Verba volant, scripta manent

martes, 25 de julio de 2017

Las aventuras de Moondyne Joe

Joseph Bolitho Johns, "Moondyne Joe" (c. 1826-1900)

Uno de los personajes más curiosos del folklore popular australiano nació con el nombre de Joseph Bolitho Johns en una fecha desconocida (se cree que en torno a 1826) y en un lugar indeterminado de la región inglesa de Cornualles. Tercero de los seis hijos de un humilde herrero que murió cuando Joseph era muy joven, él y sus hermanos trabajaron desde muy niños en las minas de cobre córnicas hasta que, en torno a 1848, Joseph emigró a Gales, donde al parecer encontró trabajo en alguna de las numerosas fundiciones de la ciudad de Clydach.

El 15 de noviembre de 1848, a eso de las 2:30 de la mañana, cerca del pueblo de Chepstow, un sargento de policía que hacía su ronda se tropezó con Johns y un amigo suyo llamado William Cross. Sospechando por habérselos encontrado a una hora tan avanzada, y no contento con las explicaciones que ambos le habían dado, los condujo a un puesto de policía cercano, donde al registrarlos les hallaron "tres hogazas de pan (una parcialmente comida), dos trozos de bacon, una paletilla de cordero, varios quesos y un pedazo de sebo". Alimentos que, según se comprobó más tarde, habían sido robados esa misma noche de la casa de un vecino de la zona llamado Richard Price. Johns y Cross fueron acusados de robo y allanamiento y condenados a diez años de prisión en marzo de 1849. Johns se pasó los siguientes cuatro años yendo de una penitenciaría a otra: Millbank, Pentonville, Dartmoor, Woolwich, hasta que en febrero de 1853 partió a bordo del buque prisión Pyrenees junto a casi trescientos reclusos más con destino a la colonia penal de Australia. Por su parte Cross ya había sido enviado a Tasmania el año anterior.

Johns desembarcó en el puerto de Fremantle el 30 de abril de 1853. Nada más llegar le fue concedida la libertad bajo palabra, y en marzo de 1855 obtuvo un perdón condicional. Una vez libre, se instaló en el valle del río Avon, en los montes Darling, una zona agreste y apartada a la que los aborígenes australianos llamaban Moondyne. Allí se ganaba la vida como podía, como peón y también capturando caballos y ganado que se habían escapado de las granjas para luego devolverlos a sus dueños a cambio de una recompensa. Fue precisamente por culpa de un caballo que volvió a tener problemas con la justicia: en agosto de 1861 fue arrestado, acusado de cuatrero por haber capturado un caballo sin marcar y haberle puesto su marca. Fue encerrado en el calabozo del pueblo de Toodyay, pero esa misma noche se fugó de su celda, llevándose el caballo y además, la silla de montar y las bridas del magistrado local. Capturado al día siguiente, no obstante durante su fuga había matado al caballo y cortado su marca de la piel del animal, así que, en ausencia de pruebas, eludió la pena de hasta diez años de cárcel que podía haberle supuesto el cargo de robo del caballo, pero fue condenado a tres años por haberse escapado de la cárcel.

La Cueva Moondyne
Su buen comportamiento durante su pena le valió salir en libertad con unos meses de anticipación, en febrero de 1864, tras lo cual trabajó primero como carbonero y luego como peón en una granja en Kelmscott. Y en enero de 1865 tuvo lugar el suceso que marcaría profundamente el resto de su vida. En esa fecha un buey llamado "Bright" apareció muerto, y Johns fue acusado de ser el responsable. Arrestado el 29 de marzo, pese a sus reiteradas protestas fue condenado el 5 de julio a diez años de prisión por "matar a un buey con intenciones criminales".  Durante el resto de su vida, Johns nunca dejaría de proclamar su absoluta inocencia de aquella acusación y la injusticia de la que había sido víctima.

En esta ocasión no estaba dispuesto a ser el preso modélico y ejemplar que había sido en sus otros encarcelamientos. Esta vez era diferente; esta vez había sido condenado de manera arbitraria e injusta, e iba a hacer todo lo posible por escapar de la reclusión. Su primera fuga tuvo lugar en noviembre, cuando en compañía de otro preso se fugó cuando formaban parte de una cuadrilla de trabajo. Estuvieron huidos durante un mes, sobreviviendo a base de pequeños hurtos, hasta que fueron capturados por una partida de policías. Como castigo, Moondyne Joe, como ya había empezado a ser conocido, fue condenado a llevar grilletes durante un año.

En abril de 1866, Moondyne Joe envió una petición oficial al Chief Justice (el magistrado de más rango del Tribunal Supremo de Australia Occidental), sir Archibald Burt, para que su caso fuera revisado. Sir Archibald redujo su pena en cuatro años; pero esto no bastó al prisionero: en julio, fue condenado a otros seis meses con grilletes por intentar serrar la cerradura de su celda. En agosto, sin embargo, logró escapar junto a otros tres presos tras serrar sus grilletes. Durante algún tiempo sobrevivieron en los bosques que rodeaban la ciudad de Perth, cometiendo pequeños robos, hasta que uno de ellos fue capturado de nuevo. Dándose cuenta de que no podrían eludir a la policía mucho más tiempo, Moondyne Joe convenció a los otros dos para huir de la colonia de Australia Occidental hacia la de Australia del Sur, para lo cual debían cruzar cientos de kilómetros de terreno baldío y árido. Para afrontar el viaje, los fugitivos entraron a robar en una tienda de Toodyay, propiedad de un tal James Everett, un antiguo presidiario que había llegado a Australia en el mismo barco que Joe y con el que al parecer tenía viejas rencillas. De allí se llevaron ropa, armas y alimentos, en tal cantidad que Everett se vio obligado a cerrar su establecimiento. Finalmente, los tres serían capturados el 29 de septiembre de 1866 en un humedal llamado Boodalin Soak, cerca de donde hoy está el pueblo de Westonia, tras haber recorrido más de 300 kilómetros desde Perth.

