Verba volant, scripta manent

martes, 15 de octubre de 2013

Isabella Denley



Isabella Denley era una preciosa niña australiana nacida en septiembre de 2002. Desgraciadamente, había nacido con una gravísima enfermedad: un caso grave de epilepsia que le provocaba violentos ataques, que comenzaron cuando tenía seis meses y que ponían en serio peligro su vida. Por suerte, un neurólogo del Royal Children's Hospital de Melbourne diagnosticó a tiempo la enfermedad y le prescribió la medicación adecuada. Una medicación que, lamentablemente, tenía efectos secundarios: insomnio e hiperactividad, entre otros. Pero era indispensable para mantener con vida a la pequeña.
Pero sus padres, Warren y Helena Denley, no pensaban igual. Decidieron que el tratamiento convencional era demasiado "tóxico" para Isabella y comenzaron a buscar alternativas "naturales y menos agresivas". Empezaron a visitar a diversos tipos de terapeutas y expertos en pseudomedicinas: homeópatas, expertos en el tratamiento con flores de Bach, dos osteópatas, un experto en Quinesiología Aplicada (no confundir con la Quinesiología a secas), un iridiólogo (que les dijo que Isabella estaba sana) y un psíquico que atribuyó los ataques de Isabella a que estaba "reviviendo un trauma sufrido en una vida anterior".
Durante ese período, Isabella fue ingresada varias veces por episodios convulsivos, lo que le hizo sospechar a su neurólogo que no estaba recibiendo el tratamiento adecuado, y llamó a los servicios sociales para que estudiaran el caso. Pero Warren Denley montó en cólera y no quiso volver a llevar a su consulta a la niña. Los servicios de protección de menores siguieron el caso durante un par de meses, pero acabaron archivando la investigación apenas un mes antes de la muerte de Isabella. El 19 de octubre de 2003, Isabella sufrió un fuerte ataque epiléptico en su casa de Kew y murió sin que se pudiera hacer nada por ella.
Tras su muerte, se inició una investigación sobre su caso. Aunque los padres de Isabella se mostraron reacios a colaborar con las autoridades, después de que las pruebas forenses demostraran que en el cuerpo de la pequeña no había rastro de los medicamentos que debía estar tomando, acabaron por reconocer que durante las últimas semanas de su vida, Isabella no había recibido su medicación y había sido tratada únicamente con preparados homeopáticos.
Y esto es lo que pasa cuando la gente cree que la "medicina alternativa" es realmente una alternativa a la medicina científica. Y es que, citando al gran Tim Minchin, cuando la medicina alternativa ha demostrado que funciona se la llama... medicina. No hay que dejarse engañar por el bonito envoltorio con que los engañabobos presentan sus pseudoterapias, con palabras como "natural", "orgánica", "equilibrio", "tradicional", "milenaria", porque es puro marketing, mil veces más peligroso que las "malvadas" multinacionales farmacéuticas de las que tanto abominan.

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