Verba volant, scripta manent

viernes, 19 de diciembre de 2014

Errol Flynn en la Guerra Civil española

Errol Flynn (1909-1959)

Si las películas protagonizadas por Errol Flynn son interesantes, su vida lo es mucho mas. El que fuera una de las estrellas por excelencia del cine de aventuras del Hollywood clásico con películas como Robin de los bosques o Murieron con las botas puestas tuvo una vida agitada que hubiera servido como inspiración no para una, sino para varias películas. Nacido en Tasmania en 1909, fue un niño rebelde (se escapó de casa por primera vez a los siete años) que estudió en Australia, Reino Unido y Francia, antes de dedicarse a recorrer mundo de un lado a otro dedicándose a todo tipo de trabajos. Fue boxeador olímpico en Amsterdam'28, peón, dependiente, marinero, pescador, dinamitero, cultivador de tabaco, buscador de oro y diamantes, cazador de cocodrilos, traficante de animales exóticos, gigoló y periodista, antes de dedicarse a la interpretación. A todo ello sumaba una personalidad arrolladora; seductor, divertido, mujeriego irremediable (a veces, demasiado; fue acusado de violación en tres ocasiones), aventurero, bebedor, siempre dispuesto a vivir intensamente la vida... Un auténtico personaje.
En 1937 Flynn se encontraba en Europa cuando decidió darse una vuelta por el frente de la Guerra Civil española. No lo hizo por compromiso ideológico, como otros ilustres visitantes del conflicto (George Orwell, Ernest Hemingway), sino para huir de una mujer. Más concretamente, de su mujer. En 1935 se había casado con la actriz y empresaria francesa Lili Damita, mujer de carácter volcánico, a la que no en vano apodaban Tiger Lil. La asfixiante y controladora personalidad de Damita llegó a agobiar a Flynn, acostumbrado a volar libre y hacer su voluntad, hasta hacerse insoportable. Me persigue, me persigue, no puedo más, llegó a escribir sobre ella a un amigo. Así que decidió tomarse unas vacaciones en un lugar al que ella no pudiera seguirle. Y, entre su esposa y la guerra, eligió la guerra. Para ello, obtuvo de su buen amigo, el magnate de la prensa William Randolph Hearst, una acreditación como reportero de la revista Photoplay, aunque no llegaría a publicar ni una sola línea. Con todo, Damita lo persiguió hasta la mismísima frontera franco-española, donde tuvo que dar la vuelta. ¡Al fin solo y libre!, dicen que exclamó el actor cuando supo que ella había vuelto a París.

Liliane Marie-Madeleine Carré, "Lili Damita" (1904-1994)
Flynn llegó a territorio republicano a finales de marzo de 1937 y durante varias semanas viajó por el país. Estuvo en Barcelona, Valencia, Madrid (donde se dijo, falsamente, que había sido herido en un bombardeo), Albacete, visitó a las Brigadas Internacionales, dio discursos ante los milicianos... Los republicanos le recibieron con grandes muestras de apoyo y entusiastas titulares periodísticos; esperaban que su visita fuera el preludio de la llegada de ayuda norteamericana (que nunca se produciría). También quiso ver el otro bando, pero los nacionales no le dieron facilidades y su estancia se limitó a una breve visita. De hecho, los franquistas no se fiaban demasiado de los actores; por aquel entonces circulaba una "lista negra" de intérpretes y directores hollywoodienses (entre ellos, Charles Chaplin, Joan Crawford, James Cagney, Douglas Fairbanks jr. y el propio Flynn) cuyas películas estaban prohibidas por estar señalados como simpatizantes de la República.

Flynn durante su estancia en Madrid
Una biografía publicada en 1980 acusaba a Flynn de haber sido simpatizante nazi y de haber espiado en favor del bando franquista durante su visita a España. De hecho, en su época circularon rumores de que Flynn había fotografiado instalaciones navales de California y Hawai (incluido Pearl Harbor) para los japoneses. Tales rumores incluso motivaron que se abriera una investigación por parte del FBI. Pero la verdad era la contraria; años más tarde los servicios secretos británicos confirmaron que Flynn había trabajado para ellos durante la guerra, y también se hizo público el diario que el actor había escrito durante su viaje, en el que dejaba clara su simpatía por los republicanos y el profundo desagrado que le habían causado los oficiales franquistas. No se puede decir lo mismo de su acompañante durante la visita: Hermann F. Erben, un oscuro personaje que habría hecho las delicias de Graham Greene o John LeCarré. Erben, austriaco de nacimiento pero con la nacionalidad estadounidense, que decía ser médico especialista en enfermedades tropicales, había conocido a Flynn en 1933, en Nueva Guinea, y se habían reencontrado en París. Lili Damita sentía hacia él una profunda antipatía (le llamaba "el cerdo") y el propio Flynn no se fiaba demasiado de él, pero le permitió acompañarlo a España, donde Erben se presentaba como miembro de la Institución Rockefeller (una entidad benéfica para el fomento de la educación infantil) y simpatizante comunista. En realidad, Erben era miembro del Partido Nazi, trabajaba para los servicios secretos alemanes y aprovechó la cobertura que le brindaba la compañía del actor para espiar a los republicanos, sacando numerosas fotografías de sus líderes y de los miembros de las Brigadas Internacionales, especialmente de los alemanes; fotografías que luego entregaría a la Gestapo y, según algunas fuentes, también al régimen de Franco.

Flynn y Hermann Erben
Después de unas semanas, Flynn volvería a París con Damita. Se separarían en 1940, poco antes del nacimiento de su único hijo, Sean; se divorciarían en 1942. Flynn moriría en 1959, solo, olvidado por casi todos, arruinado y totalmente alcoholizado. En cuanto a Erben, en las décadas posteriores estuvo apareciendo y desapareciendo en los lugares más insospechados: China, Irán, Pakistán, Arabia Saudí... rodeado por el misterio y sin que se supiera para quién trabajaba. Reapareció en 1978, como director de una leprosería en Borneo (Indonesia), y murió en 1985, llevándose a la tumba sus secretos.

2 comentarios:

  1. Como de costumbre, la realidad supera a las fantasías.

    Un abrazo

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    1. En el caso de Errol Flynn, la realidad supera ampliamente a la ficción. Un saludo, Rodericus.

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