Verba volant, scripta manent

sábado, 12 de agosto de 2017

Cuarenta años prófugo

Georg Gärtner (1939)

En septiembre de 1985 se publicaba en EEUU un libro titulado Hitler's Last Soldier in America (El último soldado de Hitler en América). Como autores figuraban el historiador Arnold Krammer, reconocido experto en el tema de los campos de prisioneros en territorio estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial, y Dennis F. Whiles, un sexagenario residente en Colorado. Lo sorprendente era el contenido del libro: se trataba de una autobiografía de Whiles en la que confesaba que su verdadero nombre era Georg Gärtner y era un antiguo soldado del ejército alemán que se había fugado de un campo de prisioneros en 1945 y llevaba desde entonces viviendo en EEUU bajo un nombre falso.

Georg Gärtner había nacido el 18 de diciembre de 1920 en la ciudad de Schweidnitz, en la Baja Silesia. Según él mismo contaría, nunca fue un nazi convencido, pero se alistó en el ejército alemán, más por afán de aventuras que por otra cosa. Fue destinado al Afrika Korps sirviendo a las órdenes del mariscal Rommel hasta que, tras la capitulación del ejército alemán en Túnez en mayo de 1943, cayó prisionero de los aliados, al igual que otros 130000 soldados alemanes, que acabarían recluidos en campos de prisioneros en Estados Unidos y Canadá.

Gärtner permaneció en custodia hasta el final de la guerra. Cuando el Tercer Reich se rindió, el gobierno norteamericano empezó a repatriar a los prisioneros de guerra a sus lugares de origen. Sin embargo, eso era algo que no le apetecía demasiado a Gärtner. Su ciudad natal, al igual que toda la región, estaba ocupada por las tropas soviéticas (al final, Schweidnitz y casi toda la Baja Silesia acabarían pasando a formar parte de Polonia; hoy en día la ciudad se llama Świdnica) y a él no le apetecía quedar bajo la autoridad de los comunistas. Así que aprovechó su traslado al aeródromo de Deming (Nuevo México), donde había un campo provisional de internamiento dependiente de la base texana de Fort Bliss, para escaparse, la noche del 21 de septiembre de 1945.


De inmediato, el ejército norteamericano inició una gran operación de búsqueda y captura, mientras el FBI colocaba a Gärtner en su lista de los mas buscados. No era el único; tras el final de la guerra y la repatriación de los prisioneros, había todavía 12 prisioneros de guerra huidos y en paradero desconocido en territorio norteamericano. Sin embargo, uno a uno fueron descubiertos, y al llegar a la década de 1960, sólo Georg Gärtner permanecía fugado. En 1963 el ejército decidió cesar su búsqueda y el FBI, aunque lo mantuvo en su lista de fugitivos, tampoco vio prioritaria su detención y no volvió a investigar su paradero.

¿Qué había sido del fugitivo? Gärtner aprovechó que hablaba un inglés fluido (mientras estuvo prisionero había realizado labores como traductor) para pasar desapercibido en la sociedad norteamericana. Adoptó el nombre de Dennis F. Whiles y desempeñó trabajos de baja cualificación (lavaplatos, peón agrícola) mientras se familiarizaba con las costumbres y el modo de vida americanos. Para evitar llamar la atención, cambiaba a menudo de trabajo y residencia. Y así, mientras las autoridades buscaban a Georg Gärtner, Dennis Whiles se convertía en un ciudadano corriente y libre de sospecha, que tenía incluso su número de la Seguridad Social. Poco a poco fue consiguiendo trabajos mejores; fue instructor de esquí y profesor de tenis, contratista, pintor y vendedor, y en 1964 se casó con Jean, una mujer divorciada y con dos hijos, a la ocultó su verdadera identidad.

