Verba volant, scripta manent

domingo, 19 de enero de 2014

Eulalia de Borbón, la infanta rebelde

Eulalia de Borbón (1864-1958)

María Eulalia Francisca de Asis Margarita Roberta Isabel Francisca de Paula Cristina María de la Piedad de Borbón y Borbón, hija menor de la reina Isabel II, nació en el madrileño Palacio Real el 12 de febrero de 1864. Tenía, pues, cuatro años cuando en 1868 su madre se vio obligada a abdicar y marchar al exilio de París, donde permaneció hasta 1876, en que retornó a España cuando su hermano Alfonso ya había sido coronado como Alfonso XII.
La infanta Eulalia era rubia, de ojos azules, esbelta y bastante hermosa, además de sencilla, carismática e inteligente. Pero si algo destacaba de ella era su personalidad independiente y decidida, reacia a acatar las estrictas normas que regían la vida de la familia real, fruto quizá de su educación francesa, mucho más liberal que la española. Desde muy joven mostró un carácter resuelto y la intención de tomar sus propias decisiones y dirigir su propia vida. Y lo demostró negándose en repetidas ocasiones a casarse con su primo Antonio de Orleans y Borbón, hijo del duque de Montpensier, muy interesado en colocar a su hijo cerca del trono, dada la falta de herederos varones. Su hermana mayor, la infanta Isabel, apodada "la Chata" trató inútilmente de meterla en cintura, convirtiéndola en la mujer dócil y obediente que se esperaba que fuese. Cuentan que en una ocasión, harta de que su hermana se empeñara en hacer su voluntad, Isabel le espetó: "¡Hay que saber ser Infanta antes que mujer!", a lo que la respondona Eulalia contestó: ''¡Por eso algún día el pueblo sacudirá las coronas y, liberándose, nos libertará a nosotras!"
La situación cambió al morir prematuramente el rey Alfonso de tuberculosis, el 25 de noviembre de 1885. En aquel momento, el núcleo de la Casa Real estaba formado por mujeres: la viuda del rey, la reina María Cristina de Austria, embarazada; sus dos hijas, las infantas María de las Mercedes y María Teresa; y las hermanas del rey, las infantas Isabel (viuda) y Eulalia (había una tercera hermana con vida, la infanta María de la Paz, casada con el príncipe alemán Luís Fernando de Baviera). Sin un heredero varón (el futuro Alfonso XIII no nacería hasta mayo del 86), con el riesgo de un levantamiento carlista (los carlistas no aceptaban mujeres como herederas al trono), Eulalia se rindió a los intereses de Estado y el 6 de marzo de 1886, con todos los asistentes de riguroso luto por la muerte de Alfonso, contrajo matrimonio con Antonio de Orleans en el Palacio Real. Quizá ni aún así lo habría hecho, de no habérselo prometido a su hermano en su lecho de muerte.
Boda de Eulalia de Borbón y Antonio de Orleans (6 de marzo de 1886)
El matrimonio nunca estuvo bien avenido, por más que tuvieran tres hijos, Alfonso (1886-1975), Luís Fernando (1888-1945) y Roberta (1890). Los caracteres de ambos eran demasiado diferentes. Eulalia de Borbón era una mujer discreta, inteligente e independiente. Antonio de Orleans era un bon vivant excéntrico y de poco seso, amante del lujo y la vida social, además de un mujeriego redomado, que derrochaba sin remordimientos el dinero de su herencia y la asignación de su esposa. Eulalia nunca acabó de aceptar la situación, por mas que intentara cumplir con su deber como miembro de la familia real.
Eulalia y Antonio representaron a la familia real española en varios viajes al extranjero. En 1892, el matrimonio realizó un largo viaje por Cuba, Puerto Rico y EEUU, en representación de la Corona y como parte de las ceremonias de conmemoración del cuarto centenario del Descubrimiento de América, que duró casi tres meses. En lo institucional fue un éxito, ya que la infanta causó una excelente impresión en todos los que la trataron durante su visita. Pero en lo personal acentuó el distanciamiento entre el matrimonio. Poco después de regresar Antonio de Orleans inició una relación con una joven criada natural de Cabra (Córdoba) llamada Carmen Giménez Flores, un romance que se prolongaría dos décadas, mientras que a su vez, Eulalia se relacionaba sentimentalmente con varios hombres, entre ellos el conde George Jametel, hijo de un banquero e industrial francés, ennoblecido con un título nobiliario vaticano concedido por el Papa León XIII y casado con la duquesa Maria de Mecklenburgo. En 1895, el todavía matrimonio recibió de manos del rey Humberto I de Italia el título de Duques de Galliera.
Eulalia de Borbón y Antonio de Orleans dejaron de aparecer juntos en público a partir de 1895, aunque su separación no se hizo pública (con gran escándalo) hasta el 31 de mayo de 1900. Fue Eulalia en persona la que solicitó la separación en un juzgado madrileño. Curiosamente, su familia carnal se opuso firmemente a su decisión, que juzgaban injustificable, encontrando mucho más apoyo en su parentela política. Otro aspecto mas en el que Eulalia se revelaba como una mujer adelantada a su tiempo.
