Verba volant, scripta manent

jueves, 4 de septiembre de 2014

El infortunado Victor Holmes

Victor Holmes (1925-1937)

Hay personas nacidas con mala estrella, que parecen ser víctimas de una broma cósmica en la que todo se pone en su contra. Pero es difícil encontrar a alguien con peor fortuna que la que tuvo el pequeño Victor Holmes en su corta existencia.
Victor Holmes nació en Manchester en 1925. Era el quinto de los seis hijos de Peter Holmes, un humilde carpintero, y su esposa Elizabeth. Era una familia muy humilde, cuya situación empeoró debido a la crisis económica del 29. Victor fue un niño jovial, extrovertido y amable, que caía bien a todo el mundo; aunque también era travieso y aventurero, y acostumbraba a meterse en líos junto a sus hermanos y amigos. También era el favorito de su severo padre, quien siempre tenía un gesto amable o una moneda para el pequeño Victor, a pesar de sus trastadas. Cuando Peter murió, en 1933, dejó escrito en el reverso de una foto que legaba a su hijo sus herramientas de carpintería, si éste cumplía su promesa de convertirse en carpintero, como él. Desgraciadamente, Victor no tuvo ocasión de cumplir dicha promesa.
Porque, más allá de los típicos accidentes y golpes de cualquier niño, Victor tenía una especial predisposición para ponerse en situaciones peligrosas. Cerca de su casa había un lago al que solía ir a nadar, cuando hacía buen tiempo. De este lago, Victor tuvo que ser rescatado hasta en tres ocasiones, cuando estaba a punto de ahogarse. Su siguiente desgracia tuvo que ver con el carro de un granjero, con el que se cruzó mientras jugaba con sus hermanos. Victor tuvo la mala suerte de que su pierna quedara atrapada entre los radios de una de las ruedas del carro, rompiéndosela. A consecuencia de ello, estuvo varias semanas ingresado en el hospital de Davyhulme. La fractura no se curó correctamente y Victor tuvo que utilizar a partir de entonces una muleta. Y los accidentes no pararon ahí. Victor fue atropellado hasta en tres ocasiones, dos por automóviles y otra por una motocicleta. Además, mientras manipulaba una lata de carburo (utilizado por aquel entonces como combustible para lámparas) ésta explotó, provocándole graves quemaduras. A toda esta sarta de adversidades se sumaron después el ataque de un pastor alemán y las graves quemaduras en una pierna al caerle encima una olla de agua hirviendo.
Meses después, el lago en el que había estado a punto de ahogarse fue drenado. Victor y sus amigos se acercaron al lugar para ver el desarrollo de las obras, con tan mala suerte de que resbaló en el lodo y se dañó la pierna, heridas que se complicaron con una septicemia (infección en la sangre) de la que tardó meses en estar totalmente restablecido. Fue por esta época en que los periódicos por primera vez se hicieron eco de la historia de Victor, al que llamaron "el niño con más vidas que un gato" o "el niño que burló 11 veces a la muerte".
A principios de 1937, Victor jugaba con sus amigos entre los escombros de la construcción de un nuevo juzgado cuando se cayó a un pozo lleno de cal que había sido excavado por los obreros. Pese a que lo sacaron inmediatamente de allí, la caída y la cal le causaron heridas graves, que se complicaron posteriormente con una nueva infección. Tras cinco semanas hospitalizado en el Jericho Public Assistance Infirmary (un hospital de beneficencia para aquellos que no podían costearse otra atención médica), Victor murió debido a una osteomielitis, al fallo del músculo cardíaco y una amiloidosis. Faltaban apenas tres semanas para que cumpliera los 12 años. Una muerte muy sentida no sólo por su familia, sino también por las enfermeras y médicos del Jericho, que le habían tomado cariño. Fue enterrado en el cementerio de la iglesia de Christ Church, en Pendlebury, al lado de su padre. Las herramientas de éste, finalmente, fueron heredadas por el hermano mayor de Victor, Cyril cuyos descendientes todavía las conservan.

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