Verba volant, scripta manent

jueves, 20 de abril de 2017

Los huesos de Thomas Paine

Thomas Paine (1737-1809)

Nacido en 1737 en la localidad de Thetford, en el condado inglés de Norkfolk, en el seno de una familia humilde y de escasa cultura, Thomas Paine tuvo numerosos empleos a lo largo de su vida. Fabricante de corsés como su padre, marinero, recaudador de impuestos o estanquero, entre otros. Durante estos años fue instruyéndose de manera autodidacta, interesándose por cuestiones de ciencia y filosofía.
En 1774, enfermo y lleno de deudas, conoce en Londres a Benjamin Franklin, que se encontraba allí como representante de la Colonia de Pennsylvania, y que le aconseja probar fortuna en América. Paine llegó a finales de ese año a Philadelphia, donde pronto encontraría trabajo como redactor en el Pennsylvania Magazine. En 1775 se publicó en dicha revista un artículo anónimo, cuya autoría se le atribuye, pidiendo la emancipación de los esclavos y la abolición de la esclavitud.
Desde su llegada a Norteamérica, Paine se relacionó con los sectores sociales y políticos más descontentos con el enfrentamiento entre los colonos y las autoridades británicas, asumiendo su causa y defendiendo con decisión la independencia de las colonias. En enero de 1776, cuando la guerra ya había comenzado, publicó de manera anónima un escrito titulado Common Sense (Sentido Común) en el que atacaba a la Corona británica y al gobierno, argumentando que las trece colonias norteamericanas no obtenían nada de la metrópolis, para la cual sólo existían para ser sangradas con impuestos, y, por lo tanto, la única solución era librarse del yugo británico y declarar la independencia. El folleto, escrito en un lenguaje sencillo y directo, fue un éxito rotundo, vendiendo más de cien mil ejemplares en los primeros tres meses y alcanzando el medio millón de copias (para una población de dos millones de personas) al final de la guerra, y contribuyó a ganar para la causa rebelde a numerosas personas que hasta entonces se habían mostrado dubitativas. Muchas de las ideas expuestas en Common Sense influirían decisivamente en la redacción de la Declaración de Independencia.
A finales de 1776 Paine publicaría otra obra de capital importancia, una serie de artículos bajo el nombre común de The American Crisis, para inspirar a los soldados del ejército rebelde en sus batallas. En uno de estos artículos se habla por primera vez de los "Estados Unidos de América". En 1777 fue nombrado secretario del Comité de Asuntos Exteriores, pero tuvo que dimitir en 1779 debido a un enfrentamiento con el diplomático Silas Deane.
Una vez finalizada la guerra, Paine se encontró en problemas económicos (había cedido los derechos de sus obras para financiar al ejército norteamericano). El estado de Nueva York le cede una pequeña granja en New Rochelle y Pennsylvania le otorga una pequeña ayuda económica. En 1787 se construye un puente sobre el río Schuylkill bajo un revolucionario diseño suyo, hecho de hierro y con un único arco. Poco después retornaría a Europa para promocionar su obra, viviendo entre París y Londres.
En 1789 está en Francia cuando estalla la Revolución Francesa, que le causa una honda impresión. A raiz de ella, publica en dos partes, en 1791 y 1792, una de sus obras cumbre: Rights of Man (Los derechos del hombre). Escrita como respuesta a las Reflexiones sobre la Revolución francesa de Edmund Burke, muy críticas con los revolucionarios, justifica la Revolución como una respuesta al despotismo de la monarquía y la aristocracia francesas. Pero además propone una serie de cambios radicales en el gobierno y la sociedad del Reino Unido: abolición de los estamentos que él considera perjudiciales para el país (monarquía y aristocracia), una Constitución escrita similar a la norteamericana, abolición del derecho de primogenitura, reducción de impuestos a los pobres, educación pública, impuestos progresivos para evitar la acumulación de riqueza y financiar gastos sociales... Su publicación (vendió cerca de un millón de copias) causó una enorme polémica; el gobierno prohibió la circulación del libro, encarceló a su editor y juzgó a Paine por sedición y libelo, condenándolo a muerte in absentia (en aquel momento se encontraba en Francia).
En Francia, Paine consigue un puesto en la Convención Nacional y participa en la redacción de la Constitución republicana. Pero, tras oponerse a la ejecución de Luis XVI, pierde la confianza de los jacobinos. Durante el régimen del Terror le retiran la nacionalidad francesa y la inmunidad parlamentaria, es perseguido y encarcelado durante 1794, aunque tras la caída de Robespierre es rehabilitado y readmitido en la Convención.
