Verba volant, scripta manent

domingo, 14 de mayo de 2017

El Hodag



En 1893 los periódicos norteamericanos daban a conocer una extraña noticia. En las cercanías de la ciudad de Rhinelander, en el norte del estado de Wisconsin, un grupo de ciudadanos comandados por un maderero llamado Eugene Shepard había capturado un animal desconocido. Las crónicas describían a aquel animal diciendo que tenía"la cabeza de una rana, el rostro sonriente de un elefante, las piernas gruesas y cortas terminadas en fuertes garras, la espalda de un dinosaurio y una larga cola con espinas al final". Shepard decía de él que era "el monstruo más feroz, más extraño y más aterrador que jamás haya puesto sus garras afiladas en la tierra". Tal era la ferocidad de la bestia que sus captores habían necesitado utilizar dinamita para acabar con él.
Tres años después, en 1896, el mismo Shepard anunció haber capturado otro de estos extraños seres, que él llamaba "hodag", una palabra derivada de "horse" (caballo) y "dog" (perro). Pero esta vez la bestia había sido capturada con vida, gracias a que Shepard había utilizado la estrategia de introducir cloroformo mediante una larga pértiga en la cueva donde el animal se refugiaba. En los siguientes meses, Shepard se dedicó a exhibir el supuesto hodag en distintas ferias del estado, así como en una choza que había construido junto a su casa para tal fin. Miles de personas acudieron a ver el extraño animal hasta que, algún tiempo después, y una vez la noticia se hubo extendido gracias a la prensa, un grupo de científicos del Instituto Smithsonian de Washington anunciaron su intención de viajar a Rhinelander para examinarlo y clasificarlo. Esta noticia bastó para que Shepard confesara toda la verdad; el hodag nunca había existido, y todo había sido una gran broma, a las que era muy aficionado. Del hodag que exhibía nunca más se supo; aunque, según algunos rumores, no era sino un perro de gran tamaño, disfrazado con trozos de cuero y piel de caballo.


Curiosamente, pese a revelarse públicamente que el hodag era un bulo, la historia arraigó en Rhinelander, que no tardó en adoptarlo como símbolo oficial  de la ciudad. En la actualidad, sigue siendo la mascota del instituto local, además de dar nombre a numerosos negocios y tener dos estatuas dedicadas a él.


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