Eulalia se instaló en París junto a su madre, mientras Antonio siguió con su fastuoso tren de vida, despilfarrando el dinero y paseándose con Carmen (que ya era conocida en España como la Infantona) sin ningún recato por las principales ciudades de España y Europa. Sus hijos quedaron bajo la custodia del padre, quien los envió a un exclusivo internado en Inglaterra. Privada de medios económicos, Eulalia vivió de manera modesta hasta que, años después, logró recuperar por medio de los tribunales el control de su dinero (hasta entonces, manejado por Antonio). A pesar de sus estrecheces económicas, viajó ampliamente por toda Europa, codeándose con la realeza y aristocracia más destacada de la época: el káiser Guillermo II de Alemania, el zar Nicolás II de Rusia, el emperador Pedro II de Brasil, el Papa Pío IX, el emperador Francisco-José I de Austria, el rey Carlos I de Portugal (de quien se dice fue amante)... Pero además, trató a las figuras más sobresalientes de su tiempo: políticos, intelectuales, artistas, muchos de ellos de inclinaciones izquierdistas y republicanas (algo que no habría sido posible de haber continuado en España). Por lo que aprendió de ellos y por lo que vio en persona durante sus viajes, su aguda inteligencia no tardó en darse cuenta del papel cada vez más anacrónico que jugaban las monarquías absolutas europeas, de su cada vez mayor distanciamiento con la sociedad, y supo predecir las inevitables respuestas violentas (como la revolución rusa o la revolución portuguesa de 1910). Su propia familia no se salvó de sus críticas; censuró muy frecuentemente la educación recibida por su sobrino el rey, consentido y sobreprotegido por su madre y su tía la infanta Isabel, lo que lo había convertido en un hombre voluble y caprichoso. Sus opiniones llevaron a Alfonso XIII a calificar a su tía como "republicana", un auténtico insulto dentro del ambiente conservador de su familia. Años más tarde, ella escribiría: Ninguna corona se ciñe lo suficiente como para no caerse.
La infanta Eulalia de Borbón junto a Olga Paléi (izquierda), esposa del gran duque Pablo Aleksándrovich de Rusia. Foto tomada en San Petersburgo en 1905.
En 1910, Alfonso XIII, por insistencia de su tío Antonio, concedió a la Infantona el título de Vizcondesa de Térmens (vacante desde el siglo XVII). Para Eulalia, aquel reconocimiento a la amante de su todavía esposo supuso una humillación enorme. Tras quejarse por carta a la madre del rey, Eulalia proclamó públicamente que se consideraba libre de cualquier obligación para con su familia. Antonio de Orleans y la Infantona acabarían separándose en 1914, retirándose ella con una muy respetable fortuna (fruto de los regalos del duque) a su ciudad natal, donde llevó una vida discreta y dedicada principalmente a las obras de caridad.
En 1911, Eulalia de Borbón publicó en París Au fil de la vie, un libro escandaloso para la época, donde defendía el divorcio y reclamaba la emancipación femenina. El libro fue prohibido en España por Alfonso XIII, aunque no tardaron en circular copias clandestinas, y supuso la ruptura de relaciones de Eulalia con su familia durante mas de diez años. Eulalia siguió publicando libros ocasionalmente: Court life fron within (1915) y Courts and countries after the war (1925), ambos publicados en Londres, trataban sobre la vida en las cortes reales europeas y nunca se publicaron en España. En 1935 publicó sus Memorias y en 1949, Cartas a Isabel II (Mi viaje a Cuba y Estados Unidos), una recopilación de las 60 cartas que envió a su madre durante el viaje diplomático de 1892.
Antonio de Orleans murió en la mas absoluta miseria en 1930. Tuvo que vender sus posesiones del ducado de Galliera para pagar sus deudas y en 1919, llevó a juicio a Carmen Giménez (sin éxito) para que ésta le devolviera algunas de las valiosísimas joyas (herencia de familia) que le había regalado. Tras su muerte, sus hijos también denunciaron a la Infantona, logrando recuperar algunas propiedades que su derrochador amante le había obsequiado.
Con el paso del tiempo, las tensiones entre Eulalia y su familia se fueron suavizando. Cuando en abril de 1931 Alfonso XIII y su familia tuvieron que marchar al exilio, fue Eulalia la primera en acogerlos en París.
Después de la Guerra Civil, Eulalia de Borbón se instaló en Irún junto a su hijo mayor, Alfonso (piloto, general del ejército y jefe de la 2ª Región Aérea), y su nuera, Beatriz de Sajonia-Coburgo-Gotha. Allí fallecería en 1958, a los 94 años de edad. Hay que decir que, en 1942, el general Franco le concedió un coche oficial con chófer de por vida, a pesar de que nunca simpatizó demasiado con el régimen franquista (su traslado obedeció al más que previsible estallido de la guerra entre Francia y Alemania).
Su cuerpo yace en el Panteón de Infantes del Monasterio de San Lorenzo del Escorial.
Una de las últimas fotos de Eulalia de Borbón, tomada en 1953, junto a sus sobrinos bisnietos, el actual rey Juan Carlos I y su hermano menor, Alfonso

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