Estando en prisión comienza a escribir su otra obra capital: The Age of Reason (La edad de la razón), en la que critica las religiones organizadas y la infalibilidad de los textos religiosos como la Biblia. Paine, reconocido deísta (los deístas creen en la existencia de uno o varios dioses, pero llegando a su conocimiento a través de la razón y la experiencia personal, no como miembros de una religión institucionalizada) decía que "todas las instituciones eclesiásticas nacionales, ya sean judías, cristianas o turcas, me parecen nada menos que invenciones humanas creadas para atemorizar y esclavizar a la humanidad, y monopolizar el poder y el lucro".
La estancia de Paine en Francia se fue volviendo cada vez más incómoda, dado que la Revolución discurría por cauces cada vez más alejados de las ideas de Paine, y por las suspicacias que provocó otro de sus escritos, Agrarian Justice (1795), dedicado a denunciar las desigualdades sociales, y que proponía una renta para aquellos ciudadanos que careciesen de tierras para su sustento. Por eso, en 1802, poco después de que su buen amigo Thomas Jefferson llegara a la presidencia, regresó a Estados Unidos, instalándose en su granja de New Rochelle.
Pero en América tampoco tuvo una buena acogida. Sus servicios a la causa revolucionaria habían sido olvidados, y en cambio encontró numerosos enemigos. Los religiosos estaban contra él por La edad de la razón, los federalistas por su amistad con Jefferson y algunas de sus ideas sobre el gobierno expuestas en Common Sense, y buena parte de los norteamericanos por una carta que había publicado criticando a George Washington (al que llamaba incompetente, vano y desagradecido), creyendo que había tenido parte en su encarcelamiento. Paine vivió sus últimos años en la pobreza y falleció el 8 de julio de 1809. No fue ese el final de sus vicisitudes; antes de morir pidió ser enterrado en el cementerio cuáquero de Nueva York (su padre profesaba dicha religión), pero los cuáqueros se negaron a aceptarlo. Otros cementerios rechazaron también acoger sus restos, así que, finalmente, fue enterrado en su granja, a los pies de un nogal, en una ceremonia a la que apenas asistieron media docena de personas. Sobre la tumba se colocó una sencilla lápida, de la que los visitantes que acudían a presentar sus respetos a Paine solían llevarse pequeños fragmentos como recuerdo.
Diez años después de su muerte, el periodista y escritor inglés William Cobbett, admirador de Paine, decidió que no era esa una sepultura digna para un hombre de su relevancia y, tras saquear con nocturnidad su tumba, se llevó su esqueleto de vuelta a Inglaterra con la intención de ofrecerle un entierro digno y una tumba acorde que mantuviera su memoria entre sus compatriotas (aunque en una carta afirmó que uno de los dedos de Paine había quedado en Norteamérica, en manos de un amigo). No obstante, no encontró los apoyos y la financiación necesarias, y a la muerte de Cobbett, en 1835, los huesos de Thomas Paine todavía figuraban en el inventario de sus posesiones.
El destino de los restos es incierto. Se cree que buena parte de ellos acabaron en poder de Benjamin Tilly, un sastre amigo de Cobbett, y que tras la muerte de éste en 1860 habrían sido vendidos a un trapero por la casera de Tilly. Sin embargo, el cráneo, la mandíbula inferior y el brazo derecho de Paine habían sido separados del resto antes de que eso sucediese, y repartidos entre varios admiradores del pensador. No deja de ser irónico que los restos de aquel que había criticado las religiones y sus ritos acabasen a su vez convertidos en reliquias.


A lo largo de los años, diversas personas han afirmado estar en posesión de algunos de dichos restos. En 1852 un reverendo llamado Robert Ainslie afirmó tener en su poder la mano derecha y el cráneo de Paine. Posteriormente, a su muerte habrían pasado a poder de un tal señor Penny, pero se desconoce qué destino tuvieron. En 1905 se inauguró un monumento en honor a Paine en los terrenos de la que había sido su granja. Bajo el monumento se enterró una caja que, al parecer, contenía un fragmento del cráneo del escritor, que habría sido adquirido en Londres por Moncure Conway, autor de una biografía suya.

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