entregó varios visados más a judíos que trataban de huir del país) y luego a Königsberg (Prusia Oriental) y a Bucarest, donde cayó prisionero de los soviéticos junto a su familia en 1944. En 1946 fueron liberados y volvieron a Japón. Dos meses después de su retorno, Sugihara era obligado a dimitir de su cargo en la diplomacia japonesa, debido al descontento de sus superiores con sus acciones en Europa. Le fue concedida una pequeñísima pensión, con lo que, para poder mantener a su familia, encontró trabajo en la ciudad de Fujisawa, en una empresa de exportación. Entre 1960 y 1975 vivió en la Unión Soviética como delegado de una empresa japonesa. Durante esa época, usó el nombre de Sempo Sugihara; quizá para que los soviéticos no supieran que se trataba del mismo diplomático japonés que en los años 30 había participado en la compra del ferrocarril de Manchuria (donde las hábiles negociaciones de Sugihara les habían hecho perder millones).

Sugihara y su esposa Yukiko, en compañía de Yitzak Shamir, ministro israelí de Asuntos Exteriores y futuro primer ministro (Tokio, 1985)
Chiune Sugihara se mantuvo durante años en silencio acerca de lo sucedido en Lituania durante la guerra. No fue hasta 1969 en que Yehoshua Nishri, agregado económico de la embajada israelí en Tokio y uno de los miles de judíos que le debían la vida, dio con él tras años de búsqueda y pudo agradecerle en persona lo que había hecho. Al año siguiente, visitó Israel, invitado por el gobierno israelí. Desde ese momento, cientos de personas a los que había salvado hicieron llegar sus testimonios al Yad Vashem, la organización dedicada a preservar la memoria del Holocausto, pidiendo un reconocimiento para Sugihara. En 1985 Chiune Sugihara recibió el título de "Justo entre las Naciones", el título que reciben aquellas personas no judías que se distinguieron por haber ayudado a las víctimas del Holocausto. Chiune, gravemente enfermo, no pudo acudir a Israel para recibir dicho reconocimiento, que recogieron su esposa y su hijo en su nombre. Asimismo, a Sugihara y su familia se les concedió la ciudadanía israelí de forma honoraria.

El Sugihara Chiune Memorial Hall y la Colina de la Humanidad en Yaotsu (Japón)
Chiune Sugihara murió el 31 de julio de 1986. A su funeral acudió una nutrida representación judía procedente de todo el mundo, encabezada por el embajador israelí en Tokio. Preguntado en numerosas ocasiones por qué salvo la vida a todas aquellas personas, solía citar un viejo dicho samurai: "Un buen cazador no mata a un pájaro que vuela hacia él buscando refugio". "Eran seres humanos, y necesitaban ayuda. Me alegro de haber encontrado la fuerza para tomar la decisión de darles los visados" dijo en cierta ocasión. "Puede que desobedeciera a mi gobierno, pero de no haberlo hecho habría desobedecido a Dios". A día de hoy, Chiune Sugihara tiene calles con su nombre en Kaunas y Vilna (Lituania) y en Netanya (Israel), además de monumentos en su honor erigidos en su localidad natal de Yaotsu, Vilna y Los Angeles (EEUU).

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