Verba volant, scripta manent

viernes, 25 de enero de 2013

¡Salvar a la soldado Lynch!

                                                  Jessica Dawn Lynch

La soldado Jessica Lynch se convirtió en una de las primeras heroínas del ejército norteamericano durante la invasión de Irak en 2003. Su historia, convenientemente amplificada y difundida, conmocionó al pueblo estadounidense. Tenía todos los elementos necesarios: una heroína valerosa (además, atractiva y puramente WASP), patrioterismo, acción, peligro, y un final feliz.
La soldado Lynch tenía 19 años cuando fué capturada por los iraquíes, el 23 de marzo de 2003. Como muchos otros jóvenes de su edad, se había alistado en el ejército como única manera de costearse los estudios universitarios. Formaba parte de un convoy de la 507 compañía de mantenimiento, que acompañaba en su avance a la 3ª División de Infantería Mecanizada. Su convoy cayó en una emboscada del ejército iraquí en Nasiriya. Acosados por fuerzas muy superiores, los soldados norteamericanos lucharon como leones, sufriendo 11 bajas. Otros cinco fueron capturados (serían rescatados 21 días después). Y la soldado Lynch, gravemente herida, luchó disparando hasta su última bala y acabó siendo capturada. Una vez capturada, sus carceleros la sometieron a todo tipo de torturas, abusando sexualmente de ella incluso, para luego dejarla fuertemente vigilada en el Hospital Saddam, de Nasiriya. Pero un abogado iraquí, un tal  Mohammed Odeh Al-Rehaief (casado con una enfermera del hospital), informó, a riesgo de su vida, de la situación de la soldado Lynch al ejército yanqui. Y como ya se sabe que los norteamericanos nunca dejan a ninguno de los suyos atrás, el 1 de abril un comando de Operaciones Especiales, los Rangers y la Delta Force se infiltra en el hospital y rescata a la soldado Lynch. Con el añadido de un video de la acción que se hizo público: imágenes de visión nocturna, soldados parapetándose tras las columnas, apuntando con sus armas a todas partes, diciendo cosas del estilo Charlie Bravo Zulú, todo despejado, la soldado Lynch siendo evacuada en camilla. Todo de ese estilo Hollywood que tanto gusta al público yanqui. En fin, que la soldado Lynch es devuelta a casa, entre honores, condecorada y convertida en un símbolo nacional.
Esta es la "versión oficial", comunicada a los medios el 2 de abril en una conferencia en Doha (Qatar), en el centro de comunicaciones del ejército norteamericano. Lástima que sea falsa.
Desde el principio hubo quienes pusieron en duda la historia. Demasiado perfecta, demasiado conveniente para mejorar la discutida imagen del Gobierno. La primera discrepancia era la naturaleza de las heridas de Jessica Lynch: mientras que la versión ofrecida a los medios hablaba de heridas de bala y de arma blanca, el informe médico hablaba de un brazo y un fémur partidos, un tobillo disclocado y un fuerte golpe en la cabeza; heridas compatibles con un accidente de tráfico. Algunos medios, como la BBC, siguieron investigando y acabaron por recurrir a la versión de los iraquíes y a otras fuentes para desentrañar la historia verdadera.
La realidad es menos glorificante. Como ya he dicho, era soldado pero no combatiente; su unidad se encargaba de organizar el aprovisionamiento de otras unidades que si combatían: montar los campamentos, cocinas, letrinas, hospitales de campaña, cosas así. No estaba previsto que entrara en combate; su entrenamiento bélico, como el de sus compañeros, había sido bastante limitado. Bueno, pues el convoy del que formaba parte se equivocó de camino (pese a disponer de GPS) a causa de la indicación errónea que les dieron en un control. Y en lugar de rodear la ciudad, como estaba previsto, el convoy se metió de cabeza por el centro de Nasiriya, punto caliente de la resistencia iraquí, cruzando la línea del frente y entrando en territorio enemigo. Y los iraquíes, obviamente, aprovecharon la metedura de pata y abrasaron a tiros el convoy. La soldado Lynch no tuvo ocasión de combatir: el Humvee en el que iba se estrelló contra un camión destruído mientras trataban de huir. Ahí resultó herida Lynch. Fué la única de los que iban en el vehículo que sobrevivió. Y tras ser capturada, fué llevada al hospital. No hubo sesión de torturas, ni violación. Permaneció custodiada por soldados durante unos días, hasta que estos, visto el discurrir de la guerra, huyeron y Lynch quedó al cuidado únicamente del personal médico. El comportamiento de éstos fué ejemplar: salvaron su vida (tenía una grave hemorragia interna), recibió todo tipo de cuidados, incluso le donaron su sangre para una transfusión. Trataron de llevarla hasta sus compañeros, pero los americanos creyeron que se trataba de una trampa y abrieron fuego contra la ambulancia que la transportaba, que se vió obligada a dar media vuelta y volver al hospital. Allí la "rescataron" sus compañeros, ante el asombro de médicos y enfermeras; como ya he dicho, no quedaba un solo soldado iraquí en el edificio. El tal Mohammed Odeh Al-Rehaief había facilitado al ejército norteamericano los planos del hospital, y les había confirmado que no había soldados en el interior; a cambio, recibió una generosa recompensa y el visado para instalarse en EEUU con su familia.
Tras el montaje estaba The Rendon Group, una empresa de relaciones públicas cercano al Partido Republicano, y que ya había sido cuestionado durante la Primera Guerra del Golfo, cuando se supo que algunas noticias que había difundido habían sido manipuladas para generar una corriente de opinión favorable a la intervención militar. Sus fundadores fueron la inspiración para el filme La cortina de humo (Wag the dog, 1997), en la que un productor de Hollywood inventa una guerra inexistente para distraer la atención pública de un escándalo sexual del presidente de los EEUU. Era el momento oportuno: la acción militar empezaba a enquistarse, la invasión relámpago que el gobierno norteamericano había vendido empezaba a transformarse en una ocupación, empezaban a aparecer voces cuestionando el ataque, la moral de los soldados comenzaba a resentirse con las bajas. Y entonces apareció la historia de la soldado Lynch y aprovecharon para transformar una historia corriente (es más, lesiva para la imagen del ejército; lo sucedido mostraba el deficiente entrenamiento y planificación de las tropas sobre el terreno) en una historia de las que conmueven el corazoncito de los norteamericanos. Lo maquillaron, le pusieron un bonito lazo y, con ayuda de periodistas afines y medios amigos, lo hicieron circular. Así se conseguía mejorar la imagen del Gobierno, se aumentaba el orgullo nacional (o lo que es lo mismo, el respaldo a sus tropas) y se elevaba la moral del ejército.
La soldado Lynch fué evacuada a EEUU y recibió numerosos homenajes y condecoraciones, incluída la Estrella de Bronce (por una actuación heroica) y el Corazón Púrpura (por haber sido herida en combate). Fué licenciada con honores (por motivos médicos) en agosto de ese mismo año. En noviembre se publicó su historia en el libro I Am A Soldier Too: The Jessica Lynch Story, escrito con el periodista Rick Bragg (vinculado, casualmente, al grupo Rendon) donde se repetía la versión más artificiosa, recurriendo a fuentes anónimas o sin confirmar. Aunque la propia Lynch admitió más tarde que no recordaba buena parte de lo sucedido y que "algunas partes" de la historia no eran exactamente como había pasado.

                                            Jessica Lynch, durante su rescate

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