En la prisión de Fremantle, hoy convertida en atracción turística, se exhibe esta reproducción de la celda a prueba de fugas construida para albergar a Moondyne Joe
Como castigo por su fuga y por los robos, a Moondyne Joe se le añadieron otros cinco años de trabajos forzados a su pena. Trasladado a la prisión de Fremantle, con una bien ganada fama de especialista en fugas, permaneció varios días en el patio de la cárcel encadenado a los barrotes de una ventana mientras se construía una "celda a prueba de fugas" especialmente para él. Con paredes de piedra revestidas de tablas de eucalipto, casi hermética, Moondyne Joe estuvo durante meses encerrado en ella, alimentado con pan y agua y saliendo sólo una o dos horas diarias a hacer ejercicio. Cuando su salud comenzó a resentirse, el alcaide permitió que trabajara picando piedra al aire libre, como los demás presos; pero, como no querían arriesgarse a sacarlo de la prisión, lo que hicieron fue traerle piedras para que las picara en el patio de la cárcel, vigilado por los guardias. El gobernador de Australia Occidental, John Hampton, antiguo supervisor de prisiones, se mostró tan satisfecho con las medidas tomadas que llegó a decirle a Moondyne Joe que "Si consigues escapar otra vez, te indultaré".

Pero habían cometido un error. Las rocas que Joe desmenuzaba con su esfuerzo diario no eran retiradas con frecuencia, con lo que se acumulaban formando una pila que ocultaba parcialmente al preso de la vista de sus guardianes. Cuando se dio cuenta de ello, Joe comenzó a golpear de cuando en cuando con su martillo el muro de la prisión, buscando debilitarlo. Y de este modo, la tarde del 7 de marzo de 1867 Moondyne Joe volvió a fugarse a través de un agujero que había abierto en el muro. Esta vez estuvo huido durante casi dos años, evitando cometer robos para no dar indicios de su paradero a las autoridades, las cuales, además, tenían que lidiar con una epidemia de intentos de fuga, en buena parte debidos a presos inspirados por las historias de las fugas de Joe.

El 25 de febrero de 1869 Moondyne Joe entró a robar en la Bodega Houghton, una de las más antiguas de Australia. Desafortunadamente para él, un hombre se había ahogado en un río cercano y un grupo de policías había estado ayudando a recuperar su cuerpo. El dueño de la bodega los invitó luego a beber algo en su casa. Joe creyó que había sido descubierto, trató de huir y fue capturado. Le cayeron cuatro años más de prisión por el robo y otro por la fuga. Aún intentaría fugarse en otra ocasión, en febrero de 1871, intentando fabricar una copia de la llave de su celda en la carpintería de la cárcel. En abril de 1871 el supervisor de prisiones Henry Wakeford oyó del propio Moondyne Joe la promesa que le había hecho el gobernador Hampton. El superintendente Henry Lefroy confirmó la veracidad de la promesa, Wakeford informó al entonces gobernador, sir Frederick Weld, y éste estuvo de acuerdo en conceder el perdón a Joe, que fue puesto en libertad en mayo de 1871, tras casi diez años de encarcelamiento con breves periodos de libertad.

Sus restantes años de vida los pasó Moondyne Joe de forma relativamente tranquila, con algún que otro pequeño tropiezo con la ley pero sin volver a entrar en prisión. Fue carpintero, buscador de oro y explorador (descubrió, en 1881, la Cueva Moondyne, a ocho kilómetros al norte de la ciudad de Augusta). El 16 de enero de 1879 se casó en Fremantle con una joven viuda llamada Louisa Hearn (Joe ya pasaba de los cincuenta años, mientras que su esposa contaba 26).


El 26 de enero de 1900 las autoridades encontraron a Joe, ya un anciano de más de 70 años, vagando confuso por las calles de South Perth, aquejado de algún tipo de demencia senil. Por orden de un tribunal fue llevado a la clínica para inválidos Mount Eliza para ser atendido. Irónicamente, aquella clínica había sido tiempo atrás un centro de detención para presos y Joe se había escapado de allí en la década de 1860. Moondyne Joe se escapó tres veces de la clínica, seguramente a causa de su estado mental, antes de ser condenado a un mes de prisión por huir de la custodia legal, pero parece que no llegó a ser encarcelado y en su lugar fue trasladado al Asilo para Lunáticos de Fremantle, donde moriría el 13 de agosto de 1900. Fue enterrado en una tumba para indigentes del cementerio de Fremantle. En la actualidad, en su lápida hay grabados unos grilletes rotos y la palabra galesa "Rhyddid", que significa "libertad".

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