Una de las anécdotas de su etapa como fugitivo fue su participación en el rescate del City of San Francisco, un tren de la Chicago and North Western Railway que quedó atrapado en enero de 1952 en Sierra Nevada a causa de un temporal de nieve. Los pasajeros del tren tuvieron que ser rescatados por un numeroso equipo de voluntarios que con quitanieves y tractores construyeron un camino a través de la nieve para poder evacuarlos. La revista Life publicó un amplio reportaje sobre el recate, en el que incluso aparecía Gärtner en una de las fotografías. Y así, mientras las autoridades seguían buscándolo, el prisionero huido aparecía en una de las revistas de mayor difusión del mundo, sin que nadie lo reconociera.


Sin embargo, con el paso de los años, su esposa Jean comenzó a sospechar. Sus habituales cambios de trabajo y domicilio, y el hecho de que rechazara algunos empleos bien pagados pero que requerían facilitar documentos personales o una comprobación de sus antecedentes la convencieron de que su marido ocultaba algo. En 1982 se cansó; y amenazó a Dennis con abandonarlo si no le contaba la verdad. Entonces él le reveló su verdadera identidad y, juntos, decidieron que ya era hora de que saldase viejas cuentas y se entregase a las autoridades. La cuestión era cómo hacerlo.

En julio de 1979 el profesor Krammer había publicado Nazi Prisoners of War in America (Prisioneros de guerra nazis en América), un documentado y exhaustivo estudio sobre los 511 campos de prisioneros que habían existido durante la Segunda Guerra Mundial en suelo norteamericano y el cerca de medio millón de prisioneros de guerra que habían pasado por ellos. En el libro se mencionaba explícitamente el caso de Gärtner, y éste pensó que Krammer podía ayudarle. En noviembre de 1983 Gärtner llamó a Krammer, que por aquel entonces era profesor en la Universidad A & M de Texas, y tras una larga conversación acabó confesándole su verdadera identidad.

Krammer lo convenció para que contara su historia en un libro. Una vez la obra estuvo publicada, Gärtner se entregó a las autoridades de forma oficial en San Pedro (California), convertido en el último prisionero de guerra alemán en Norteamérica. Le sorprendió saber que su caso llevaba décadas dormido sin que nadie se hubiese preocupado por él.

Dennis Whiles (2009)
Una vez hubo revelado su verdadera identidad, su caso se encontró en una especie de limbo legal. Muchos expertos en derecho opinaban que no podía ser acusado por fugarse, ya que podía considerarse legítimo que hubiera rechazado su repatriación a una región bajo el control soviético. Incluso se podía poner en duda su condición de prisionero de guerra, toda vez que ésta había terminado antes de su huida. Tampoco podía ser considerado un inmigrante ilegal, ya que no había entrado en el país por propia voluntad, sino obligado por las autoridades. Además, llevaba 40 años residiendo en EEUU y estaba casado con una norteamericana, así que cumplía de sobra con los requisitos para nacionalizarse. Y dado que no había cometido otros delitos durante el tiempo en que estuvo huido, no se presentaron otros cargos contra él. Finalmente, el FBI renunció a acusarle de nada y lo retiró de su lista de delincuentes buscados; el servicio de Inmigración tampoco mostró interés en deportarle. Gärtner quedó en libertad y fue invitado a solicitar la nacionalidad norteamericana, algo que conseguiría en 1989, aunque prefirió seguir siendo Dennis F. Whiles en lugar de recuperar su nombre real.

Tras solucionar sus problemas con las autoridades. Dennis Whiles vivió una vida tranquila y discreta. Incluso viajó a Alemania tras la caída del muro de Berlín, buscando a su familia. Sus últimos años los pasó en Boulder (Colorado), donde falleció en 2013 a los 92 años de edad.

2 comentarios:

  1. Aunque soy contrario a todo lo nazi, me gustó esta historia, debió haber sido terrible para él intentar llevar una vida normal y ocultarle a todos su verdadera identidad. En Argentina hace poco entrevistaron a un hijo de un general nazi, la gente del barrio nunca se imaginó todo eso.

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    1. Al principio lo hizo por pura supervivencia. Luego se acostumbró y su doble identidad debió convertirse en parte de su personalidad. Aún así, sin duda tuvo que ser una carga pesada.
      Un saludo, Rodrigo.

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