Verba volant, scripta manent

domingo, 17 de marzo de 2013

La langosta de Bobby Fischer

                                                          Bobby Fischer

Robert James "Bobby" Fischer (9/3/1943-17/1/2008) fue sin duda uno de los grandes ajedrecistas de la historia, y desde luego uno de los más polémicos. Excéntrico, caprichoso, poco hábil en las relaciones sociales (algo habitual en los que como él padecen el síndrome de Asperger), a menudo arrogante y también paranoico (durante años sostuvo que los rusos querían envenenarle y que la CIA le perseguía). También le encantaba el dinero y la fama que le proporcionaban su talento (Quiero ser riquísimo, todos lo quieren ser, pero ninguno lo dice).
En 1959, un Fischer de 16 años participó en el II Torneo Internacional Arturo Alessandri Palma, que se disputó en Santiago de Chile. Allí, Fischer se alojó en el Hotel Crillón, con gastos pagados, ya que su dueño era uno de los patrocinadores del torneo. A la hora de desayunar, Fischer pedía, a mayores de las tostadas, huevos, zumo, etc. una langosta... que luego nunca se comía, devolviéndola intacta a la cocina. Realmente no la quería, sólo la pedía porque podía hacerlo y le parecía que era lo que un competidor de primer nivel debía hacer. El caso es que, pasados un par de días, desde el hotel se pusieron en contacto con Gregorio Altamirano, presidente de la Federación Chilena de Ajedrez, porque suponía un gasto elevado e inútil. Y el señor Altamirano dio enseguida con la solución... a partir de ese día, y hasta el final del torneo, a Fischer se le sirvió, día tras día, la misma langosta, que Fischer, evidentemente, nunca tocó.

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